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Preocupante, sin duda. No creo estar equivocada. Cientos de jóvenes están saliendo a las calles a expresar su más profundo descontento social hacia estructuras retrógradas, políticos y políticas falsas, llenas de vicios que se vienen arrastrando hace años. Salir a la calle a expresar nuestro repudio hacia decisiones gubernamentales o simplemente, salir a exigir mayor igualdad. La calle como escenario de una catarsis colectiva que sin duda nos ha puesto en alerta a tod@s.

Una acción social, actitud cívica que nos tiene contentos, asombrados por el cambio radical de los jóvenes del Chile actual, quienes a través de redes sociales,  apasionadas conversaciones en carretes y el clásico boca en boca se han volcado a las calles a reclamar y demostrar su disconformidad. Soy parte de esto y me alegra, pero en el fondo, hay algo que me mantiene inquieta.

Cientos de jóvenes en las calles movidos por ideales de igualdad y justicia, pero en el fondo, muchos de ellos (no quiero generalizar) movidos también por un profundo odio. Un odio que no tiene como víctima a una institución en particular sino que a nuestros propios pares. Es rabia, odio  hacia otras personas: hacia la clase política, gobierno y oposición casi por igual, líderes falsos, cínicos, portadores de un poder que no saben utilizar; odio hacia los empresarios, dueños del mundo, quienes posan felices en páginas sociales que a nadie le interesan; odio hacia los carabineros, que a pesar de estar obligados a actuar por órdenes de superiores, han demostrado no tener ningún tipo de humanidad frente a sus iguales. Incluso los mismos manifestantes pacíficos expresan muchas veces su odio contra quienes rompen el orden y salen a tirar piedras y causar desmanes. Odio entre nosotros mismos.

Como la canción, y aunque suene cursi, estos movimientos sociales me gustan, pero me asustan. Me asusta el hecho de que actuemos movilizados por el odio y no el amor. Hay excepciones siempre, pero creo que poco a poco y mientras la represión aumenta, el odio se contagia y permea todas nuestras vidas. Odio en el actuar, odio en el discurso, en las conversaciones, en el sentir frente al otro.

Sabemos que la rabia y el descontento nos hicieron actuar,  preparar pancartas y salir a las calles junto a tantas otras personas con las mismas motivaciones, pero creo que continuar movilizados por sentimientos negativos,  puede causar profundos daños en los demás y en nosotros mismos.

Soy de las que quieren que esto no pare, pero me permito poner en tela de juicio el motor que está haciendo andar esta nueva máquina social. Espero que haya capacidad de reflexión, que los ánimos se mantengan arriba pero que logremos transmutar ese odio en amor. Porque a la larga, por eso estamos luchando, por motivos benevolentes, por un país mejor para los que vendrán, por volver a abrazarnos entre nosotros, hombres, naturaleza, todos como iguales. Eso es lo que no podemos ni debemos olvidar.

 

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15 Comentarios sobre “La rabia como motor del cambio

  1. Hola Mariluz, la que comentas me resulta súper interesante, te cuento que había estado pensando lo mismo y me parece que hay una rabia en el ambiente, que de manera inconciente se busca como algo ‘cool’ y ‘liberal’, que se nutre de slogans marketeros como ‘seremos ingobernables’, y que se abre paso a través de la incociencia de que es rabia incitada y no innata en cada uno, el aporte de Rodrigo jaja, bye : )

  2. Acá en la quinta región he compartido fotoreportajes y experiencias mediante la Radio Conciencia de distintos jóvenes que construyen una sociedad mejor mediante centros sociales y proyectos de todo tipo. Muchos en de ellos ayer defendieron a unos niños de 15 años que fueron pateados por la espalda por otros estudiantes (mucho mayores que ellos). Los mayores argumentaron que al verlos encapuchados estaban seguros que tirarían piedras.

    Hay que evitar divisiones en el mov. estudiantil: debatir, conversar, y evitar la miopía al pensar que todos los encapuchados tiran piedras, o que incluso todos los que tiran piedras lo hacen “de pura maldad” (como nos lava la mente el duopolio comunicacional).

    A construir con amor y justicia social.

    Salúd!

  3. Creo que la rabia es más fácil de ver, es lo que contamina más rápido, es muchas veces más contagioso. Pero me gusta mucho ver cuando hay causas que tratan por todos los medios conseguir y mantener el foco en lo que están exigiendo, gritando con el corazón, dejando que lo más profundo de los deseos de construcción colectiva y compartida sean los que se evidencien en las convocatorias masivas. La participación de niños inspira y entusiasma, verlos tratando de comprender el por qué están donde están y viendo que todo puede suceder en un ambiente de compartir y opinar.

    1. Exacto! los medios visualizan esa rabia en imágenes que no expresan la verdad de los movimientos. La rabia y el odio venden más, pero los que hemos estado participando sabemos que hay un sentir mucho más fuerte que, lamentablemente, poco (o nada) aparece en los medios. La opinión publica se queda sólo con lo feo, como siempre no? Pero creo en algunos periodistas atentos y sinceros que si están haciendo cosas por visibilizar la cara real de estos movimientos…
      Saludos y gracias!

  4. Si bien he visto odio, también he visto, ¡¡¡¡a chorros!!!!, humor, risa, ¡¡¡mucha risa!!!!, mucho desparapajo. He visto creatividad en los gritos espontáneos, he visto jovenes que desarrollan rituales con la vena del cogote hinchado, cantando e invocando, “No a Hydroaysén”, he visto una mezcla alucinante entre política, pachamama y arte, he visto artistas que preparan sus maneras particulares de participar con bandas, con estatuas, por ejemplo un grupo de afro que bailó y tocó sin cansarse entre Vicuña Mackena y la Moneda, invitando a sintonizar con el tum-tum del atabaque, he visto familias que salen como ejercicio de educación cívica para sus hijos…. en definitiva no podría generalizar de que es el odio el que mueve a los ciudadanos a salir, el que inspira y conduce… sigo sintiendo en lo profundo de mi corazón, que hay miles que siguen diciendo si a la vida con un cara de rajismo y desmarcándose de antiguas maneras que lleva a equívocos. Pero SIIIII Alejandra, a trasmutar pero siento, en la calle, que se está haciendo. Un abrazo

    1. Gracias Malucha, yo también siento que las cosas están cambiando y estoy feliz por eso…la rabia nos mueve inicialmente, pero el amor y la fraternidad serán capaces de mantener esto como una constante en el tiempo…. un fuerte abrazo!

  5. Buena columna, pero cuando leo tu columna no dejo de pensar, de donde viene ese odio? Y me da lata, pensar que es una construcción de nosotros mismos, de las acciones de unos más que de otros quizás, pero de nuestra sociedad al fin y al cabo.
    Creo que hasta ahora hemos creado – sin querer entrar en justificar esos comportamientos que yo también repruebo- una dinámica excluyente. Y este odio que profesa un grupo que solo lleva a destruir, como tu bien dices, es el mero resultado de esto.

  6. Que buena reflexión. El odio es más que la rabia, pues ya implica un procesamiento de la emoción pura. Hace tiempo observo este fenómeno en Chile: una de sus manifestaciones más patentes son los foros de las redes sociales, que a menudo sirven de descarga. Es eso mismo lo que está hoy en las calles, pero no solo en los que se movilizan, también en nuestra convivencia cotidiana.
    Como dices es indispensable hacerse cargo de la pregunta, y trabajar por transmutar ese odio. (A veces creo que es la prioridad número uno) Porque es parte de nuestro deseo de una mejor sociedad y convivencia, pero también porque la rabia -necesaria en determinadas circunstancias-, no es una emoción que construye sino que destruye.

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