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Al leer el comentario del Obispo Medina justificando los abusos sexuales a adolescentes, afirmando que “a los 17 años, ellos saben lo que hacen”, siento una profunda indignación. Y claro, hay razones justificadas para este enojo: es un escándalo ético que daña la conciencia de los chilenos. El problema es que esa reacción no cambiará nada. Para intervenir en situaciones de conflicto es imprescindible una mente estable, capaz de comprender todos los aspectos de una situación. Por ejemplo, el miedo de ese Obispo, o su condicionamiento cultural que lo hace interpretar de esa manera el sentido de sujeción personal a una institución sagrada.

La agresión es una forma negativa de comunicación y es básicamente un rechazo a los demás. En la cultura que hemos creado y en la cual estamos envueltos,  hemos llegado a ingerirla como el pan e ignorar la agresión presente en las relaciones de todo tipo. ¿Quién llamaría agresión a nuestras irritaciones, que nos parecen justas;  a nuestras palabras airadas; a nuestras descalificaciones de los otros?.

Podemos enmascararla con palabras suaves, humor y otros artilugios y sin embargo, la energía que contiene es percibida por los otros y no podemos engañarlos, y peor aún, desestabiliza nuestra mente, quitándonos poder. Desde un puno de vista pragmático, no se cumple lo que esperamos conseguir cuando agredimos. Es posible que haya un primer sentido de victoria sobre otro pero indudablemente ésta se volverá en contra nuestra. La respuesta más probable es, obviamente, la agresión, que puede asumir la forma de resentimiento o generar una espiral de violencia. Nuevamente, con espíritu pragmático, si bajamos la agresión en nosotros mismos, estamos automáticamente haciendo descender la agresión en el mundo..

¿Cómo entonces enfrentar el daño que supone el que una autoridad religiosa legitime acciones perversas y destructivas contra seres vulnerables? Debemos apelar a  nuestra creatividad para imaginar nuevas formas de actuar, colocando el acento en lo que queremos salvaguardar: la dignidad y el cuidado responsable de los niños y adolescentes.

 

 

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3 Comentarios sobre “La comunicación agresiva

  1. Tambien concuerdo con que la reflexion es muy buena. Hace tiempo un sabio profesor me enseño que, si bien puedo persuadir a un interlocutor usando mis ideas, solo lo puedo convencerlo una vez que he escuchado y entiendo sus argumentos. En otras palabras, debo poder “ponerme en sus zapatos” y ver la situación desde su punto de vista. Creo que ello requiere, no solo paciencia, sino gran valentía ya que nos llama a cuestionar nuestros propios principios, creencias y puntos de vista.

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