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Para cualquiera es evidente que la tarea de llevar una casa incluye la tarea periódica de poner orden.   Guardar lo que sirve, botar lo inútil, reparar lo que se ha echado a perder.

Lo mismo ocurre con los grupos humanos, y en una escala mayor con los países.  Es lo que ha sucedido en estos días con la decisión presidencial de sacar del equipo de gobierno a dos ministros y un subsecretario.   En este caso no es que sirvieran o estuvieran defectuosos, sino que no eran útiles para lo que el Ejecutivo se propone para los poco más de seis meses que le quedan de gestión.  El conflicto por Dominga es una excusa.

Más que la salida de estos personeros, lo que debe llamar la atención es la aparente medida de priorizar lo político sobre lo económico porque eso es una novedad,    En gobiernos anteriores se optaba por cierta prescindencia respecto de las elecciones, y poner la política en el primer lugar de las prioridades permite suponer que el Ejecutivo se enfocará en incidir dentro de lo posible y de lo estéticamente adecuado en los comicios de noviembre.

Como este es un país en el que criticamos todo, hay que recordar que antes los propios adherentes de presidentes anteriores se quejaban que su máxima autoridad no intervenía con más decisión en la contienda política.  Está en su derecho y es su deber.

En los últimos años se han implantado una serie de restricciones para que las autoridades no puedan intervenir en las campañas ni utilizar los recursos públicos en favor de candidatos determinados, pero no está prohibido que el Gobierno haga precisamente aquello para lo cual fue elegido, es decir que gobierne.

Para ello cuenta con el respaldo ciudadano que le dio un 62 por ciento en las urnas.   Ese es el dato que vale, no el 21 por ciento de respaldo que le dio la última encuesta, pero esta cifra sí tiene un valor, el de la estética. El Gobierno sabe que cualquier cosa que haga será vista con suspicacia por la mayoría de los ciudadanos y debe tener aquello en consideración, en especial si pone el acento en su gestión política cuando ya casi termina su mandato.

Si el momento es oportuno o tardío, lo dirán las elecciones de noviembre pero es claro que visto el asunto desde fuera resulta un poco inoportuno decidir recién ahora que el equipo económico no era el apropiado, en especial cuando nadie obligó al Ejecutivo a designarlo y darle la responsabilidad de conducir los destinos económicos de la Nación.

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Alguien comentó sobre “Poner Orden en la casa

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