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Una vida se hace con muchas otras vidas. Entretejidas, unas con otras, vamos construyendo una historia propia y aportando a un gran torrente colectivo. En ese camino, rendir homenaje a las mujeres que nos inspiran resulta imprescindible para visibilizar su legado y agradecerles lo avanzado.

Encontrarse con otros, en esos encuentros en los que cambiamos juntos, es un privilegio. Y yo tuve la suerte de encontrarme con Litta Goljberg. Como suele ocurrir, había pasado infinitas veces por esa calle del Arrayán, hasta cuando llegó el día en que su casa-madriguera se volvió familiar.

Hoy 13 de abril cumple 84 años y Shamael, su ángel de los sonidos sagrados, debe estar de fiesta. Su luz aumenta y aumenta con los años. Ella irradia energía, pasión creativa y tiene la generosidad de los mares. No por casualidad, hace más de 25 años que una vez al mes, todo el que quiere llega a su casa a celebrar la luna llena junto a sus cuencos de cuarzo.

La admiro por su bella imperfección. Los miedos los pelea; es capaz de renacer, aunque persisten dolores; se viste de valentía para intentar no mentirse y su maestría serena, la motiva a seguir aprendiendo. Es una buscadora incansable, y las respuestas que encuentra le llegan escuchando su corazón y caminando desde la música para llegar al amor. “Los sonidos son sagrados” dice con certeza, como abriendo un templo de posibilidades para el que quiera explorarse.

Que la apariencia de abuelita de cuentos, no los confunda. Podrá tener pelo blanco, pero no cocina pasteles y su asertividad es demoledora. Un indefenso tambor, un inocente disfraz o una solitaria vela, puestas con la intención adecuada, pueden volverse un espejo implacable.

Creadora constante. Sus tejidos con lanas de colores crecen como enredadera, pero no hay nada más fértil que su música y canciones. Dice que hay que sacar la voz propia, pero no se trata de ser cantante ni músico.  En tus talleres, las armonías y silencios se entretejen como con magia. La sincronía con el universo sale desde las voces tímidas de cada uno de los participantes. Allí, en la belleza de la vulnerabilidad, solo queda agradecer ser parte de un todo mayor que siempre acoge.

Litta no entrega recetas, habla desde su propio recorrido. Por eso, más que fórmulas estructuradas construyó técnicas que son puentes hacia lo sutil. Su propia voz tuvo que dar muchas vueltas en el universo antes de encontrar lo que quería decir y desde dónde decirlo. Hoy que su libro Oráculo de canciones, es una realidad, constato que es un guiño de la vida para no dejar de confiar en sus procesos.

Aunque a Litta le gustan las rosas, por estos días ella está floreciendo como hortensia.  Cosechando lo que ha plantado, disfruta la abundancia de ser parte de conjunto de flores. Ese gran ramo partió con pequeñas flores verdes, y hoy, festeja con la alegría de los morados. Tambores, monocordios y flautas resuenan armónicos: ¡feliz nueva vuelta alrededor del sol Litta!

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2 Comentarios sobre “Puentes hacia lo sutil

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