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Comienza la época más oscura del año y aunque a ratos la melancolía puede ser abrumadora, las celebraciones del solsticio de invierno nos dan señales poderosas de sus significados más profundos y de las oportunidades que nos ofrece este nuevo ciclo.

No es casualidad que el solsticio de invierno, sea motivo de fiesta para muchos. Es la ocasión en que la oscuridad llega al punto culminante y empieza a avanzar la luz. Algunos dicen que la oscuridad de la noche más larga del año es la cuna espiritual en la que renace el sol. Y nuestro sol este año llegó acompañado de una majestosa luna llena e ingresó a cáncer iluminando su “acuática energía sensitiva e interior”, como dice Marcela Quilodrán.

Para muchos, este evento es un período de renovación y re-nacimiento. De hecho, la palabra solsticio deriva del latín “sol y sístere” que quiere decir “permanecer quieto”. Y permanecemos quietos, un poco por el frío que va en aumento pero también por el intento de equilibrar la oscuridad del invierno con nuestra luz interior.

Afortunadamente, los rayos brillan en la oscuridad y nuestra tarea es simplemente, acompañar al recién nacido. La luz del sol re-inicia un ciclo solar y nosotros nos apegamos a la promesa de un nuevo comienzo de la naturaleza. Las semillas que están enterradas en la oscuridad de la tierra nos mostrarán sus brotes y regalos en unos meses más.

Como las culturas ancestrales viven en un contacto más fluido con la naturaleza y sus ciclos cósmicos, el inicio del invierno es una fecha relevante para ellos. De hecho, muchos pueblos originarios celebran su comienzo de año.

El pueblo mapuche celebra el We tripantu que significa en mapudungún: “nueva salida del sol y la luna”. Ellos reconocen el cambio y agradecen la existencia por ser parte de estos flujos. Rosario Pailacura me cuenta que para esta fiesta se engorda un chancho y se preparan catutos, tortillas, mote y muday. En la noche anterior se cuentan historias y algunos relatan epew (cuentos), también hay danzas alrededor del fogón. Recuerda, que antes del amanecer, cuando los pájaros comienzan a cantar, todos se van a bañar al río. Esa agua en movimiento, se lleva lo negativo del año que pasó. Cuando, finalmente, el sol aparece por las montañas, los mapuche gritan: “¡Akuy we tripantu!” (¡llegó el año nuevo!) y “Wiñoi tripantu”, porque regresa el amanecer.

Las relaciones Tierra-Sol, sistema solar y todo lo que está más allá, nos muestran la unidad y totalidad de la que somos parte. Sin embargo, este inicio de invierno constatamos que hay un ritmo natural alterando y eso nos está enfermando. Comenzamos el invierno con pre-emergencias ambientales en muchas partes de Chile, con alimentos fabricados tapados de etiquetas negras, con sequía en varias partes del planeta y otras tantas alertas por un equilibrio roto. La naturaleza tiene un fluir que estamos vulnerando, tenemos que recuperarlo y el invierno nos da una nueva oportunidad para poder renacer en la próxima estación.

Cuentan que los chamanes se regocijan en el paisaje invernal. Ahí la montaña puede verse más cerca por el follaje desnudo de los árboles, el aire pierde temperatura para que se enfríen las pasiones y se caliente la sangre y el sol calienta débil afuera porque sus rayos van directo al corazón. En el vientre del invierno, el cuerpo se repliega para que se gesten, aclaren y fortalezcan los sueños de la primavera.

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2 Comentarios sobre “Invitación al invierno

  1. el fluir en la naturaleza … ser parte del ritmo universal, es perfecto, es justo, alcanza pa todos, cuando nos perdimos de nuestros hermanos mapuche?, tanto q nos olvidamos de leer, escuchar, oler, ver… gracias vic… x un invierno del alma ….

  2. Hermoso el articulo. Gracias por lo que nos ensena. Los terminos mapuches y las costumbres que nos relata son para aprenderlos y recordarlos.
    Bonito el paso del invierno a la primavera. Felicitaciones. Un abrazo a Victoria.

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