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¿Es mi niño?
No, no es mi niño.
¿Es tu niño?
Tampoco es mío.

Porque este niño no tiene rostro. Nació en alguna parte, en algún lugar que no importa

Nació con  la mala estrella de la pobreza , esa que tiene el absoluto poder para invisibilizarlo porque nadie reclamará nada por él y cuando él reclame , ya será muy tarde.

Cuando viva en el hogar aprenderá a esconderse, callar, hacer trampas  y aguantar hasta salir de ahí.

Aprenderá a que la vida es dura y que se sobrevive sin  pensar, sin sentir.

Aprenderá en el colegio a ser un apellido con olor, sabor y color de nada. Nadie irá a hablar con una profesora, nadie se preocupará de su ropa, de sus materiales, de sus pequeñas y grandes  necesidades, porque el es hijo o hija de nadie y nadie entonces responde por el. Durará poco ahí, la calle es el único lugar posible.

Entonces si tiene suerte, encontrará en la calle a una familia integrada por niños como él,  hijos e hijas de nadie.

Cometerá  un delito menor, un robo pequeño al principio.

Estará detenido, deberá venir a firmar, pero nadie no es alguien y el desaparecerá del sistema hasta el nuevo pequeño delito, ahora un poco mas avezado, mas grande, para quizás tener un teléfono o un reloj grande o zapatillas nuevas, o un poco de pasta que compartirá con su familia,  la única familia de nadies.

Uno de ellos entrará a robar pañales a una distribuidora. “copete” y pañales, suena la alarma, los pillan arranstrando por la ciudad  una carretilla  llena de “copete” y pañales.

Debe venir a firmar. ¿Qué es firmar? Se arranca, se arma una vida, alguien despues de algunos años lo detiene en un control de identidad, el ya tiene trabajo por ahí picando leña ya tiene un hijo, quizás ahora si se arma una vida.

Pero no,  debe pagar eso que dicen que hizo, va a la carcel por tres años y un día. No entiende al abogado que le ponen, habla muy rápido.

Lo único que sabe y que todos saben y por eso arrancan, es que deben pagar.

Como dice Fernando Paulsen,  esta realidad abruma.

Hay una cascada de responsabilidades

Hicimos todo lo que pudimos hacer y no fue suficiente.

Dice Alejandra Pizarro en esta conversación que  los chilenos y chilenas debemos escuchar y conocer

 

Perdemos la capacidad de asombro y nos vamos ahogando en nuestra propia sobrevivencia. Aprendemos a vivir con las deudas millonarias que ya dejan de importarnos. Deudas propias, por estudiar, por el auto, por la casa, por la operación, por la ropa la comida, por los viajes de las vacaciones.

Por eso, estas otras deudas de nuestra comunidad con estos grupos de hombres que sobreviven tomando alcohol en las calles, de estos jóvenes que  se agrupan en la esquina para encontrar familia, de estas niñas mujeres estacionadas en cualquier parte y que duermen bajo el puente, importan y ocupan a muy pocos.

“Vayan y vean” dice Alejandra Pizarro. “Salga de esta silla y si el tema le interesa y si usted quiere alegar vaya y visite a los niños, conozca donde y como viven”.

Dicen que somos un país desarrollado, pero los verdaderos problemas van quedando encerrados hasta que estallan. Los medios se llenan de noticias hasta que la noticia desaparece y continúa todo tal y como era.

La injusticia manifiesta de estos hijos e hijas de nadie que mueren por falta de atención, un olvidado hijo de nadie  que paga tres años y un día de cárcel por robo mientras la mujer homicida de mi amigo, despúes de seis meses en la cárcel sale libre.

Ella tiene buenos abogados y dinero para pagarlo.

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