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“Abriendo mi corazón escucho el llanto del mundo”. Con esta frase cierra el maestro Alejandro Jodorowsky la película (autobiográfica) “Poesía sin fin”. Esperaba verla. Asistí a la grabación de la escena de la fiesta de disfraces. Fue en la comuna de Recoleta, el jueves 30 de Julio de 2015. Luego de grabar,  me senté a colabora recortando estrellas  prepicadas en interminables pliegos de papel metálico dorado. Todo un día. Una extensa jornada que en la película se muestra solo segundos. Así es el cine. Así es el arte. Así es la vida.

La vida es bella, intensa y lúdica. La vida es un regalo. Eso  quiere expresar Jodorowsky. También me hice tantas veces esa pregunta ¿Qué propósito tiene mi vida? Probablemente siga dándole vueltas a la respuesta. Sin embargo, a estas alturas, digo que la vida está allí para disfrutarla. Llorar si es necesario. Reír a carcajadas, amar hasta que duela el último suspiro. Vivir con ganas, vivir con garra. No es fácil. Muchas veces nos da miedo enfrentarnos a la familia, los padres o los hermanos para decirles que tenemos una pasión por crear, por vivir la vida desde otra perspectiva. El camino se vuelve espinoso. La única certeza que tenemos se halla oculta y los versos, las siluetas, los colores, la expresión de lo que eres, rasguñan desde el alma, luchan por salir. Los años te vuelven frágil y cuando ya nadie te mira, brota la poesía, emerge el color y la forma que obligaste a dormir. Emerge la danza, la expresión de una vida creadora porque eres eso. Eres poesía, eres arte, forma y color. Eres movimiento. Eres vida.

Jodo fue  valiente. Quemó sus naves y se atrevió. “Sin un veinte y sin saber hablar francés” dio un gran paso. Gracias a Alejandro Jodorowsky tenemos a Alejandro Jodorowsky dirigiendo a los 85 años, con esfuerzo. No es fácil. Gracias a su pasión por crear. De lo contrario, nadie sabría que en la pequeña tienda de telas de Matucana el hijo del dueño escribió poemas bajo el mesón antes de suicidarse. Especulo. Nunca sabremos que hubiese sido de Jodo sin su valentía. Pero lo tenemos. Tenemos al cineasta, guionista, escritor, actor y psicomago. Tenemos creador. Tenemos poesía y tenemos  respuestas para el alma. ¿Por qué no? El alma del artista se conmueve más profundamente que cualquiera y puede ver la sutileza que oculta en sus múltiples capas, el alma humana.

En Poesía sin Fin, el protagonista es uno de los hijos del maestro en la vida real. Debe ser difícil ser artista y ser el padre,  callar la propia obra para representar al padre. Adan Jodorowsky es arte también. Arte y amor. En su representación hay poesía. Hay alegría. Es su padre y él mismo. Eso solo es posible desde la infinita generosidad del amor. El arte abre el corazón y es posible escuchar al mundo.

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