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Humberto Maturana y Francisco Varela (Varela & Maturana, 2003), en su obra “El árbol del conocimiento”, insisten en reconocer que lo que caracteriza a los seres vivos es su organización autopoiética. Asimismo, declaran que organismos y sociedades pertenecen a una misma clase de metasistemas formados por la agregación de unidades autónomas, pero en el sistema social, tales unidades poseen mayores grados de libertad y la creatividad es también más amplia por el hecho de que las relaciones de los componentes se fundamentan en la comunicación.

Surge entonces la reflexión acerca de lo que pueda ser  “eso”, que en el caso de las organizaciones y las sociedades, permite relacionar componentes de naturaleza biológica, autónoma y reflexiva, entre otras características que rebasan por mucho lo que hasta entonces ha sido la concepción clásica de elemento o componente. “Eso” que, en el caso de los sistemas sociales bajo la mirada cibernética no clásica, tiene que ver con el procesamiento de la información que emana de diversas fuentes: el entorno, la propia estructura organizativa, las observaciones y distinciones sucesivas.

Tal dimensión es, pues, la  entidad sistémica y autoorganizadora por excelencia, que que representa una cibernética de segundo orden para la comprensión y estudio de lo social. Llega el momento de dejar de señalar “componentes”, para hablar de relaciones entre seres humanos. Ahí se concentran de golpe todas las cualidades sistémicas que se han mencionado, y emerge de manera contundente la complejidad mayor de que se tenga noticia: la comunicación entre las personas.

A la luz  de episodios de represión y disolución de colectivos sociales, que tristemente pululan en nuestro entorno, es menester  restituir la observación compleja del fenómeno comunicativo y, en esa medida, reificar el principio de vitalidad y capacidad autoorganizativa de lo social merced, las interacciones comunicativas. No se trata de un acto de fe, sino de la plena convicción de que desde la comunicación, la apuesta no puede dejar de ser la comunicación misma ya no como principio ni finalización, sino como vía.

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Alguien comentó sobre “Para regresar la vitalidad a los sistemas sociales

  1. adhiero a la idea de (cambio el verbo) redescubrir “el principio de vitalidad y capacidad auto-organizativa de la sociedad”. Me parece un buen punto de partida para una conversación.

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