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La muerte de Alberto “Gato” Gamboa a los 98 años de edad es un punto de inflexión en el periodismo nacional.   Aunque estaba ya retirado hace tiempo, la noticia de su deceso obliga a comparar el tipo de prensa en la que participó con la actual.   Es un ejercicio nostálgico probablemente, pero tiene utilidad.

Gamboa siempre se caracterizó por equilibrar la información con el humor.  Participó en muchos medios, pero los más relevantes fueron el Fortín Mapocho -ícono de la lucha contra la dictadura y dejado caer en la quiebra por la democracia- y La Cuarta, el autodenominado “diario pop”.

El lema de “pop” de La Cuarta no es casual, sino una declaración de principios.  Era una apuesta por estar con el pueblo, hablar con el lenguaje del pueblo y atender sus intereses.   Un guiño a la cultura pop.   Hoy La Cuarta es un periódico deslavado, pero en 1984 fue una innovación en el serio periodismo nacional -aunque tuvo antecedentes con El Clarín, también dirigido por Gamboa con un tinte mucho más político- y durante sus primeros 10 años de existencia fue el diario más vendido de Chile.

Hoy, con dos crisis encima (la menor lectura y la irrupción de los medios digitales) es útil preguntarse qué le falta al periodismo escrito para mantener su atractivo ante el público.

La Cuarta es un buen modelo, así como lo fue antes el Fortín Mapocho.   Empatía con el público al que va dirigido, inteligencia, brevedad y calidad.

En la actualidad, la prensa se dirige a los avisadores, no al público.   Se sabe perfectamente cuáles son las inquietudes ciudadanas pero muchos temas se eluden para no afectar el avisaje, la principal fuente de financiamiento de los medios de comunicación.   En el caso de los periódicos al menos, el precio que paga el público apenas paga el papel.

En cuanto a la inteligencia, mientras La Cuarta establece un diálogo con el lector, apostando a la complicidad de lo que conforma la experiencia común y el conocimiento compartido para completar el mensaje, los periódicos “serios” informan desde las alturas, como si estuvieran en el pupitre del profesor o el púlpito del predicador.

Respecto a la brevedad, es propio de estos tiempos no tener la disponibilidad para leer una información que tenga más de cuatro o cinco párrafos.  No hay tiempo ni paciencia por la pérdida en el hábito de la lectura.  La Cuarta usa textos cortos.

Por último, el asunto de la calidad.  Cuando apareció La Cuarta mucha gente confundió su liviandad formal con la falta de rigurosidad y nunca fue así.   Los demás medios, en cambio, abundan en errores intencionados e inadvertidos fruto del abaratamiento de costos y del propósito de llevar agua a su molino porque es falso que exista la prensa independiente.  Todos tienen una posición definida, al igual que las personas que se dicen independientes en política solo porque no pertenecen a un partido político.

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