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Pablo,

Nuevamente nos vuelves a reunir como en muchas ocasiones. En esta misma Universidad. Como cuando, de pie en el gimnasio o en el casino, nos dirigías tu palabra con la claridad de una profunda convicción: la de la No Violencia Activa. Aunque siempre me dio la impresión de que no era activa; en tu caso era super-activa. Un dinamismo en la palabra, pero también en la acción.

En mi memoria está la histórica toma pacífica de la universidad hecha por la Federación de Estudiantes el año 1985. Ella significó la ocupación paulatina de todos los campus de nuestra casa de estudios y que terminó con nosotros, representantes del estudiantado, en una reunión en el Arzobispado de Valparaíso e increpados por esta audacia con el argumento que aquello podría significar el regreso de los militares a la universidad. Los dos, con ojos humedecidos en la tensión. Y tú, con esa claridad meridiana, señalando a la autoridad eclesiástica la inminente renuncia de la FEUC-V.

¿Cómo expresarnos en ese contexto si salíamos a la calle y nos golpeaban? ¿Y si nos tomábamos la universidad, en forma pacífica, nos desalojaban? La reunión concluyó con el respaldo de la autoridad eclesial a las peticiones de la Federación de Estudiantes y la renuncia de Raúl Beltersen Repetto, rector delegado del régimen militar y redactor de la Constitución del 80. Y fue un cambio de rector y el inicio de una nueva etapa en la universidad. Y fue principalmente un triunfo del Movimiento Estudiantil. Relato estas memorias para testimoniar tu profunda convicción en los momentos límites.

Así construía nuestro Pablo Andueza su liderazgo.

Hombre del Puerto y ciudadano ejemplar. Aquí está nuestra tribu. Aquellos que pensamos que la unidad social y política del pueblo no era un invento de Tomic, sino nuestro. Y que en la universidad se llamó M-14, Movimiento 14 de Junio. En donde todos los bomberos posteriores a ese gran incendio que fue el 11 de Septiembre, estábamos dispuestos a dar la vida en busca de ese Chile libre que logramos entrever ese maravilloso 5 de Octubre de 1988 y posteriormente el paso a una naciente democracia. Ese fue nuestro triunfo y lo logramos. Heredamos una dictadura en larga noche oscura y entregamos un país para la democracia, y con arco iris.

Después de aquello, algunos dirán, necesitamos del tiempo para ordenar nuestras vidas consumidas en esa lucha extensa y ardua. Fuimos padres, tuvimos familias, nos dispersamos en una transición de extrañas lógicas. Bien podríamos decir en palabras de los creadores valdivianos: Schwenke y Nilo

“Nos fuimos quedando en silencio / nos fuimos perdiendo en el tumulto / nos fuimos acostumbrando a aceptar lo que dijeran / nos fuimos perdiendo en el tumulto / se nos fue pegando la avaricia / y con ella también la injusticia / nos gustó los artefactos que ofrecían las vitrinas / y se fue apagando nuestro canto.”

Nos soltamos de las manos y dejamos de ser hermanos.

En este escenario nuestro querido Pablo fue marcando con su testimonio sus opciones. Profesor universitario. Defensor de un Valparaíso y sus iniciativas que buscan presencia propia frente al centralismo. Pablo, arriesgando su estabilidad laboral, defendiendo la ex-cárcel, luchando por los proyectos emblemáticos de la ciudad, exigiendo respetar su calidad de Patrimonio de la Humanidad, expresado todo ello en muchos escritos que emergían de su pluma. Porque Pablo era un intelectual orgánico de esta ciudad. Un hombre con voz y opinión propias. Soñando una costanera para el disfrute de todos los ciudadanos de Valparaíso. Un regreso al destino marítimo del Puerto. Un tenaz defensor de su cerro y dirigente de su Junta de Vecinos. Un hombre que compraba el pan en la panadería Guria y subía a su cerro en colectivo.

Pablo, marcaste distancia en muchas direcciones. Tenías la fortaleza para mostrar, en tu soledad, un liderazgo de valores y convicciones profundas. Tus ideas no estaban en venta. Rechazaste ser candidato en muchas ocasiones – fui testigo de varias – por no perder ese sagrado vínculo con tu familia y la felicidad cotidiana de ella. Ese era y es tu gran tesoro.

Pablo, eres un ciudadano que ilumina nuestra ciudad. Tenemos labor para la casa en relación a tu legado y tus ideas. También lo seguiremos teniendo como generación. No sabemos qué vamos a hacer. Solo que tenemos que caminar.

Hoy estamos aquí y nos vuelves a reunir como lo hiciste aquellos años. Muchos hemos acudido a tu llamado. A tu llegada profunda a nuestros sentimientos.

Hoy nuevamente te decimos: Gracias por ser parte de nuestras vidas. Gracias a tu familia por la paciencia y por dejar compartirte con todos nosotros.

Estarás entre los grandes de Valparaíso:
Salvador Allende, Luis Emilio Recabarren, Alberto Rojas Jiménez.
En el paso de Violeta Parra y Pablo Neruda.
En Lukas, Ennio Moltedo y Humberto Giannini.
En Aldo Francia, Margot Loyola, Gitano Rodríguez, Sara Vial y Jorge Farías.
En Payo Grondona, Ángel Parra, Toño Suzarte y Carmen Corena.
En Andrés Aninat, Alfredo Hudson y Patricia Castillo.
En todas ellas y ellos y en tantos más que viven en nuestros corazones.

Ellos te recibirán, querido amigo. Esta es tu tribu de los más nobles hombres y mujeres que ha dado este Puerto a Chile.

Un gran aplauso por Pablo Andueza Guzmán, el guardián del horizonte.

Patricio González.
Ex Secretario General (1984) y Vicepresidente(1985)
Federación de Estudiantes UCV. FEUC-V.

Universidad Católica de Valparaíso
Miércoles 31 de Mayo – Otoño 2017.

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