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Es políticamente correcto y casi moda que en los discursos o instancias oficiales se haga el guiño al género y, por ejemplo, se aluda a todas y todos. Sin embargo,  el guiño se vuelve invisible cuando se usa como lugar común sin la necesaria reflexión.

El lenguaje visibiliza realidades y contribuye a crearlas. Por eso la apuesta es utilizarlo de manera consciente, para evidenciar disputas y desde ahí abrir un camino de revisión de los otros temas sociales en que la desigualdad de género es invisible de tan inmersa que está en nuestra cultura. El uso de plurales masculinos es el más recurrente de esos usos. En esas palabras se oculta a más de la mitad de la humanidad. Como pancartas y alertas aparecen los: (as), @, los sinónimos inclusivos y otras opciones para intentar rescatar del anonimato a niñas y mujeres.

Sin embargo, pese a la mayor conciencia en el tema, es común que cuando haces la distinción para que una palabra se corrija en un texto o un sitio web, te miran como diciéndote: “Da lo mismo, ya sabemos”. Cierto, sabemos desde el discurso la necesidad de igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. Pero se nos olvida rápido y los cambios son demasiado lentos al constatar que las mujeres en Chile ganan en promedio 30% menos que los hombres en igual trabajo, que la participación en política es una de las más bajas en América Latina y que, por ejemplo, la cobertura televisiva del terremoto evidenció una predominante invalidación de las mujeres como hablantes oficiales (solo el 34% del tiempo).

El lenguaje puede ser una herramienta poderosa para construir realidades más inclusivas e incluyentes. No es lo mismo hablar de “persona en situación de pobreza” que de “pobre” o de “prostitución sexual infantil” que de “explotación sexual infantil”. Tampoco es inocuo hablar de hombres para referirse a la humanidad o usar el plural masculino de niños, para nombrar a niños y niñas.

Sin embargo, el activismo en el lenguaje no tiene sentido si no damos el paso siguiente. Mucho más transformador y necesario es revisar los temas, el enfoque, el tratamiento de las fuentes, las dinámicas de validación, etc. Si llegamos a esas otras preguntas, podemos incluso olvidar las palabras. Ahí seguro también sus significados también habrán cambiado.

 

 

Links sugeridos:

Cobertura televisiva del Terremoto en Chile: Construcción de aspectos de género

http://www.cntv.cl/cobertura-televisiva-del-terremoto-en-chile-construccion-de-aspectos-de-genero/prontus_cntv/2011-03-14/163936.html

 

Por un periodismo no sexista: Pautas para comunicar desde una perspectiva de género en Chile

http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001901/190143s.pdf

 

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Alguien comentó sobre “Activismo desde el lenguaje

  1. Completamente de acuerdo, aunque a estas alturas ya suene un poco soso el ellos y ellas. Propongo como siguiente paso en este activismo idiomático el uso de palabras amables.

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