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Siempre me han dolido los lumazos. Los primeros que recibí fueron ahí, frente al Paseo Ahumada, llegando a la Alameda, el 15 de Septiembre de 1979. Veníamos con un grupo de dirigentes universitarios protestando por la aparición de cuerpos de ejecutados políticos en los Hornos de Lonquén. Las Fuerzas Especiales de Carabineros disolvieron la marcha. Sin guanaco, ni zorrillo, éramos tan pocos. Me tiraron arriba del bus, y algunos minutos después cayó encima mío Alejandro Goic, con la frente partida de un palo, “por Dios a usted como le pegaron compadre”, me dijo. Ahí no había prensa, ni fotógrafos, las detenciones y las marchas no salían en los diarios. Quizás si alguna foto hay, las tiene la CNI, cuando nos fichó e interrogó durante la noche.

El delito había sido manifestar una opinión, pedir justicia y respeto de los derechos humanos a una dictadura brutal condenada en todo el mundo. Bastante esperables y lógicos los palos en ese contexto.

Hoy, los palos a los estudiantes duelen más. Porque muchos de ellos nacieron, o aprendieron a hablar, en democracia. Una democracia que acepta como normal que  la expresión pacífica de los ciudadanos, una forma de comunicación humana básica sea reprimida con la brutalidad policial. El uso de cañones de  de agua y de bombas lacrimógenas es propio de países en guerra, equivalente a usar armamento militar contra la población civil. Eso no es normal en democracia.

En Chile, es un procedimiento común, que se implementa sin requerir autorización de autoridad civil alguna. Esa fue la respuesta que recibí del Ministerio del Interior cuando invocando la Ley de Transparencia pedí una explicación por el maltrato y  detención de un grupo muchachos que marchaban por  Paseo Huérfanos, en febrero de este año. El Decreto Supremo 1086 del 15 de Septiembre de 1983 promulgado por el General Pinochet “faculta a Carabineros a proceder en caso de problemas”.

Ese decreto correspondía a una visión de los ciudadanos que se manifestaban como una amenaza a la Seguridad del Estado, como enemigos, como subversivos, que debían ser controlados, neutralizados desde una lógica militar. La vigencia de esa concepción y sus consecuencias es una burla de la convivencia democrática y de alguna manera del sistema democrático mismo.

El derecho a reunirse, manifestarse y expresarse libremente es un derecho humano fundacional cuyo ejercicio refleja el desarrollo y la calidad democrática de un país. Es hora de que la calidad de la convivencia sea un parámetro principal para medir nuestro desarrollo. Si no el absurdo es total: la economía funciona hacia el desarrollo y los derechos ciudadanos básicos siguen siendo tratados como bajo una dictadura. El derecho a la comunicación, a ser comunidad y expresar nuestra posición nos constituye como seres humanos. Es hora de que quienes ocupan el estado dejen de tratar a los ciudadanos como enemigos y asuman que cuando decenas de miles de personas salen a la calle a manifestar su posición, hay algo que escuchar y revisar, que esa voz es tanto o más importante que un voto cada cuatro años.

Hoy los palos a los estudiantes duelen más, porque nos avergüenzan como sociedad.

 

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8 Comentarios sobre “Hoy, los palos a los estudiantes duelen más.

  1. Agradezco los comentarios. Creo que estamos instalando una conversación necesaria para avanzar hacia una convivencia democrática propia del desarrollo. En la misma línea apuntan el último texto de Andres Rojo y Arturo Castro.
    Quiero referirme a la pregunta sobre los encapuchados de Manuel, que también ha sido realizada en varios tweets dirigidos a @sitiocero
    A menudo en este contexto aparece el tema de los encapuchados y vándalos como justificación de la acción policial, aunque a la pasada arrase con toda expresión ciudadana que encuentren. Eso es matar el enfermo para “curarlo”.
    En Chile, incluso en el caso de los Estadios se busca una solución a las “barras bravas” (Más allá de la pertinencia de las soluciones destaco la identificación del problema).
    En el caso de la ciudadanía y la democracia la pregunta es: ¿Si creemos que la expresión y manifestación de la ciudadanía son un derecho, una necesidad, un camino y una señal de una sociedad democrática y sana, que estamos haciendo para promoverlas?
    Luego veamos el problema encapuchado y desordenes que en parte muy importante se originan en un estado que ve a los ciudadanos como enemigos militares o de la “razón” política.

  2. Mauricio,
    tremendamente vigente, en una semana en que a una estudiante le dispararon una lacrimógena a quemarropa en la U de Conce y que los pacos (aka la policía) sacaron hasta a los perros para reprimir a los 30 mil ciudadanos que salieron el viernes espontáneamente a rechazar la destrucción de la Patagonia por el proyecto Hidroaysen.
    saludos

  3. gracias Mauricio. aunque estoy lejos, los palos de los estudiantes me duelen como me dolieron entonces, en aquel tiempo de miedo y tanta esperanza.un fuerte abrazo desde la primavera.

  4. Excelente artículo, que va directo a un hecho que para los que vivimos la dictadura nos asombra menos. Salir a reprimie y a dar palos a los jóvenes estudiantes que reclaman por sus derechos, no es natural. ES violencia y aberración. Obvio. Malo que a veces , aún, a muchos más antiguos les parece natural. parte del paisaje. Peligroso, Más cuando al día siguiente las autoridades toman com liviandaad el hecho. Y siguen trtando ese- y muchos temas no naturales- como si fueram “por el bien de la ciudadanía”.

  5. Te felicito por tu artículo. Me encantó. Me dolió físicamente. Y es verdad tu título, la reiteración de la violencia duele más, porque habla de quiénes somos y hacia dónde vamos. Y me carga.

  6. Este artículo, escrito por alguien que vivió el dolor físico y el miedo en dictadura, también impacta más, aunque debiera decir “duele más”, porque es doloroso darnos cuenta que en democracia no ha mejorado significativamente nuestra convivencia entre el poder policial y los ciudadanos. El problema más grave es que lleguemos a creer que la represión es la manera natural de acallar la voz del pueblo que se manifiesta.Y eso sí que duele!!
    Excelente artículo.

  7. Conmovida, intenso relato. No resulta evidente con las imágenes que existe el derecho ciudadano a la manifestación, a la expresión. Es raro, que no llame la atención que esto ocurra como ocurre. Casi es una historia repetida, sabemos como sucederán los hechos, sabemos que pasará desde el momento en el que se anuncia una marcha o cuando nos topamos con un taco de 1 hora.

    Es lamentable, pero me cuesta imaginar un tiempo en el que la violenta represión no era una respuesta inmediata. Espero que existan los cambios necesarios para que la expresión libre, apasionada y entusiasta sea inspiración y admiración, y sea una manera de vivir y convivir con todo nuestro entorno.

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