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En marzo asistí a una interesante ceremonia. En la biblioteca municipal se iba a premiar a la creadora del primer himno de Algarrobo, balneario situado a los pies de los viñedos de Casablanca y muy cerca de los ecos portuarios de San Antonio y Valparaíso. Mientras el sol se sumergía en el horizonte, los asistentes fueron ingresando como gotas de mar a la casona de roja prestancia conventual. El acto se inició con retraso y sin prisa, lo que favoreció los apretones de manos, besos y animadas conversaciones entre el único senador presente, las autoridades marítimas, bomberos, carabineros, dirigentes vecinales, comerciantes, amigos, curiosos y unos pocos santiaguinos que estrujaban el “alargue” de su veraneo. Como suele suceder en localidades de diez mil habitantes, los discursos se multiplicaron como el pan y los peces bíblicos. Contra la costumbre, el más breve fue el del alcalde José Luis Yáñez (“Es que es nuevo en el cargo”, lo excusaron sus seguidores). Para el final quedaron el compositor de la música, Santiago Vera-Rivera y la autora de la letra, Catalina Mayorga. Más aplausos y las voces del coro, dirigido por Juan Carlos Torrealba, entonaron la primera interpretación del himno destinado a identificar a los habitantes de Algarrobo. El cóctel tuvo el encanto de los canapés decorados con “mano de monja”, queque casero y las bebidas de rigor. Algo especial había en esta ceremonia. A pesar de su sencillez, era parte de una profunda búsqueda por simbolizar la historia y esperanzas de una ciudad. Una forma de sacudirse la imagen de lugar de paso y de esparcimiento para los agotados habitantes de la Región Metropolitana.

Catalina

La recuperación del nombre

Sin conocerse, Alex Mella y Catalina Mayorga vibraban en una misma sintonía. Mella, como representante de los “nacidos y criados” en Algarrobo, había comprobado con disgusto que los jóvenes residentes ignoraban que el Algarrobo es un frondoso árbol nativo, primo de una variedad europea, y que abundaba en la geografía del litoral. Poco a poco, las construcciones y talas lo fueron alejando del área urbana y de la memoria. Mella golpeó puertas hasta lograr la convocatoria de las mejores plumas para cantar al “alma mater” de la ciudad. Un esfuerzo por rescatar la historia en la que no estaba solo,  pues en el 2006 la Corporación de Desarrollo Cultural había lanzado “El libro de Algarrobo”, una investigación del profesor y folclorista Manuel Danneman, que es la gran obra sobre el balneario. Era el momento de avanzar hacia el himno. Catalina Mayorga leyó las bases y decidió participar. Ella había sido una asidua veraneante de la zona. Ex bailarina, profesora de inglés y traductora, se había mudado junto al mar en el 2013. Ya viuda y con hijos grandes, deseaba cumplir el sueño postergado de dedicarse a la literatura. Motivada, ingresó a los talleres de la  Fundación Pablo Neruda en Isla Negra, donde poetas como Marcelo Mellado y la ganadora del Altazor, Damaris Calderón le dieron una muy buena acogida. El escribir sobre el entorno la obligó a prestar atención al paisaje, a la gente y… claro, a los algarrobos. Como recién llegada, asistió a un par de convocatorias municipales destinadas a la participación ciudadana en proyectos culturales. Sobre eso, ella dice: “Recuerdo que en las sillas del lado derecho se encontraban los nacidos y criados aquí. En las filas de la izquierda, estábamos los afuerinos. Aunque todos teníamos ganas de hacer cosas por Algarrobo, había un clima de tensión”. Esta actitud es parte del conflicto emocional que afecta a los residentes cada verano. Aunque saben que los visitantes mueven la economía, todo se llena de basura, las calles colapsan y los ruidos no dejan descansar. Los afuerinos,  por haber sido alguna vez parte del apodado “tsunami santiaguino”, reciben esa sanción tácita. Dos años después de esos encuentros, Alex Mella pudo concretar el concurso para el himno. Como Catalina sentía el peso de ser afuerina, se dirigió a la biblioteca y estudió el libro de Dannemann. Recordó que tenía pendiente encontrar árboles de algarrobo en Algarrobo. Sin ellos, no podría inspirarse.

algarrobo

Una búsqueda laberíntica

Catalina dirigió sus pasos a la oficina de Cultura de la Municipalidad para inquirir  dónde estaban los algarrobos. Al encargado le molestó la pregunta y le señaló los jardines. En su inspección, la escritora constató la ausencia del árbol en el exterior. Resuelta, consultó a otros empleados edilicios, pero ninguno sabía si quedaba algún algarrobo en la comuna. Catalina regresó a la oficina de Cultura y le sugirió al funcionario iniciar una campaña para plantar algarrobos. Después de todo, lo mínimo para rescatar las raíces de una comunidad es promover el árbol al cual se le debe el nombre. Esta vez, el encargado se molestó en serio. Comprensible. No pocos se burlan y dicen que el nombre deriva de la plaga de algas que infecta las playas y al aumento de los robos. De allí la palabra Alga-Robo. Como la ex bailarina y profesora no es de las que se quedan en la broma, se dirigió hacia el sindicato de pescadores, quienes la enviaron a la plaza de la ciudad azul. La romántica denominación señala al sector “duro” de Algarrobo. Encontró la plaza, pero no los árboles. Sin desanimarse, se fue a conversar con dos botánicos de la Universidad Católica. Alguien se los había recomendado como expertos en el tema. Ellos le describieron en detalle las hojas, flores, frutos y las propiedades medicinales del algarrobo chileno, pero no supieron decirle dónde podía encontrar uno en el balneario. Finalmente, una tarde en la que caminaba por la costanera que lleva a la Cofradía Náutica, Catalina pasó a comprar un café en el kiosco de “Doña Rita”, el más antiguo del lugar. Las hijas y herederas de la fallecida Rita, le dijeron que su madre había plantado uno en 1960, en la quebrada detrás del kiosco. ¡Catalina no lo podía creer! Frente a ella se erguía el buscado y tal vez único algarrobo de la ciudad. Imbuida por la magia del momento, tomó un taxi colectivo y trabó conversación con una pasajera de Tunquén, quien dijo ser artesana en madera. La pasajera, conmovida por la historia, regresó pocos días después al kiosco, con el nombre del árbol y de doña Rita tallados en un cartel, el que lució flamante hasta la llegada del verano. Entre risas y juegos, los turistas lo bajaron a piedrazos. Las hijas de doña Rita lo guardaron en el kiosco para evitar que en alguna fogata playera. Salir en búsqueda del pasado no es fácil, pero tiene sus frutos para el que persevera. (Del futuro libro Devaneos testimoniales (des) esperanzas algarrobinas)

Himno de Algarrobo

Campomar eres tú Algarrobo
Fuerte roca milenaria a tus pies,
Humedales y esteros te surcan,
Nutritivos verdores y miel.

Tus mañanas melodiosas de trinos,
Aire puro respirando a placer,
Horizontes azules despliegan,
Alas de ángel danzando al vaivén.

Las estrellas tus noches coronan,
En el día tú las puedes ver,
Son diamantes bañados de olas,
Centelleando en la mar cada vez.

(estribillo)

Algarrobo eres árbol de vida,
Tus raíces son mías lo sé,
Alimento de tierra tú eres,
Alimento de mi alma también.

vista

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9 Comentarios sobre “El himno, la playa…y un Algarrobo (casi) perdido

  1. Felicitaciones a Alex Mella autor de esta iniciativa y padre del Himno y hago extensivas las felicitaciones a Catalina Mayorga por la bonita letra fruto de una gran pluma literaria. Debo contarles que el año pasado traje del vivero forestal de la Conaf ubicado en la localidad de Cuncumen, varios ejemplares de Algarrobos y estan plantados en el patio de mi casa y otros en casa de vecinos en el sector Bosques de Algarrobo donde yo vivo. Tengo tres ejemplares disponibles por si alguien se interesa puede contactarse conmigo. Ojalá podamos ir reforestando y dejar un legado a las generaciones futuras.

  2. Notable testimonio de lo acontecido en este bello lugar del litoral central. Catarina Mayorga nos da en ejemplo de inspiración y perseverancia en los propósitos que nos proponemos. Felicitaciones a la autora de este valioso artículo.

  3. Que maravilla tener un himno de nuestro querido Algarrobo, que linda letra tiene, de verdad a mi me ha alimentado el alma desde hace muchos años, desde que naci veraneando aqui, creo que no soy de los “nacidos y criados” sino de los “afuerinos criados” en Algarrobo, lo que igual me hece sentirme 5parte de esta linda tierra. Felicitaciones

  4. Que linda historia Pilar querida! Como siempre tu estilo de escritura entusiasma y entretiene! Gracias a Catita por su aporte y creatividad! Las admiro👏👏👏👏👏

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