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Dentro del debate que ha generado la movilización de estudiantes las opiniones son diversas, desde el apoyo hasta el desacuerdo. Depende de la información, del ánimo y disposición a entender, de ponerse en el zapato del otro y de la experiencia y observaciones adquiridas por cada uno. Las respuestas en directa relación con la emoción que a cada uno le genera estar mirando lo que sucede con los jóvenes y del medio de comunicación del cual nos informamos.

Muchas personas basan su desacuerdo en que deberían estar estudiando y no perdiendo tiempo lanzando piedras.  Considerando esto como opiniones informadas, la pregunta inmediata es ¿Seguirán aprendiendo los estudiantes en este tiempo de movilización?¿Generan lagunas de aprendizaje en este tiempo? A pesar del pesimismo, crítica y subvaloración que le dan a esta cadena de acciones que generan los estudiantes, la verdad es que el proceso de aprendizaje se mantiene. Cambian la sala de clases por la interacción directa con otros, por la construcción colectiva de ideales, por la conversación y debate, por la movilización desde las convicciones fundamentadas que requieren para alzar la voz y decir “este soy yo y tampoco estoy de acuerdo”.

A nivel biológico está comprobado que el cerebro debe estar conectado o relacionado con otros para potenciarse, indicando directamente al fortalecimiento o desarrollo del cerebro social, que genera nuevas conexiones y activa las zonas de aprendizaje social y colectivo, al estar relacionándose con otras personas. En la organización, planificación y funciones que cumple cada estudiante en la construcción de movilizaciones, pueden conversar y discutir cuáles son las estrategias que consideran adecuadas. El diseño de carteles, las consignas, los comunicados, investigaciones, entre otras, son acciones que les ayuda a potenciar las áreas sociales del desarrollo humano que no las da las redes sociales ni los videojuegos.

Mirándolo desde el punto de vista académico y de las mallas curriculares que las instituciones desarrollan para el aprendizaje de sus estudiantes, es claro que no son seguidas, que durante este tiempo el aprendizaje de cada joven va en otra línea, que muchas veces no son consideradas por las instituciones, el desarrollo de las habilidades sociales y comunicacionales. Deben aprender a relacionarse con estudiantes de otras carreras, de niveles superiores e inferiores, este aprendizaje interdisciplinario y transversal les muestra un mundo de trabajo colaborativo y de respeto por el otro, en las habilidades adquiridas durante el tiempo de estudio o innatas, cada uno trabaja desde su mayor conocimiento y aúnan fuerzas por un mismo objetivo.

Dentro del desarrollo social de los jóvenes encontramos la preocupación por los problemas reales de un país, nos vemos enfrentados a ciudadanos que se organizan que generan comisiones que consideran áreas de difusión, de información, de investigación, definen estructuras de trabajo con voceros, líderes, debates públicos. Jóvenes que miran la política de otra manera en que la conversación es fundamental y los acuerdos se respetan.  Jóvenes que están formando su opinión y visión, participando dentro de una sociedad.

Definitivamente este tiempo es de aprendizaje para los estudiantes, relacionarse con el otro, dejar de ser islas unidas por internet, formar una opinión, informarse y participar activamente de las decisiones de su país. El aprendizaje social, ciudadano y colectivo, es tan importante como el aprendizaje en las salas de clases.

 

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Alguien comentó sobre “Los movimientos estudiantiles también son aprendizaje

  1. Es un intensivo de educación cívica, de habilidades comunicativas, de oratoria…

    La sala de clases es la calle y es bien sabido que cuando los estímulos cambian, cuando rompemos con la rutina el aprendizaje es mayor!

    🙂

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