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Gracias a Freud, el psicoanálisis utiliza la expresión “matar al padre” como expresión del momento en el que la persona logra liberarse de las ataduras que ha heredado y es capaz de valerse por sí misma para enfrentar la vida.

En política, como en cualquier otro ámbito de la vida de una sociedad, debe entenderse como la capacidad de las personas de salir del área de influencia del pasado histórico y de sus protagonistas, que no es lo mismo que renegar de ese pasado, sino que se refiere exclusivamente a dejar de permitir que este lo afecte.

Eso es, en cierta forma, lo que ha venido ocurriendo en nuestro país, cada vez que se apela al dúo Allende-Pinochet para explicar las diferencias en las propuestas que pudieran hacer, pero eso significa a la vez cargar con traumas y una visión de la realidad en blanco y negra que se relaciona con los años de la Guerra Fría y no con el Siglo XXI.

Hay que insistir en que “matar al padre” no se debe entender como olvido.   Sería estúpido hacerlo, porque la historia nos entrega lecciones acerca de los errores que no debemos volver a cometer.

Lo que se debería hacer -y no se hace- es romper los moldes doctrinarios que nos han mantenido constreñidos por décadas, perdiendo energía y capacidad para resolver los problemas que afectan al país.

Si carecemos de mayor dinamismo en el crecimiento, hay que crear las condiciones para revertir una rigidez que tiene más que ver con falta de ideas y de decisión y acuerdo político, que con una discusión eterna sobre las virtudes y defectos de una u otra forma de distribuir los recursos.

Si nos quejamos de los problemas de convivencia que nos afectan como sociedad -delincuencia, drogadicción, embarazo adolescente, agresiones, morbo- lo lógico sería avanzar en la calidad de la educación porque se trata de problemas culturales.

Pareciera que enfrentamos los asuntos del presente con las recetas del pasado y sin mayor planificación para el futuro.   Matar al padre significa entonces romper el molde, darse la libertad de pensar las cosas desde una perspectiva distinta y atreverse a actuar, sin más amarras que el conocimiento de los errores de los “padres” del pasado.

Es importante, en este sentido, precisar que la renovación no es una cuestión de edad sino de actitud.  Hay personas mayores mucho más libres que jóvenes que repiten un recetario aprendido sin reflexión propia.

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Alguien comentó sobre “Matar al Padre

  1. La falta de conocimiento y experticia EN TODO, es lo único que nos hace rotar ahí mismo… y los responsables: todos… Sin conocimiento ¿puedes colocar la luz eléctrica a una casa en construcción?… hay que hacer el curso primero… hay que buscar al maestro que te ilustre. Estudiar para probar si lo que me enseñaron lo he APREHENDIDO ¿……?

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