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Me pregunto, algo frenética, estas noches negras que han asomado por los colores de la bandera. Blanco, azul y rojo y esa estrella sola  en un firmamento estéril. La bandera ya no flamea. Fuerzas especiales y balines, autoridades sordas con la boca llena de palabras vacías que nada significan, representantes políticos que en su mayoría dejaron de representar el alma de todos nosotros, pasajeros errantes y sin invitación a la fiesta. Todos bailan una cueca brava peligrosa. Mi Chile baila una cueca brava peligrosa con sus pañuelos al viento, ¿cuándo, mi vida, cuando? ¿Cómo, mi vida, cómo? Suben las cifras que hablan de crecimiento y aumento de los empleos, sin embargo somos cada día más tristes, más enfermos y tenemos más miedo que nos arrebaten el hueso.

Y, sin embargo, a ratos, el futuro florece en discursos, gestos, canciones, arte, acciones perfectas porque conllevan, de norte a sur, el mundo que viene. Iván Fuentes con sus mechas porfiadas, indómitas, habla con esa voz firme y dulce de manadas y cardúmenes humanos galopando y nadando por una patria en sintonía. Me aferro como naufraga a esos instantes luminosos en que vuelven a aparecer las luciérnagas como memoria viva de lo hermoso. ¡Lo siento llegar y mis huesos a punto de ser viejos, se llenan de minerales que los convierten en sustancia rica que me pone de pie! Y bailo, bailo de alegría como cuando salía a la calle y me encontraba con el pueblo que era yo misma.

¿Cómo podríamos encontrarnos? si seguimos en esta búsqueda estéril de finales felices en los que no concurren los otros. A la búsqueda de éxitos y resultados, de espaldas a los procesos. Nadie podrá saciarnos el hambre, la sed, la soledad, el miedo, sin un profundo cambio de conciencia humana.

¿Cómo salir del ombligo y entrar al asombro?

Como salir del mío y entrar al nosotros, como abandonar el dominio y abandonarnos a nuevas creaciones. Se nos paran todos los pelos como a los gatos.  Y no te doy la vista, tú me quitas las pupilas, como si entrar el uno en el otro, fuera un disolvernos en un terreno de arenas movedizas, como si fuera peligroso.

¿Adentrarse al precipicio?

Hay otro mundo que nos espera afuera y adentro.

¿Cuándo iremos al país de los dos, como el universo es, hecho de ti y de mí, sino cómo habríamos podido parir estrellas y soles, galaxias y geografías innombrables aún porque no las conocemos pero existen.

Sería tan simple como volver al jardín infantil: Un rato de juego, un rato de canto, todos juntos, poniéndonos de acuerdo en la nota, en el pie con que partimos para bailar lindo. Un rato de silencio y soledad en el rincón del descanso. Compartir la merienda, dormir una siesta, comer juntos, si uno no trajo, el grupo convida. La leche la da la casa, nadie se queda sin disfrutar. Salir a paseos agarrados del delantal para que no se pierda nadie en el bosque y lleguemos todos bien a la plaza que tanto nos gusta. Si lloro, me acurrucan. Un rato de pintura. No temer a ensuciarse, a cuidar la pinta para que nos miren bien. El goce es lo primero. Aprender jugando. Se trabaja en círculo donde nadie es más importante que el otro, nos escuchamos todos, conversamos, cada uno tiene su espacio, hacemos grandes murales con todos nuestros colores. Ordenar lo que desordené, limpiar lo que ensucié. Ponemos la mesa entre todos y todas. Aprender al abrazo, al cariño. Me enseñan a pedir perdón y dar las gracias. Celebramos los cumpleaños juntos.

Es este abuso repetido lo que nos empuja a un barranco sin fondo, este correr tras las cosas vacías, esta nada que se lo come todo, este insistir en dejarnos fuera del baile para no poder disfrutarlo nunca… Como dice el Iván Fuentes. Esta no es vida ni para ti, ni para mí.

A la vida yo la quiero, la quiero enterita, piluchita, gozadora, apapapchadora, la quiero contigo, con todos, por fin. Suelta el remo y métete al río. El agua está fresca y se viene un cardumen enorme y bello. ¿Lo ves?

 

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2 Comentarios sobre “Aysen: Cómo salir del ombligo y entrar al asombro

  1. Hermosísimo, no hay forma mejor para expresar la emoción que me embargo el día jueves 22 en la conferencia de prensa en que Iván Fuentes nos sopló un momento de maravillosa esperanza.

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