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Equipos y atletas de los más variados deportes entrenan diariamente para competir en sus colegios, clubes, federaciones y selecciones. Sólo como ejemplo, pienso en los casi dos mil adolescentes deportistas de Chile y Argentina que llenaron de pasión la XXV edición de los Juegos Binacionales de la Araucanía y en el reciente Campeonato Interescolar de atletismo que hizo vibrar el Estadio Nacional.

A los niños y niñas deportistas los mueve el placer por practicar el deporte que aman. Por más exigentes que sean los desafíos, nunca ese placer se debe perder.  Más allá de triunfos o derrotas, hay historias compartidas, alegría de ser parte de un equipo, orgullo de vestir una camiseta, aprendizajes por haber superado etapas, valores y mucho trabajo sostenido en el tiempo.

Los beneficios de la educación física, la actividad física y el deporte son infinitos. Según UNESCO pueden mejorar la salud mental, el bienestar y las capacidades psicológicas al fortalecer la seguridad corporal, la autoestima y la confianza en uno mismo. También permiten desarrollar una amplia gama de competencias y cualidades, como la cooperación, la comunicación, el liderazgo, la disciplina y el trabajo junto a otros.

El contrapunto lo entrega la Encuesta Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deportes (2015) que señala que solo un 31,8 % de los encuestados chilenos practica alguna actividad física o deporte, y el Estudio Nacional de Educación Física (2015), aplicado a la población escolar de 8° Básico (13-14 años), que concluye que del total de estudiantes evaluados un 45 % presenta sobrepeso u obesidad.

La actividad física y el deporte son un derecho y por eso el papel del Estado es fundamental ya que debe generar las condiciones para que toda la ciudadanía pueda desarrollarse en plenitud y sin distinciones de ningún tipo. Sin embargo, hay un eslabón clave entre la macro política pública y el niño o niña que practica un deporte: son los y las entrenadoras. Es en el espacio micro y cotidiano del gimnasio, la cancha, la pista o la piscina en que los entrenadores marcan las diferencias. Son sus poderosas decisiones y actitudes cotidianas las que inspiran, transforman y moldean a esos niños, niñas y adolescentes deportistas.

Es que el rol del entrenador es simplemente esencial. Es el guía estratégico capaz de visualizar un sueño, trazar un camino para lograrlo y motivar a los deportistas para hacer ese recorrido juntos hasta llegar a la meta. Un maratonista viejo una vez me dijo: los primeros kilómetros son sólo piernas, los segundos cabeza, y lo últimos se hacen con puro corazón. El desafío de los entrenadores tiene esa maravillosa complejidad, nunca estamos hablando sólo de entrenamiento físico. Por lo mismo, no es sólo la genética la que explica las grandes sorpresas que nos ha dado el mundo del deporte. Chino Ríos, Messi y, tantos otros, son una combinación entre componentes genéticos, psicológicos y del entorno.

Por supuesto, los caminos que diseña un entrenador son distintos si estamos hablando de un nivel de formación para el deporte, deporte recreativo, deporte de competición o deporte de alto rendimiento. Pero todas esas opciones tienen en común que deben estar construidas considerando el interés superior de los niños. Queremos niños, niñas y adolescentes felices, que se esfuercen al máximo por dar lo mejor, pero con resguardos: nunca da lo mismo cómo se logran las metas. Como todo en la vida, necesitamos confianza y amor para poder desplegar las alas y correr los límites de lo posible. También en los deportes.

UNICEF promueve el deporte como un importante vehículo para el desarrollo de la paz. Como la agencia líder mundial para la infancia, reconoce la necesidad de centrarse en la protección infantil y las medidas contra la violencia dentro del deporte mismo. En 1988 un grupo de entrenadores y especialistas en infancia elaboraron orientaciones destinadas a las personas que trabajan con niños entre seis y trece años. Son once puntos que comienzan con el derecho a practicar deportes. También identifican: El derecho a divertirse y a jugar como un niño (reconociendo las diferentes edades); El derecho a disfrutar de un ambiente sano (desde dopajes, hábitos saludables hasta “fair play”); El derecho a recibir un trato digno (absurdos autoritarismos, gritos e insultos no tienen cabida); Derecho a ser rodeado y entrenado por personas competentes; Derecho a entrenar según los ritmos individuales; Derecho a competir con jóvenes que tienen las mismas posibilidades de éxito; Derecho a participar en competiciones adecuadas; Derecho a participar en el deporte dentro de la máxima seguridad y el Derecho a no ser campeón pero también derecho a serlo.

Preguntémosle a los niños y niñas sobre la relación que tienen con su entrenador: ¿Cree en ti o te ningunea? ¿Te ayuda a encontrar aprendizaje en una lesión o te castiga como culpable? ¿Ve tu potencial o sólo remarca tus limitaciones? ¿Es capaz de construir redes de confianza o apuesta resultados inmediatos y competencias burdas al interior del equipo? ¿Arma un sueño colectivo o le basta tener una visión para sí mismo y sus pares? ¿Ve en cada deportista un ser único y maravilloso o sólo ve números y roles prescindibles? ¿Sólo entrega instrucciones o es un educador que también aprende? ¿Eres consultado y tus opiniones son consideradas en las decisiones que te afectan?

Quiero ser parte de un Chile que cree y apuesta a que el deporte y la actividad física constituyen una forma de vivir con calidad. Porque no son una actividad de fin de semana, no son sólo para una elite y no tienen como su propósito coleccionar medallas. Deseo que la nueva Política Nacional de Actividad Física y Deporte (2016- 2025) sea capaz de ser una efectiva “carta de navegación” para enfrentar los desafíos actuales y futuros de nuestro país y que pronto se traduzcan en un efectivo plan nacional con bases locales. Aplaudo a los colegios que entienden y potencian una educación integral donde la educación física es una de las múltiples dimensiones necesarias para el desarrollo de personas más felices. Celebro a los y las entrenadoras que usan su poder amorosa y respetuosamente para lograr que los niños deportistas desarrollen su máximo potencial.

 

Carta internacional revisada de la educación física, la actividad física y el deporte. Ver aquí

Política Nacional de Actividad Física y Deporte. Ver aquí

Protecting children from violence in sport. Ver aquí

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