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El olvido es difuso, múltiple y se instala sin pedir permiso a borrar huellas. Pero no es inexorable.

Recordaremos según lo que somos: más o menos, con mayor o menor sinceridad y con distintos grados de libertad. Pero sé que recordaremos, porque para aprender necesitamos volver a recordar lo que nos constituye.

¿Abrir el recuerdo? No para cubrirnos con velos maniqueístas con olor a añejo. Sí para encontrar miradas frescas que rescatan del olvido lo bello y desde esa energía nos vinculan con la humanidad que nos une. Sí porque tenemos la necesidad de abrir un futuro al pasado.

La memoria es selectiva, borrosa, esquiva pero también puede ser luminosa. Ese es el camino a que nos invita la obra de teatro “Mi abuelo Horacio”, una nueva creación del colectivo artístico-social AracatacaTeatro, con texto y dirección de Malucha Pinto.

Desde los ojos de una niña, vemos un poco de la historia Chile. Desde esa nieta vemos a su abuelo Horacio, a los que nunca volvieron, pero también, a todos nuestros viejos y sus anhelos por un mundo mejor.

La nieta se llama Victoria. “La Victoria” nos lleva con su cuento del corazón a mirar luces y sombras de un tiempo con pendientes. Es que la memoria más que lo vivido, es lo que las personas, pueblos, comunidades y los países recuerdan y cómo lo recuerdan.

Yo también me llamo Victoria y nací en 1971. Mi nombre tiene parte de su origen en ese tiempo en que en Chile todo estaba floreciendo (también porque todas íbamos a ser reinas). Pero por muchos años, ese vínculo palpitante estuvo silenciado. Es que los “hombres vestidos de guerra” volvieron tristes y temerosos a demasiados adultos.

Entonces esta obra, de la mano de una niña se conecta con mi niña que también amaba el naranja y el rojo mezclados con baile. Entonces, sin saber ni como, como casi todo lo muy profundo, las historias se cruzan devolviéndome ese pedazo de historia escondida. Devolviéndonos a todos, más allá de víctimas y victimarios, caminos posibles que permiten construir, conversar sobre derechos humanos y abrazar lo que somos.

Recordar no es otra cosa que continuar narrando. Por eso agradezco la generosidad de Malucha y Aracataca por su trabajo de “Memoria de luz”. Rescatando las historias de detenidos desaparecidos y ex presos y presas políticas no solo salvarnos del olvido historias como las de Horacio Cepeda, ex director de Instituto Chileno Alemán de Cultura y desaparecido en 1976, sino también nuestra historia.

No se la pierda, después de ver esta obra, no hay otra opción que ir buscar la ventana más alta para ver cuando llegue el “compañero abuelo”.

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2 Comentarios sobre “Memoria luminosa

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