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Toda causa abrazada con pasión corre el riesgo de volverse invulnerable a las críticas, autocomplaciente y no aceptar puntos de inflexión o cuestionamientos. Aunque a la mayoría de las ideas suele pasarle, el feminismo es un ejemplo bastante ilustrativo de cómo el miedo a decir que el emperador está desnudo puede minar nuestra capacidad de crítica, y por ende autocrítica.

Soy hombre y toda mi vida he respetado a las mujeres. En realidad, respeto a todo el mundo, no me fijo en su género. No he violado, no he matado ni golpeado a ninguna. Quizá mi único pecado es mirar a una mujer guapa cuando camino por la calle. Y no soy ningún exponente especial o superior de moralidad. La mayoría de los hombres también lo hacen. Suelo caminar por la mayoría de los sectores de Santiago y uso el transporte público, y no veo a todos los hombres acosando o violando. Por supuesto, hay algunos que lo hacen. Así como hay algunos que asaltan, matan, secuestran o estafan. Pero nadie generaliza ni los considera referentes definitivos de un grupo en particular. Y si lo hace, ya sea por el grupo socioeconómico o la nacionalidad, este es amonestado de inmediato ¿Por qué con el género no tenemos esa reacción?

¿A quién se dirigía Natalia Valdebenito cuando decía “dejen de matarnos” en su aplaudida frase? ¿A los hombres en general? ¿A todos? Creo que eso es caer en una generalización, lo que significa una de las falacias más comunes e identificables. Porque sepan que no todos los hombres nos hemos puesto de acuerdo para violarlas a ustedes. Ya el hablar de “nosotras” y “ustedes” implica que hay una especie de enfrentamiento, con un género en una trinchera y otro género en otra. Muchas veces me ha tocado ver a una mujer discutiendo con un hombre, y esta se dirige a su interlocutor como “ustedes” en lugar de “tú”. Otra falacia bastante común en el feminismo es el hombre de paja, el dar por sentado cómo pensamos, tergiversando nuestra versión de las cosas. Decir con condescendencia: “Si te enojaste es porque te dolió”, “Te molesta que nos empoderemos”, “Te sentiste amenazado en tu machismo”, “Se enojó el machito”, etc. He llegado a ver discusiones en las redes sociales en las que el pene es usado como contraargumento. En lugar de refutar con argumentos se tiende a trivializar y ridiculizar ¿Existe algo más violento que eso? En el terreno de la discusión, digo.

Si la cultura contemporánea promoviera y permitiera la violación, como suele creerse equívocamente, el acoso y tantas otras barbaridades que la opinión pública atribuye al género masculino por defecto, la cantidad de agresiones sexuales sería mucho mayor, y lo raro sería ver a un hombre no violando. Pero los violadores constituyen un porcentaje mínimo de la población masculina que, por motivos que escapan a mi comprensión, acaban volviéndose los referentes absolutos de todo un género que no se comporta como ellos. ¿Por qué el referente de la cultura no puedo ser yo, por ejemplo, que respeto y no violo, o cualquiera de los miles de hombres que caminan por la calle y no han hecho nada malo? Simplemente porque es más popular creer que el hombre está diseñado genéticamente para ser un violador, convirtiéndolo en el malo de la película, y a la mujer en el bueno.

El motivo por el que algunos hombres violan y matan mujeres es, en la mayoría de los casos (No negaré que sí existen hogares en los que hay femicidios y violencia de género), es por el mismo que hay adultos que golpean a sus hijos: En este mundo hay gente mala que se aprovecha de su superioridad física para abusar del más débil. Y sin embargo, el imaginario colectivo no promueve el pensamiento de que todos los adultos tienen una cultura abusiva con los más pequeños, como sí se hace con los hombres. Nadie dice que los adultos sean agresores per se, o que su cultura avale el abuso hacia los más chicos.

Lo que pasó con María Menagazzo y María José Coni fue un acto horripilante e indefendible, y no voy a discutir eso, y mucho menos banalizarlo o normalizarlo. Sin embargo me causó mucho ruido que los medios hayan sido criticados – Como si ellos hubiesen sido los autores del crimen- por haber dicho que las jóvenes estaban solas. Si se hubiese dicho que dos hombres estaban solos, nadie habría dicho nada. De hecho, es probable que la tragedia hubiera pasado a engrosar la tenebrosa lista de crónica roja que se nos olvida en un par de días. No digo esto para empatar, ni me interesa enfrascarme en la infantil discusión de “¿Y cómo ustedes sí pueden hacer X’?” o “Se quejan por Y pero no se enojan si Z”, sino para decir que dos hombres también son vulnerables al asesinato, pero si nos hallamos en compañía lógicamente nos volvemos blancos menos fáciles. Y aunque no sea muy popular decirlo, si las jóvenes hubiesen estado con un hombre, es posible que no las habrían atacado, pero también los asesinos podrían haber cobrado una víctima más. Imposible saberlo. Este verano mi sobrina de 17 quería ir a mochilear con un amigo de la misma edad, hombre, y mi hermana – su madre- no la dejó, porque aunque había un hombre, seguían estando solos. No es misoginia ni machismo, es solo preocupación por el bienestar de otro. Entiéndanlo (Sí, estoy cayendo en la misma falacia de hablar en plural).

No soy experto en el tema y desconozco el alcance del potencial físico de la mujer, pero puedo hacerme una idea de que desde el punto de vista biológico ella es algo inferior físicamente al hombre. Por otro lado, desde el punto de vista cultural, desde niñas se les disuade de tareas físicas, deportes e incluso las peleas son consideradas poco femeninas. Pero entre un combate entre la campeona nacional de Muay Thai y su servidor, yo apostaría por la primera, sin duda. Por supuesto que no se trata de que todas las mujeres aprendan artes marciales porque es imposible, y estoy consciente de que sepan o no, el derecho de caminar libre por la calle o donde sea es inalienable para cualquier sujeto, hombre o mujer. Pero cuando se esgrime el slogan de “Niunamenos”, lo que se está pidiendo básicamente, no es que desaparezca el machismo, sino que deje de existir gente mala que asesine. Lo cual me parece romántico e idealista, pero improbable. Decirle a una mujer que se cuide me parece tan sensato como decirle a cualquier persona que no salga de noche en un barrio peligroso o que no exhiba sus objetos de valor. O incluso que le ponga llave a su casa. No es lo ideal, por supuesto, lo ideal sería que no existieran los ladrones o violadores y pudiéramos tener nuestras casas abiertas y caminar por donde nos dé la gana. Pero no es así. Lo ideal sería que no hubiesen embarazos no deseados, pero mientras tanto seguiré defendiendo el aborto.

“Vivimos en un mundo en el que se le enseña a la mujer a cuidarse y no al hombre a no violar”. ¿Qué mundo es ese? Porque no es el mío. A la mayoría se nos ha enseñado que violar es malo, porque de lo contrario, estaríamos todos violando. En primer lugar, ambas enseñanzas no son excluyentes, y en segundo lugar, la frase es tan absurda como decir “Vivimos en un mundo en el que se nos enseña a ponerle llaves a las casas en lugar de enseñarnos a no robar”. Como estado de Facebook suena la mar de bonito, pero en la realidad real, no resiste ningún análisis. El peligro de que te secuestren o maten durante un mochileo siempre existirá, y aceptarlo no implica decir que esté bien, y no por eso dejaremos de salir a mochilear o nos quedaremos todo el año encerrados en nuestras casas. No puedes caminar totalmente libre por la calle o durante tus vacaciones, siempre existirá una posibilidad de que te pase algo, seas hombre o mujer. No es un estado de Facebook muy atractivo, pero es la realidad. Eso no nos convierte a todos en agresores.

Desconozco lo que acontece en la mente de un violador (Que constituye un porcentaje ínfimo del total de la población masculina). Pero me atrevería a decir que no viola ni mata por machismo. Es decir, él no lleva a cabo el proceso mental de “Ella es menos que yo, voy a violarla”. En definitiva, el motivo por el que viola y mata es por superioridad física, por tener una ventaja que le permite obrar de forma tan deleznablemente. La razón, entonces, por la que un hombre viola, es la misma porque a mí, hombre, alguien me podría asaltar o matar (Incluso violar, como podría pasar en la cárcel): El agresor tiene una ventaja sobre la víctima. Esta ventaja puede ser numérica (Está con amigos), un arma o simplemente superioridad física. Si la mujer fuese experta en artes marciales o sacara una pistola, el violador cejaría en su intento, no pensaría “Da lo mismo, es mujer, la violaré aunque me dispare”.

Los hombres no estamos alimentando una agenda misógina todo el tiempo. El motivo por el que hay violaciones es el mismo por el que hay robos y asesinatos: hay gente mala. Por supuesto, puedes reducir al mínimo los índices a través de educación, mermar las causas sociales que engendran los delincuentes, pero solo eso. Gente mala, enfermos, violadores y desadaptados habrá siempre, lamentablemente. Estos son un porcentaje pequeñísimo del total de los hombres, igual que un extranjero que roba no representa al total de los extranjeros. A la mayoría de los hombres violar no nos parece una buena idea ni pensamos que la mujer lo anda buscando, como Internet o la masa se esfuerza por gritar a los cuatro vientos ¿Es tan difícil entenderlo? Por eso me ofendo- y con mucha razón- cuando se habla del acoso o violación como algo inherente al género masculino.

Voy a cometer la misma falacia de vuelta y voy a generalizar: Mujeres, dejen de echarnos a todos en el mismo saco. Dejen de pensar que todos somos violadores o cómplices pasivos de un crimen, porque es un acto de violencia y una ofensa gratuita. Dejen de colocarse a ustedes en una trinchera y a nosotros en la otra. Nadie gana así. Dialoguemos, aprendamos a convivir, no generalicemos y por sobre todo que el idealismo no consuma el realismo. Ojalá evolucionemos y abandonemos de una vez por todas el “nosotros” y “ustedes” y nos juzguemos a cada uno por nuestros actos individuales, y terminemos con esos epítetos como “feminazi” o “machito progre”.

 

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4 Comentarios sobre “¿Es el machismo inherente a lo masculino?

  1. En 1990 yo viaje sola por Europa durante tres meses. Hombres y mujeres que habían viajado antes me dieron todas las normas de seguridad para evitar caer en riesgos. Por ejemplo, no tomar alcohol, no salir sola de noche, no confiar en hombres que ofrezcan llevar en auto o “ahorrar en alojamiento”, acercarse solo a familias en caso de problemas, no andar en barrios difíciles, etc, etc. No tuve problemas, pero algún purista me diría que me perdí las noches de bar o caminar sola en los parques, pero había que escoger entre la realidad o tomar riesgos innecesarios. Y notese que los hombres también corren riesgos, por ejemplo, es común en muchos países que lindas mujeres van a los bares a enganchar a turistas borrachos y solos. Les ofrecen acostarse con ellos y los asaltan a la salida del bar o en el hotel donde lleguen, ya que actúan en grupo. En suma, a veces hay riesgos compartidos.

  2. Estoy de acuerdo en que a veces se trata de entender el mundo en división machista y feminista. Cierto que hay diferencias biológicas y que a las mujeres occidentales nos ha costado muchismo lograr las mismas oportunidades masculinas, gracias a feministas y pensadores de vanguardia que marcaron su sello desde 1860 en adelante y me refiero no solo a Chile. Por eso es lógico que queden resabios de centurias y milenios. Ahora, a veces se confunden normas básicas de autocuidado con una idealización social. A todos nos gustaría saber que podemos entrar a cualquier barrio en cualquier país y no nos sucederá nada, pero está claro que en todas partes hay zonas peligrosas y otras no. Por ejemplo, yo vivo en USA ahora e igual se recomienda a las universitarias que viven en los campus tratar de no andar solas en las calles de los pueblitos cercanos después de la medianoche y ebrias o drogadas. Varias estudiantes han sido secuestradas, violadas o asesinadas debido a eso. También en los campus se están usando mucho las fiestas con alcohol y drogas muy elevados. Ocurre que a veces hombres o mujeres muy borrachos son violados por otros y se ven en serios problemas de probar el abuso porque no hay testigos y apenas se acuerdan de los hechos. Todos querríamos “tener derecho” a andar borrachos y drogados en las calles nocturnas y solitarias, pero sean varones o mujeres, es un gran riesgo, aunque muchos tengan suerte y no les pase nada. las universidades están abriendo consejerías y oficinas de orientación para tratar de mejorar el comportamiento de los alumnos en honor a su propia seguridad. Independiente del género, hay riesgos como meterse a caminar en una selva sin guía o escalar montañas sin ropa adecuada o nadar en una zona que todos saben hay tiburones. Una cosa es la idealización de la seguridad perfecta, la garantía de jamás ser dañado incluso por la propia pareja y otra es la cruda realidad del ser humano.

  3. Es un buen intento pese a lo idealista, aséptico y apurado del mensaje, pues para llegar a ese estado de ser juzgados por nuestros actos individuales, por ejemplo, se necesita partir reconociendo generalizaciones que aunque duelan e incomoden, existen y existirán (impunemente) por muchos años, a pesar de que se quiera pasar rápido el plumero por ahí. Dejando las caricaturas que analiza este texto y que no valen el esfuerzo de ello, hay muchas maneras de violar, y no sólo a la mujer. Para mi gusto, el show de Valdebenito fue curiosamente machista, pues dedicó varios minutos en mostrarse como la mujer competente y competitiva en relación a ese machismo, y hablar directa y tácitamente del falo o pene como si fuera o siguiera siendo el centro del universo, desaprovechando la oportunidad de mostrar todo su talento en pos de un discurso fácil porque está de moda, porque está vigente. Entiendo Felipe que te sientas mal como hombre, abrumado con las generalizaciones, supongo que superar eso conlleva dejar la superficie y adentrarse hacia lo que no está escrito, apenas intuido.

    1. Gracias por tu comentario Gloria,aunque me atrasé un poco. Mi intención con mi precario y apresurado análisis es, más que buscar tener la razón, intentar entender un problema complejo que tiende a simplificarse mucho.
      aludos

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