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A fines de octubre de 2015 viajó a Valparaíso invitada por la Editorial Universitaria de la Universidad de Valparaíso la célebre bibliotecaria parisina Geneviève Patte, también conocida como “la mujer del canasto”. En 1964, siendo bibliotecaria en Clamart, en la periferia de París, donde habitan en su mayoría inmigrantes y personas desposeídas, Geneviève, al constatar que la gente no se acercaba a la biblioteca a su cargo, tomó la decisión de llenar un canasto con libros y sentarse en la plaza para ofrecerlos a quienes se acercaran. Las personas que por ahí circulaban se fueron habituando a su presencia y, gracias a su mediación, pudieron acceder, muchos de ellos por primera vez, a las historias que contenían esas páginas. Al poco tiempo la biblioteca itinerante contaba con una nutrida clientela. Fue naciendo así, de forma espontánea, el concepto de “passant” que podríamos traducir como “mediador”, un concepto clave en el pensamiento de Geneviève y que ha iluminado a bibliotecarios, profesores y a todos quienes aman los libros y ven la necesidad de acercar la literatura a las personas. De los años sesenta hasta nuestros días mucha agua ha corrido bajo los puentes de Clamart, y hoy por hoy existe allí una de las más hermosas y acogedoras bibliotecas del mundo, una biblioteca redonda diseñada y construida a la medida de los niños.

Geneviève, sabia, de hablar pausado y mirada transparente, ha viajado por el mundo entregando su mensaje. Ella representa esa vocación que muchos compartimos por la lectura de “les belles histoires”, el gusto por la literatura en todas sus formas y el consecuente impulso por compartir esas historias con los demás. Se trata de llevar a los otros los más bellos libros, aquellos que seducen e invitan a niños, jóvenes y mayores a un encuentro íntimo, personal e interpersonal con el arte y la belleza.

Geneviève Patte en Rio de Janeiro, Brasil en el Salón FNLIJ del libro para niños y jóvenes 2012 - Fotografía de Andrés Melendez

“Nadie se resiste a una buena historia” suele repetir, y en las tres ocasiones en que pude disfrutar, junto a otros oyentes, de su presencia y de sus palabras, Geneviève recalcó cómo es fundamental elegir para los niños las más bellas historias y los más bellos libros pues eso los hace sentir valorados, lo cual es aún más importante tratándose de niños desposeídos. El “passant” o mediador de la lectura, el padre, la madre, el bibliotecario o la persona que desee acercar a otros a la lectura debe conocer muy bien las historias que quiere entregar a los lectores y debe amarlas, es un requisito. Al ser consultada, dio a entender que esas historias podían ser tanto las grandes historias universales como un bello libro de dibujos, y en relación a esto último narró la anécdota de un pequeño niño inmigrante que hojeaba embelesado un hermoso libro de ilustraciones que mostraban una playa en las distintas horas del día. El niño, al observar los dibujos de la playa en distintas tonalidades según la hora del día y la luz del sol, abría los ojos y con profunda emoción repetía “¡Oh, qué hermoso, oh, qué hermoso!” completamente seducido por la belleza del arte, sugestiva, abierta, viva, estimulante. La lectura como vehículo para soñar y evadirse es necesaria sobre todo en las vidas de los niños más vulnerables, ya que los ayuda a salir de su realidad. La vocación de Geneviève la ha llevado a trabajar con niños de las favelas en Brasil y con niños internos en hospitales, donde pudo constatar que para estos últimos el libro se convertía en un verdadero objeto transicional que llevaban entre sus brazos a las más dolorosas terapias y que poseía la virtud de calmarlos.

Nos contó cómo los “passants” de la biblioteca de Clamart, incansables en su tarea, idearon “L´heure joyeuse”, “La hora feliz” que no es otra cosa que desayunos familiares con libros. En la biblioteca preparan un rico desayuno con chocolate caliente y sabrosos pancitos e invitan a los niños con sus papás y familiares. Los padres pueden así darse cuenta que sus hijos se interesan por los libros y empiezan a entender ellos mismos que éstos abren el mundo a sus hijos y podrían abrirlo para ellos también. El libro funciona entonces como un lazo que une a los hijos con sus padres. En torno a los niños se va reuniendo la familia, los hermanos mayores, los padres y los abuelos, para quienes muchas veces la experiencia de la lectura no ha estado presente en sus vidas hasta que la descubren a través de sus niños. Geneviève no habla tanto de libros como de historias. Para ella los libros son un medio de entregar historias, y éstas, al ser narradas y mediadas por el “passeur” suenan, son bellas, atraen la atención de los niños y los grandes, los hacen soñar y evadirse de la rutina. Para eso existen las historias. De eso se trata ser bibliotecario.

Genevieve Patte en un taller con niños - Fotografía de Andrés MelendezAl preguntarle acerca del papel de la lectura en el momento actual en que estamos invadidos por la tecnología y en que los computadores parecen haberle ganado terreno a los libros, ella, con su sabiduría imperturbable, expresa que se trata de una “cuestión de equilibrio”: Precisamente porque estamos en un mundo de “opulencia” -palabra que emplea textualmente- un mundo saturado de imágenes, se hace más necesario que nunca entregar bellas historias, y que nadie se engañe, no se trata de llevar libros en un canasto y dejarlos a disposición de la gente, las historias necesitan de una persona que las cuente para que sean tales, la oralidad forma parte de ellas. Como se puede apreciar, no estamos hablando de “hábito lector”, sino de algo distinto, de “entregar historias” lo que me hace recordar los cuentos en torno al brasero en el campo, los versos, los cantos, las rimas, los cuentos infantiles, las novelas, la Biblia, Homero. Mientras haya quien esté dispuesto a contar una historia, habrá personas dispuestas a oírlas, parece decirnos Geneviève cuando repite una y otra vez que “nadie se resiste a una buena historia”.

 

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2 Comentarios sobre “Geneviève Patte, la mujer del canasto.

  1. Son contadas las ocaciones que encontramos personas ejerciendo una labor tan noble e infinita , como La mujer del canasto. Pero el bién que generan es exponencial e infinito, que se extiende por varios universos a la redonda, a trves del bién mas preciado, los niños.

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