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este domingo votaré POR PRIMERA VEZ desde 1970. sentimiento curioso, por decir lo menos. como pegar un salto en el vacío entre Allende y 2017. la dictadura y 34 años de ausencia involuntaria a 14 mil kilómetros de distancia borrados de una plumada entre un voto y otro. iré con mi amiga Ximena al consulado chileno de Frankfurt, con suerte a solo 4 horas de viaje ( de ida) y ojalá sin temporal de nieve, como me tocó hace unos días. y aunque sigamos con la constitución de Pinochet, votaré tranquila sabiendo que NO podemos repetir los mismos errores de entonces, no podemos seguir desunidos peleando por banalidades. si muchos jóvenes se abtienen de votar, adentro y en el exterior, he aprendido a respetar sus decisiones. si sienten desilución de la política chilena es que quizás no los hemos integrado. quizás no somos ejemplos a seguir. quizás hemos fallado como generación. o no hemos fallado. dimos todo con el vértigo de nuestras utopías durante la Unidad Popular, bajo la terrible oscura dictadura, en el exilio, bajo la nueva democracia… y seguimos desunidos. sin embargo, miro mi territorio desde lejos, tan lejos, con tanta carga de nostalgia. y lo que veo me gusta y mucho no me gusta. cuando miro el planeta tan indignamente herido, siento más ternura por mi larga y angosta faja de tierra y sus cronopios queridos, sus espantosas desigualdades e injusticias, sus maravillas, su belleza, su fantasía, su creatividad, su ternura desbordante. su naturaleza que deja sin aliento. hablo desde la nostalgia, lo sé. Chile como un espacio utópico. lo veo desde el territorio lleno de refugiados en el invierno del norte, desde los mercados de navidad en la nieve con camiones atravesados en las calles principales y policías armados hasta los dientes, para prevenir atentados terroristas. acostumbrándonos a este cotidiano en que el terrorismo es parte del paisaje, del riesgo de cruzar cualquier calle. y te subes a un bus y te sientas al lado de un africano con mirada de pozo y tratas de imaginar cómo cruzó de Africa a Europa en alguna barcaza y sobrevivió quizás entre ahogados, o fue violado antes, o caminó por muchos países en condiciones bestiales varios años hasta llegar al asiento de bus que comparte ahora conmigo, entre lucesitas de navidad en la nieve alemana. pienso en el perseguido pueblo mapuche en mi Chile, en los haitianos recién llegados … y me digo: ¿de qué se trata, al final? ¿no se trata de vivir con dignidad, una dignidad mínima, compartida, donde quienes pasan hambre, sin escuela, sin trabajo, sin territorio, a veces sin su lengua, sean del color que sean, sea donde sea que estén, en Chile, Latinoamérica, la Bestia de México a EEUU, Africa, Europa, huyendo, igual dónde… ¿de qué se trata, al final? ¿no se trata acaso de respetar nuestras diferencias en vez de tomar el serrucho? ¿no se trata de defender esa cosa pequeñita llamada dignidad, llamada esperanza, llamada utopía, llamada ternura? ¿no se trata de curar heridas (las del cuerpo, las del alma, las que causamos a la naturaleza)? ¿no se trata de crear nuevas melodías en vez de tocar nuestros discos rallados (ese de darle cabida solo a mis amigos con mis viejos gastados discursos y que se jodan los demás)? quisiera aprender a callar, a oír y sentir los latidos del mundo. quisiera aprender. lo seguiré intentando. me gusta ver a jóvenes chilenos lejos de su territorio que trabajan tan duro y con pasión para ser buenos músicos. otros que luchan -lejos-por los hijos en el vientre y lo que viene. los que quieren ser buenos profesores. me gusta ver a los que luchan. a los apasionados con sus verdades. aquellas verdades que nos hermanan. aquellas que nos hacen crecer al compartirlas. entonces ¿de qué se trata, al final? para mí está claro por quién voy a votar el domingo por primera vez desde 1970. porque creo que el voto -ese derecho aparentemente pequeñito que me robaron desde 1970- es la expresión más sana de una democracia. pero eso lo entiendo después de un largo viaje. un largo viaje.

*Isabel Lipthay es escritora, cantante en el Duo Contraviento, periodista, profesora. Vive en Alemania.

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