Hay días eternos como internarse en el mar
en una noche bajo la lluvia.
O como recibir un balazo en una marcha por la paz
y el proyectil se niega a salir de tu cuerpo.
Hay días eternos como volver a creer
en el milagro de la reencarnación.
O como soñar que los hombres nunca más
volverán a torturar a sus semejantes.
Hay días eternos como reírse del nieto
que juega al pillarse con su perro.
O como beber lentamente una copa de vino
junto a la mujer que te ama.
Hay días eternos como la muerte de un hijo.