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En Chile –y en el mundo-  está creciendo un movimiento sutil de mujeres que se reúnen en las danzas circulares. Una a una van llegando invitadas por sus amigas que las adelantaron. De a poco, comienzan a llegar los hombres. Este fenómeno está ocurriendo en distintas ciudades y los grupos se conectan a través de participantes más activas que viajan para compartir nuevas propuestas coreográficas.

Hace dos años escuché de ellas por primera vez. Luego, otra amiga me vino a buscar para ir con ella. Al llegar, encontré amigas de otros tiempos. Me impresionó la sencillez y la afabilidad de todas esas mujeres, venidas de variados barrios de Santiago. Pero lo más poderoso fue lo que comencé a vivir cuando bailé con ellas. Mi mente fue relajándose gradualmente y mi cuerpo se hizo liviano, sostenido por otras manos y por el movimiento. Entré en un estado de gozo, puro y simple, completamente despierta y presente.

Estas danzas transformadoras provienen de distintas tradiciones: griega, judía, catalana, celta, mapuche, sufí. Todas tienen en común el espacio mágico de encuentro de lo individual y lo social. Es una forma amable, sencilla y directa de crear comunidad.

Alguien – que mantiene su igualdad con los demás desde la modestia y el humor-va recordando los pasos y la coreografía de cada danza. Los muestra hasta que el grupo adquiere la confianza para hacerlo. Entonces viene la música y los cuerpos se desplazan. Estos encuentros duran hasta dos horas, lo que es una forma de vivir plenamente el estar juntos.

Vi algunos videos de otros países. Lo común a quienes instruyen los pasos es la gracia y confianza en la comunicación, la invitación a abandonar el miedo a los errores o la torpeza y el enfatizar la comunidad y el placer. Recuerdo especialmente a una mujer joven, recorriendo Uruguay con su hija de cinco años y animando grupos en distintas ciudades.

He escuchado que ciertas mujeres siguen indagando y descubriendo nuevas danzas. Los grupos se regalan unos a los otros estos descubrimientos y van apareciendo grabaciones musicales que se distribuyen. Para esto hay también encuentros prolongados en retiros de dos días. En septiembre, está programado un encuentro nacional, en el barrio de La Reina.

En su aspecto social, estos grupos siguen el principio de la horizontalidad, que lo encontramos en la tradición de las mujeres y también en otros movimientos, como el de los indignados o el de los estudiantes. Es parte de la búsqueda por humanizar los espacios sociales. Nadie quiere definirse como líder, pero sí algunas más que otras trabajarán activamente para crear estos espacios, enriquecerlos continuamente con nuevos movimientos y sonidos y magnetizar a otras y otros para encontrarse.

Para quienes se interesen:

En Centro Cultural La Reina (Santa Rita/Echeñique), se reúne el grupo de danza circular, todos los últimos sábados de cada mes; aporte voluntario. Todos los martes, hay un taller de 16-18 horas, con un cobro de $7.000 mensuales. El martes 22 de noviembre 2011, a las 19:30 horas habrá un encuentro especial; aporte voluntario.

 

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