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Me resistí por meses a escuchar un tema y menos ver un video sobre el mismo. Lo hice con la firma convicción que era toda una operación comercial.

Finalmente caí y debo confesar que ha pasado días escuchándolo y analizándolo. Me refiero a “Despacito”, esa mezcla entre raggaetón y bachata que interpreta el cantante Luis Fonsi con la compañía de Daddy Yankee (DY).

Mi caída en los abismos de la música reggatonera es producto de otra maldición de nuestros días: los videos virales. Escuché el tema a través de unos italianos que se dedican a destrozar el tema, para luego terminar cantándolo y disfrutándolo. Me provocó una gracia enorme y la curiosidad por escuchar, ahora sí, el tema desde su fuente original y ello me llevó a lo inevitable.

Escuché muchas veces la canción y es exactamente como los italianos del video viral la describen: básica, reiterativa, llena de lugares comunes, sin ningún aporte musical, un ejercicio comercial irrelevante, que ha sido un éxito que lo llevó a estar en el primer lugar de los temas escuchados en Estados Unidos y casi todos los países occidentales. En Youtube suma más de 1.700 millones de entradas, una cifra impresionante.

La canción tiene una estructura muy básica, reiterativa, repite una y otra vez la misma melodía. La letra es pobrísima y relata una historia por lo demás pedestre: un hombre quiere bailar con una mujer. Ese es el relato.

El tema se interpreta a dos voces: Fonsi, la principal, y Daddy Yankee, que hace una especie de coros e interviene para reforzar y rapear en la mitad del tema, en la sección de la letra más insinuante y burda:

“Nos vamos pegando, pasito a pasito/y es que esa belleza es un rompecabezas/pero para montarlo aquí tengo la pieza”.

La vulgaridad es total.

Todo es acompañado de coreografías muy sensuales y directas que más que insinúan una relación sexual. El video se ambienta en una costanera muy deteriorada, llena de rayados, sucia, rodeada por casas pobres y hacinadas, punteos iniciales de guitarra a la usanza flamenca, mujeres bronceadas y atractivas, ambiente tropical, sudor, relajo y tensión sexual.

Nada muy novedoso. Todo muy cliché.

Pero lo más sorprendente del éxito del tema  es las reacciones que produce en los que lo ven y escuchan. En youtube se encuentran centenas de videos que capturan las reacciones sobre el tema y llama la atención que todos, sin excepción, muestran como los comentaristas comienzan a moverse a los minutos con el ritmo de la canción. abandoned-1206402_1920

Además, algunos destacan lo bello del paisaje, las hermosas mujeres, su escasez de ropa, lo bien que bailan, lo sensual de las coreografías; que pareciera ser que los latinoamericanos la pasan muy bien, siempre bailando; que siempre hay alegría, que los cantantes tienen aspecto de gángsters y son los malos del barrio.

Al verse varios de esos videos uno concluye que las percepciones, erróneas, sobre la realidad latinoamericana se acentúan con la producción cultural que generamos.

Llama la atención que la pobreza y la marginalidad es valorada como estéticamente admirable. Encuentran bella una costanera derruida, sucia, una barriada hacinada es hermosa.

La mujer es un objeto del deseo. Las mujeres aparecen en el video como la provocación permanente para los hombres, que las desean. Es muy impactante que la primera mujer que aparece en el video, es una imagen de la Virgen María, situación que se repite en otra oportunidad en el mismo video.

Llama la atención los comentarios de los que ven el video “Qué bien se la pasan allí”, “Bailan todo el día”, “Bailan en la calle”, “Mira, las mujeres tienen piel bronceada”.

La visión distorsionada, de sexualidad desbordada, de jarana perpetua, de vida fácil, es lo que transmite el video, que se acompaña con el ritmo de la música, que inevitablemente te hace seguirlo como esporádicamente.

Descubrieron como hacer un gran negocio en base al lugar común. Verdadera música cliché.

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