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Hace ya algunos años el mundo de la información se ha convertido en acceso instantáneo y subjetivo a saberes colectivos e interculturales.
Los modelos estáticos de enseñanza han quedado obsoletos debido a la imposibilidad de manejar los esquemas de conocimientos instructivos (en la sala de clases) frente a lo que está viviendo el niño y el bombardeo de experiencias cognitivas y sociales.

Vemos un modelo de interacción nuevo, donde no podemos fijar límites ni guías estructuradas para abarcar contenidos específicos, sobre todo en las ciencias sociales puesto que la dificultad hoy es la composición de esquemas cognitivos adecuados para la realidad global de la información.

Tenemos personas en diferentes comunidades vinculando, aprendiendo, creando. Hay una clasificación interesante dentro del constructivismo de cuatro tipos de observación de un sujeto desde su estructura mental:

Individual: aspectos de un individuo que nace con niveles de conocimiento previo y desarrolla internamente según sus experiencias y composición biológica.

Epistémico: Se aprende a conocer con modelos de conocimiento instructivo, educacionales y de una realidad con parámetros, valores y paradigmas de una cultura específica.

Psicológico: Los afectos, intereses y estructuras lógicas de comprensión para crear un ambiente y percepción mental social y relacional.

Colectivo: se observan las capacidades de adaptarse (o no) al mundo, unificación del conocimiento y composición de objetividad relativa en torno a la convivencia con otros y el desarrollo paradigmático de la cultura donde está inserto.

La construcción de sentido debe generarse como una globalidad en todos los aspectos cognitivos de la persona, pues estos son indivisibles y conviven permanentemente con las experiencias que vivimos.

¿Cómo enfrentamos a un niño a estructuras de conocimiento frente a la multiplicidad de información que recibe?

Hasta hoy encapsulamos en la sala de clases el saber cultural, los elementos para poder identificar nuestra realidad social-local formando instructivamente modelos de aprendizaje para encauzar los conocimientos; necesitamos comprender e identificar la significación desde y hacia la estructura cognitiva, mundo interno y modelo social del niño.

Es aquí cuando surge la necesidad de encontrar nuevos caminos a este modelo, el alumno debe ser capaz no sólo de entender y adaptar sus experiencias a la comunidad en que se desenvuelve, también debe ser capaz de crear interfaces mentales y estrategias propias para resolver y ser parte de su realidad cultural.

¿Cuál será la comunidad a la que estamos apelando, la que convive diariamente en su espectro físico o aquella que descubre en la realidad digital?

Las herramientas de valoración y comprensión son importantísimas para acceder a la construcción de sentido, el ser en su totalidad es administrador de conocimientos y vincula su experiencia con el entorno en que nace y se desarrolla, la carga de información genética que poseemos es decisiva para componer perfiles de actividad mental, las neuronas espejo son las que reflejan la historia evolutiva de nuestros ancestros y son activadas por las proteínas cerebrales que reconstruyen los recuerdos.

El desarrollo de la inteligencia social dentro de una comunidad es fundamental ya sea por medio de la actividad constructiva personal y su cognición lateral, como también con las herramientas instrumentales entregadas en la sala de clase, el desafío es la comprensión global y la multiculturalidad digital apoyado por estrategias significantes que nos entregan las comunidades de base y la carga genética, el pasado, presente y futuro de nuestra biología.

Debemos educar a nuestros niños sobre el impacto y uso de información, desarrollando estrategias cognitivas constructivas, siendo concientes de sus herramientas biológicas y mentales, enseñarles a pensar para crecer en armonía entre la realidad local y el mundo artificial que es la expresión de inconscientes colectivos y globales.

www.carolinacadiz.com
En twitter @caropaz_

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