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Si el arte –y toda creación- es el latido y la intuición acerca del devenir del mundo, obviamente que sus afanes no pueden ser ajenos al ritmo y los tonos con que cambian las conversaciones y la sensibilidad en un cambio de época histórica*.

Quiero destacar solo cinco signos que operan como relevantes en el actual cambio cultural y de conciencia: aquella misteriosa e íntima transformación en la automirada humana y en nuestra relación con los otros y con la naturaleza (1). Y a la vez quiero relacionar esos cambios con algunas expresiones y tesituras artísticas propias de nuestra transición épocal: obras con potencia e identidad, de gusto masivo y seleccionadas sobre la base de mi sentido estético y ético.

Aclaro de inmediato que este no es un cruce erudito; es solo una asombrada e impresionista manera de mirar las relaciones entre algunas –muy pocas- expresiones del arte que hoy se hace y el cambio de época histórica que nos ha tocado en suerte empezar a sentir.

Uno

De una concepción de mundo antropocentrica e instrumental, común al occidente moderno, transitamos a una concepción de mundo biocentrica, que podría llegar a ser también común a una cultura planetaria posmoderna. O lo que es lo mismo: del objetivismo racionalista instrumental moderno transitamos a la complejidad del vitalismo posmoderno. E incluso, parafraseando a la biología sistémica: ontológicamente transitamos desde un sentirnos seres modernos que “estamos y descubrimos el mundo” a sentirnos seres posmodernos que “somos y constituimos el mundo” (Francisco Varela).

Todas son distintas manera de relevar que hemos empezado a comprender que no somos egos desagregados y separados del mundo, ni menos que el mundo esta ahí para ser dominado, controlado e instrumentalizado arbitrariamente en nuestro beneficio, rasgos tan propios de la conciencia moderna y occidental. Hoy nos iniciamos en una nueva conciencia de pertenencia a Gaia – Pachamama y al Kosmos.

Esta última conciencia en el arte se expresa en obras que de una manera u otra hablan desde la sensibilidad ecológica, pienso, por ejemplo, en una clásico del cine documental como Koyaanisqatsi: Life out of balance (1983); todas obras que seducen con la comprensión de la Tierra como un macro-organismo. Es sólo un ejemplo, los lectores sabrán decodificar los suyos, pues es una amplia y diversa corriente artística la que hoy en el mundo expresa este giro copernicano en la conciencia humana.

Dos

En el actual cambio de época histórica, como en toda transición, los seres humanos vivimos un complejo proceso emocional de pérdida y de encuentro, de desencantamiento y de reencantamiento. En nuestra intimidad estamos desgarrados –unos más que otros- por una perdida de sentido y un vacío  expresado en el Desencantamiento con los ya antiguos y hasta ayer firmes valores modernos y a la vez empezamos a participar de un Encantamiento con los nuevos valores y emergentes valores pos época histórica moderna.

En paréntesis, esta comprensión es fundamental, ya que se suele entender al actual vacío y desencantamiento, que es muy real, como una simple moda equívocamente llamada posmoderna, ocultándose así una comprensión más profunda e histórica de esa emocionalidad desencantada. Digámoslo, en rigor el desencantamiento opera respecto a los más preciados valores de la modernidad. Nos hemos desencantado de valores como el progreso material ilimitado; de la utopía de la hiperproducción y del consumismo; del ansia ilimitada de dominio y control entre hombre y hombre, entre hombre a mujer, entre padre a hijo; de la idea de explotación de la naturaleza; del etnocentrismo blanco y occidental, etcétera, etcétera. Esa sensibilidad desencantada, al menos en su variante reflexiva, en la actual transición epocal sería la emoción característica de una posmodernidad deconstructivista; esto es de aquellos seres hiper-modernos que hoy desencantados son quienes desconstruyen los más preciados valores de la modernidad.

Pero simultáneamente otros seres nos hemos también empezado a encantar con nuevos valores posmodernos, en tanto ellos son radical e implícitamente críticos y deconstructores de la modernidad. Por ejemplo, nos encantamos con la idea que lo pequeño y las emociones son hermosas; con la conciencia de pertenencia; con el valor de la biodiversidad y de la sociodiversidad; con la lógica de la sustentabilidad ambiental, demográfica, social y económica, etcétera; todos valores participes de lo que algunos autores han llamado la sensibilidad de una posmodernidad históricamente constructivista.

En el arte de nuestra época están presentes ambas sensibilidades: la hipermoderna o posmoderna desconstructivista y la posmoderna históricamente constructivista.

La primera, por ejemplo, se expresa en la mayoría del cercano cine de Ciencia Ficción (que a diferencia del ayer moderno ya no nos muestra un futuro auspicioso al estilo Julio Verne, sino que un futuro “No Future” y con lluvia ácida, al estilo Blade Runner, Mad Max, etcétera) o bien en un cine que lleva de la mano una desconfianza en lo humano y un vacío triste y descarnado como Belleza Americana, La Celebración, Felicidad, Melancolía y tantos otros de los últimos años.

La otra sensibilidad, la constructivista, por ejemplo, se expresa en joyas del cine como El Aroma de la Papaya Verde (cuya cámara se solaza con lo hermoso de lo pequeño, tanto en el mundo como en las emociones, incluida el sufrimiento y la tristeza) o Atravesando el Universo (cuya re-emoción con los años sesenta y los Beatles es antológica).

Tres

De la uniformización, etnocentrismo y exclusión de la diferencia, tan propia de la modernidad, transitamos hacia una cultura posmoderna de la diversidad y respeto a la diferencia cultural, sexual y etárea.

Cuesta asumirlo, pero es un hecho histórico que la modernidad se expandió hacia el mundo aniquilando las diferencias culturales: el etnocentrismo blanco y occidental dejó una secuela de dolor, exclusión y destrucción cultural en África, Asia y América. Y en su propio seno, en los siglos 17, 18, 19 y hasta bien avanzado el 20, sancionó a la diferencia sexual y a los locos, y excluyó de su derecho a ser persona a los niños, ancianos e incluso costo bastante autolegitimarse a las mujeres.

Precisamente, la eclosión de los derechos humanos de tercera y cuarta generación (derecho a la diferencia cultural, derechos culturales de la mujer, derecho a la diversidad sexual, derechos del niño, etcétera) son reivindicaciones sociales que ocurren recién a partir de los años sesenta del siglo pasado y vienen revolucionando de manera radical la vida cotidiana y la intimidad de los seres humanos. Es tan profunda esta ruptura (de la ética absolutista de la uniformización a la ética de la diversidad) que, sin duda, es un signo fundamental del ocaso de una época histórica y el inicio de otra. La ayer lúcido máxima en aras del pluralismo religioso y (solo en parte) político en el corazón de la modernidad: “No estoy de acuerdo con tus ideas, pero daría mi vida gustoso por tu derecho a expresarlas”; ahora, en clave posmoderna, debería decir: “Sin vivir como tu vives, daría mi vida gustoso por tú derecho a vivir como eres y quieres”.

En el arte los ejemplos sobre esta transición abundan: el cine gay; el cine étnico; el cine de género; la música fusión de estilos occidentales, orientales, étnicos; y el pastiche posmoderno, etcétera. En lo personal, Avatar, por conjugar el respeto a la socio y biodiversidad, es una maravilla.

Cuatro

La mirada científica moderna (desde Descartes) se podría resumir a partir de su metáfora acerca del mundo como una maquina o como un reloj. De ahí que todo lo separaba y desagregaba: al sujeto del objeto, al cuerpo de la mente. Sin embargo, a partir del siglo 20, la ciencia posmoderna (desde la física cuántica, la química y física no lineal, las matemáticas de la complejidad y la biología de sistemas, entre otras) en un proceso fecundo, ha empezado a comprender el mundo sobre la base de la metáfora de la red.

Ya no más ni el cuerpo humano ni el Universo son una maquina con sus partes u órganos desagregados, sino que en los organismos y en los sistemas no vivos todo esta relacionado con todo en un continuo en la memoria y en el acto (en el tiempo y en el espacio.

El último clásico entre los clásicos en esta línea del pensamiento en red, es, sin duda, Matrix, con su mezcla de alta tecnología, ecos místicos y literalmente con la especie humana enredada en la red de la vida, virtual y real.

Cinco

Una transformación sustantiva acaece en lo que podríamos llamar el espíritu dinámico de la sensibilidad humana en una época histórica. La época moderna fue inspirada por el espíritu del cambio por el cambio, de la innovación por la innovación, de pasar a rajatabla por sobre las tradiciones, en fin, por la unilateral lógica del progreso. Hoy, sin embargo, en un signo de ruptura que nos abre hacia una nueva sensibilidad posmoderna, la lógica moderna del cambio por el cambio empieza a ser superada por el espíritu que busca el equilibrio entre cambio y conservación, entre memoria e innovación, entre tradiciones y novedades. Hoy lo nuevo históricamente es la sabiduría espiritual que asume reflexivamente, en cada caso, un equilibrio entre ambas dimensiones. Hoy ser revolucionario, no pocas veces, es ser conservador: querer sustentar – conservar la socio diversidad, la biodiversidad, la relación entre prójimos (próximos).

Y todo esto se vincula a la emergencia de neo-espiritualidades –autoconocimiento e individuación- que buscan síntesis entre la trascendencia y la inmanencia, puentes entre oriente y occidente.

Esta última sensibilidad cruza a múltiples expresiones artísticas. En el cine, por ejemplo, hay una tendencia a hacer cine sobre lo cotidiano e intimista. Entre otras obras estoy pensando en películas tipo Magnolia, con su rescate de tradiciones afectivas cotidianas y de la proximidad humana, ya sea por presencia u ausencia. O bien, hay ecos de esta sensibilidad en clásicos como Star Wars.

Finalmente, y en forma muy personal, como comunicador siempre intento e intento (en todas mis búsquedas, vía audiovisuales, conversaciones y ensayos) hablar, desde la emoción y razón, y participar de lo que he llamado una nueva sensibilidad posmoderna históricamente constructivista.

www.hernandinamarca.cl

 

* Texto recuperado y revisado de una ponencia realizada en la Universidad de Magallanes el año 2003.

 

1) Ken Wilber, en Breve Historia de Todas las Cosas, ha escrito tal vez lo más notable sobre esta triple transformación.

 

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