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Recién me di cuenta de que se cumple un nuevo aniversario del plebiscito en Chile cuando votamos por el fin de la dictadura. Pero en verdad eso me ha estado dando vueltas consciente e inconscientemente en Barcelona, ante la convocatoria y la realización del referéndum por la independencia de Cataluña, considerada ilegal por el gobierno central y los partidos políticos que lo secundan, por el mismísimo rey de España Felipe VI  (que tiene la categoría de jefe de Estado) y los países de la Comunidad Europea que apoya a la España unida. No por una amplia parte de la población catalana que votó contra viento y marea  y que ha estado manifestándose en las calles.

La semana pasada, en una placita en el Barrio de Gracia leí un letrero que decía “no más 11 de septiembre” y entonces no entendí el alcance. Luego supe que  se refería a la Díada, día en que los catalanes conmemoran a los resistentes del asedio a Cataluña, por parte de las fuerzas de Felipe V (en 1715) que perseguía la corona de España frente a Carlos de Austria. Los catalanes fueron disidentes ya entonces y apoyaron a Carlos. Un gigantesco pebetero con una llama eterna  recuerda  el hecho frente a la entrada de la Iglesia Santa María del Mar.

Más allá del juego político tras esta convocatoria- cuya demanda viene del siglo XIX, según el escritor y académico de la lengua de origen catalán, Luis Goytisolo-  al debate por la independencia  se ha sumado la discusión acerca de lo que se entiende por democracia, y discursos más discursos menos, nuevamente la monarquía ha quedado en entredicho.

Manifestaciones Cataluña. Fotografía de Patricia Moscoso.
Manifestaciones Cataluña. Fotografía de Patricia Moscoso.

El emplazamiento del Presidente del Govern catalán Carles Puiddemont  al rey Felipe motivó una reacción inusitada por parte del representante del partido Popular  – el de Mariano Rajoy, Presidente del país, quien reprochó la “osadía” del  President por tratar de tú a tú al rey….

La esperada y anunciada declaración unilateral de independencia se ha pospuesto y también la permanencia de policías y guardias civiles que envió el Ministerio del Interior para “reforzar” la policía local. El fin de semana  se anuncia una marcha o concentración de los oponentes a la Independencia, que hasta ahora han sido minoritarios en los espacios públicos. Pero que están, están.

Miedo

A las diez de la noche del  lunes esperaba el cambio de luz en el semáforo en una de las esquinas de la Plaza Cataluña y vi pasar uno tras otro diez carros de policía. Dos chicos que estaban a mi lado miraron con cara de preocupación. Les pregunté si esos carros eran de ida o de vuelta. “De ida, me dijo uno de ellos, hay una manifestación abajo, donde está la sede de la Generalitat  (Plaza San Jaume) y seguramente van para allá”. “¡Coño que esto está de miedo” dijo el otro.

Pensé en voz alta que esto se estaba pareciendo a Chile y una mujer joven que cruzaba la calle conmigo, replicó. “¡Sí!”.  “Pero, argüí, una amiga que vive hace muchos años en Barcelona me ha dicho esta tarde que no hay comparación posible, que este es un pueblo pacífico y que los incidentes han sido menores y contados”.  “Y es que los europeos no se atreven a admitirlo, pero sí: acá hay represión. Y yo soy europea” respondió despidiéndose con un gesto cariñoso.

Imagina. Fotografía de Patricia Moscoso.
Imagina. Fotografía de Patricia Moscoso.

Miedo. Es una de las palabras que he escuchado en estos días, junto con democracia, cabreamiento y ahora, asedio.  Me ha impresionado sobre todo oírlo en boca de los jóvenes que a pesar de eso han estado marchando por las Ramblas y la Gran Vía  mientras corean  a viva voz en catalán, por cierto, “¡Las calles serán siempre nuestras!”.

Temor y preocupación percibí en el ambiente de los colegios tomados para que pudieran ser utilizados como locales de votación en el referéndum del domingo 1 de octubre. Temor a que pudieran secuestrar las urnas, como ocurrió en algunos lugares, apenas llegaran a los locales; que las requisaran junto con los votos emitidos durante todo el día; que llegara la Guardia Nacional y aplicara la fuerza bruta, esa que quedó registrada en imágenes de video y fotografías en la prensa nacional  e internacional. Entonces, como a modo de conjura, surgía fuerte y el cántico de No tinca por (No tenemos miedo). O el Botaren (Votaremos).

Piolines y cabreados

Impresas, escritas en carteles precarios de cartón, pintadas sobre murallas, en lienzos y banderas colgados desde los balcones,  las palabras democracia y libertad de expresión aparecieron tan pronto como el gobierno comenzara a requisar el material que debía usarse para votar y se conociera el anuncio de envío de tropas de policía a Cataluña, luego que los Mossos d’Esquadra declararan que no aplicarían fuerza contra sus coterráneos.

El regreso. Fotografía de Patricia Moscoso.
El regreso. Fotografía de Patricia Moscoso.

Mi primera aproximación directa al tema fue en el bus que me traía desde el aeropuerto El Prat a la ciudad, cuando el chofer tuvo que desviar su recorrido a causa de las manifestaciones del 28 de septiembre. Mi compañera de asiento, que venía de Galicia para las clases presenciales de un magíster en Ciencias Sociales, comentó: “Uno puede estar a favor o en contra del referéndum y la independencia, pero su prohibición solamente sumará votos a la causa. Si se hubiera actuado de otra  manera quizás incluso habría ganado el No”.

Ese argumento lo volví a escuchar una y otra vez. El viernes por la noche Adriana, profesional de  unos 45 años que hacía guardia en un colegio de niños y niñas para resguardarlo como local de votación, me habló de esta rara alianza entre partidos de izquierda, como la CUP, y de derecha, además de los tradicionales de izquierda, los independentistas y los de centro, con una sola causa común: hacerse oír (y cosechar votos, por cierto). “Y es que ya estamos cabreados de que no nos escuchen, de que nos pasen por encima. Y no han sido solamente los gobiernos de derecha;  también el PSOE. Tratar de impedir el referéndum ahora, con todas las medidas de fuerza ha sido la piedra de tope”. Ella que no era militante sino simpatizante de un partido de izquierda- el que representa a una la izquierda asambleísta que seduce a muchos jóvenes- pensaba que si no hubiera habido tantas cortapisas se habría podido buscar una nueva salida, pero así las cosas no quedaba más que defender el derecho a expresarse.

En aquella  escuela padres y  apoderados estaban en vigilia desde la mañana y para justificar la “toma” habían ideado múltiples actividades de recreación y educativas: desde campeonatos de ajedrez a cursos de manualidades.

En otra escuela, Ana me comentó que Rajoy se había convertido en una máquina de hacer votos para el Sí, la opción calcada con esténcil en casi todos los cruces de calle, en el barrio donde se encontraban varios de los lugares de votación. Esa y la de Piolín, el canario de Disney ,asociado a la guardia nacional, tras conocerse que uniformados venidos desde fuera de Barcelona estaban alojados en un barco y que tenía pintado al pajarito a un costado….

Cartel. Fotografía Patricia Moscoso.
Cartel. Fotografía Patricia Moscoso.

Votarem

La figura de un gobernante en un extremo y los gobernados en otro me quedó rondando y lo recordé al ver un fresco del s XIV  en la colección de pinturas góticas del Museu Nacional d’art de Catalunya, que se precia de tener una de las más importantes colecciones de arte de ese período (es impresionante en realidad y muestra la pujanza de un reinado y siglos después de un estado que decidió invertir en el rescate de su patrimonio). Había pasado poco antes por otro liceo, cerca del Montjuich donde está el Museu, y había visto un instructivo para votar el domingo 1-0 y còmo reaccionar frente a las fuerzas policiales. Confieso que tuve un sobresalto porque  era tan parecido a nuestros instructivos previos al plebiscito de1988.

El domingo a las cinco y media de la mañana ya hubo gente afuera de los locales de votaciòn. A las nueve, hora en que debían abrirse los locales, volvì a los lugares donde habìa estado el día anterior. Centenares de personas estaban esperando que se abrieran las puertas con paraguas y capas de agua (se anunciaba lluvia), algunas provistas de termos y de banquitos pensando en una espera que podìa prolongarse

Aun impactada por el instructivo del dìa anterior, por los preparativos sigilosos que habìa visto y oido, con la alarmante noticia del desembarco de un nuevo contingente de policías le preguntè a una mujer que estaba esperando junto a su hijo en las afueras del liceo por la memoria del miedo, aquella asociada al el franquismo y la Guerra Civil. Respondió que en Cataluña su generación vivió algunos años bajo el franquismo más duro, pero había sido mucho menor que lo que sufrieron sus padres quienes ya no hablaban de aquello; los hijos, en cambio, crecieron en una sociedad de bienestar y sin amenazas: “No saben de miedo. No tienen miedo” me dijo.

Lo que fue ocurriendo a lo largo del día, y que mostró luego la televisión cambió las cosas. A eso de las ocho, en la Escuela Técnica e  Industrial de Barcelona (uno de los locales de votación más concurridos) la tensión vivida durante toda la jornada ya había bajado y el temor había cedido paso al jolgorio celebrado con gritos de ¡Y ya votamos. Un chico nacido circunstancialmente en Albania, de padres catalanes, dibujaba afanado lo que ocurría a su  alrededor; una pareja de universitarios –Gema y Maikel- comentaban los acontecimientos:

– Este miedo que he pasado hoy es algo que no se puede expresar. Lo están comparando con la España franquista, cuando la gente tenía miedo salir a la calle. Mis padres y mi hermano no han dejado de salir. Nos han dicho que la respuesta de la policía ha sido proporcional a lo que hemos hecho y lo único que hemos hecho es estar quietos levantando las manos y protegiendo las urnas- dijo él.

– Son muchos años en que han intentado desplazarnos. Yo no sé de política, ni de economía, quizás algo de historia. Ellos (el gobierno central) se quejan de que estamos creando una rivalidad con España, pero son muchos años en que estamos pidiendo que lo que damos al país sea proporcional a lo que nos entregan y siempre la respuesta ha sido negativa. ¡Hemos venido a votar porque creemos que expresarnos es un derecho fundamental!.- agregó ella

Independencia. Fotografía Patricia Moscoso.
Independencia. Fotografía Patricia Moscoso.

Represores y chapuceros

No hubo miedo en las multitudinarias marchas y concentraciones convocadas por la Taula por la Democracia, el martes 3, dos días después de las votaciones aunque sí fuertes discusiones  durante el día en el  tono: “Esto es culpa del referéndum chapucero que convocaron”. Y su réplica: “¡Qué quiere usted; que nos quedemos callados como en la época de Franco cuando tenían prohibido hablar en catalán?”

Tanto los chicos que hicieron ondear desafiantes la bandera republicana, mientras un helicóptero policial sobrevolaba la multitud a eso del mediodía, como los que portaban la bandera catalana amarrada al cuello y los mayores que nuevamente pidieron a gritos la independencia estaban conscientes de que el domingo marcó un punto de quiebre en lo que un editorial del periódico La Vanguardia nombró como el “empate infinito” entre el independentismo catalán y el estado Constitucional. Las extendidas marchas, no solamente en Barcelona sino también en otras ciudades de Cataluña, el paro casi total, el cierre de carreteras  mostraron una población decidida a hacerse oír. Por eso el discurso del rey Felipe cayò mal. Y también la posición de los países europeos que piden respeto a una institucionalidad, marcada por una Constitución que según muchos catalanes ya está obsoleta

Respeto, tolerancia, diálogo son palabras que se han incorporado a los discursos. Respeto, es lo que demandan los catalanes que han salido a las calles y, por el otro lado, exigen desde el gobierno central que anuncia penalidades frente a la posibilidad de una declaración unilateral de Independencia por parte de las instituciones del gobierno catalán. El trasfondo económico tras la reivindicación de autonomía (los independentistas también manifiestan su descontento porque aportan mucho a la economía del país y reciben poco a cambio) también podría ser afectado por la amenaza de bancos e inversionistas  anuncian su retirada  frente a la crisis. No es un asunto menor.

Un cartel colgado el miércoles frente al Obelisco de Diagonal con el Paseo de La Gracia, en Barcelona, parafraseando Imagine, la canción de John Lenin, cobra vida: “Imaginemos que Europa apoya a la democracia… You may say I’m a dreamer”. Pero también resuena la historia del asedio a Cataluña en la guerra de 1700. Trece meses resistieron entonces los catalanes ¿Cuánto resistirán ahora?

En la explanada frente al Macba (Museo de Arte Contemporàneo de Barcelona) ajenos a la contingencia decenas de chicos hacen piruetas en sus skates. Adentro, los poemas visuales de Joan Brossa ponen en tensiòn los lenguajes y las situaciones y ritos de la vida cotidiana con una certera y vigente mirada polìtica.

Cataluña. Fotografía de Patricia Moscoso.
Cataluña. Fotografía de Patricia Moscoso.

Actualización del 9 de octubre

Quienes gritaban orgullosos y desafiantes en Barcelona “Las calles seràn siempre nuestras”, la semana pasada, ahora saben que deben compartirlas. Quienes no conocìan el miedo y lo vivieron el domingo 1 ahora estàn sintiendo otro temor: aquèl que provoca la huìda de capitales y que puede traer consigo una nueva crisis econòmica. El miedo a perder los empleos, a perder beneficios sociales, a que la situaciòn se polarice aùn mas està muy presente. Y ayer cientos de miles desfilaron por eso. Las banderas españolas fueron el hit de las ofertas callejeras, las de cuneta, este domingo y los vendedores ambulantes que comenzaron a venderlas a cino euros por la noche las remataban a dos o uno… “para que se la lleve”.
Ya a las nueve de la mañana comenzaba a llegar gente descendiendo desde los trenes de acercamiento o del metro para converger en la Plaza Cataluña. A esos de las ocho de la noche aun quedaban algunos rezagados luciendo la bandera nacional en los cafès del Paseo de Gracia o en la Rambla . Hoy en los bazares ondean ambas : la española y la catalana. Y que cada cual elija…

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