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Al revés de lo que ha sido la tradición, mediante la cual se ofrece un grupo de personas para presidir el país, podría ser conveniente en el futuro realizar primero la descripción del cargo y luego considerar quién cumple mejor las condiciones.

La última encuesta CEP reveló que más de un 60% de los encuestados no apoya ninguna de las alternativas actuales, y ello sólo puede interpretarse de una forma.   Los nombres propuestos no cumplen las condiciones que esperan las personas y los interesados en ocupar el cargo deben ocuparse de entender qué es lo que quiere la gente.

Es sabido que los tiempos han cambiado y aunque la opinión de las redes sociales no es necesariamente lo que reflejarían las urnas, sí proporcionan algunas pistas, y es así como dentro de las primeras exigencias parece estar que el próximo Presidente sea, antes que nada, una persona decente, libre de compromisos.

Una segunda condición relativamente recurrente es que represente una forma de hacer política renovada.   Aunque se entiende con ello que debe tratarse de una persona ajena a un estilo basado en un blanco/negro de “nosotros los buenos” mientras los demás son “los otros, los enemigos indeseables”, también podría entenderse que renovación significa que esa persona no esté comprometida de forma alguna con la división que viene afectando al país desde la segunda mitad del siglo pasado.

En este sentido, si bien no se renuncia a pedir que tenga la capacidad de corregir las injusticias sociales en uno de los países con la peor distribución del ingreso, se espera que se trate de una persona orientada por el sentido común, ajena a todo tipo de ideologías que distorsione la interpretación del diagnóstico sobre los problemas nacionales.

Una conclusión directa de lo anterior es que el próximo Presidente debe estar sobre los partidos que eventualmente lo apoyen y que tenga la capacidad de poner orden tanto entre estos como entre sus colaboradores de Gobierno, todos los cuales debe seleccionar por sus capacidades y no por amiguismos, de modo que tengan su misma visión respecto a una sociedad que ha evolucionado de modo importante desde las ideologías a un pragmatismo materialista e individualista.

En resumen, que conozca las necesidades del país pero que tenga la capacidad de conducirlo de forma responsable y apropiada, que no cargue con lastres de un pasado que ya debería ser superado, que tenga una visión de futuro, sincero, transparente, con capacidad de comunicación con todos los grupos de la sociedad, que imponga su autoridad sin vulnerar la libertad ni los derechos de nadie.  ¿Será mucho lo que se pide?

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