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Es una cruda noche de invierno en la Reserva Wind River de Wyoming, y la cámara se acerca a una mujer que huye descalza hundiendo sus pies descalzos en la nieve hasta caer muerta. La toma cenital se aleja y sabemos de inmediato que se ha cometido un crimen en la soledad del desierto nevado. Nada de descripciones latosas y ya estamos metidos en la historia. Primer mérito de Viento Salvaje, captar de inmediato la atención del espectador, tarea nada fácil y en la cual fracasan muchos aspirantes a narradores. La premisa inicial no es novedosa, por cierto. Es el clásico relato whodunit que finalmente nos lleva a descubrir quien o quienes fueron los autores del crimen. Lo que hace destacar a este segundo film como director de Taylor Sheridan es la apuesta por narrar una historia convencional con un tono de desesperanza y tragedia que a partir de la opresiva inmensidad del paisaje nevado se transmite a los personajes, que recuerdan a los creados por Hemingway y su herida existencial, esa idea de que los seres humanos estamos destinados a perder pero debemos caer en nuestros propios términos.

Los personajes de Viento Salvaje son representativos de este pesar hemingwayano, espejo de la soledad y dureza de la región que habitan. Cory Lambert, interpretado por Jeremy Renner en la mejor actuación que le hemos visto, es un cazador que trabaja para el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. Irónicamente, su tarea no consiste en cuidar la fauna nativa sino en matar lobos, coyotes y otros animales salvajes que amenazan al ganado doméstico. Carga con el recuerdo de haber perdido a su hija mayor, también desaparecida en la nieve después de haber sido violentada por desconocidos. La conexión con la reserva india es su ex esposa de la etnia nativa, de la cual está divorciado y mantiene una relación distante. Después de descubrir el cadáver de la joven india e informar al jefe de policía de la Reserva, éste pide ayuda el FBI, y entra en escena la agente especial Jane Banner, interpretada por una eficiente Elizabeth Olsen. La novata agente se encuentra con una papa caliente en las manos y con la desconfianza de la policía local, que no termina de confiar en ella y lo que representa, pero a pesar de su inexperiencia se las arregla para ganarse la confianza de Lambert y el jefe Ben, encarnado por Graham Greene.

Las actuaciones de estos protagonistas y los secundarios, que mantienen un alto nivel, y el uso de la fotografía que destaca la inmensidad y pequeñez de los personajes, son lo mejor de este relato que Sheridan construye con economía de recursos, y que representa un paso adelante después de haberse encargado de los guiones de Sicario y Hell Or High Water. Su narración es más bien lineal y el conflicto se resuelve sorpresivamente no al final, sino por medio de un flashback cuando han transcurrido tres cuartas partes de la película, culminando en un epílogo de alta violencia a lo Tarantino, discípulo a su vez de ese maestro de la violencia que fue Sam Peckinpah.

Es probable que a Wind River le falte espectacularidad y se asemeje a varias otras películas de westerns crepusculares o thrillers como Fargo, pero aún sin llegar a las alturas de la obra de los hermanos Cohen, Sheridan construye un relato eficiente y efectivo, que se deja ver con interés desde la secuencia inicial hasta el epílogo, y en una época dominada por la satisfacción instantánea, darse tiempo para contar una historia sin efectismos es de por sí un mérito digno de destacar.

 

Ficha técnica.

Título original: Wind River. Director: Taylor Sheridan. Guión: Taylor Sheridan. Con: Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, Graham Greene, John Bernthal. Director de fotografía: Ben Richardson. Música: Nick Cave, Warren Ellis. Países: EEEUU, Canadá, Reino Unido. Duración: 107 minutos. Calificación: 14 años. Color.

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