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He estado conectada con Aysén y su gente. Gente que es mi gente. Yo soy tú y tú eres un yo que se puso afuera, hoy en ti puedo mirarme, puedo recordar quien soy. Somos comunidad humana con historia, sutilezas, poética, leyenda, camino común aunque estemos lejos. ¿Qué es lejos y qué es cerca?

Pasé la noche devorando las noticias, mi corazón apretado, con una rabia que crecía, inevitable, ante testimonios de compatriotas tricolores azotados por una desazón sombría mientras las fuerzas especiales zapateaban con su tiqui-tiqui-ti macabro. No quiero la rabia como motor de la vida, no quiero la rabia habitando mi cuerpo, sacando conclusiones.

Anoche estuve ávida de imágenes que hablaran de lo que de verdad está pasando, construyendo en horizontes amplios la memoria de esta crisis largamente anunciada desde mucho antes, rastreando las opiniones de unos y otros. Todo duele. Radio Santa María informa como balsa en medio del naufragio intentando dar cuenta de la tempestad. Los medios de comunicación callan, vergonzosamente, mientras la gente vive en un clima de guerra. Ellos ya han estado ciegos, intencionadamente ciegos frente a los horrores.

Duelen las conclusiones que saco respecto a cómo se llevan adelante las cosas. No se avanza. Nuestras autoridades con su “nueva forma de gobernar” convierten en terroristas  a una ciudadanía que se manifiesta y se hace cargo de su dignidad y derechos. (Eso no tiene nada de nuevo, ha sido la estrategia de cientos de regimenes dictatoriales en todo el mundo.)

La ciudadanía despierta a tientas, buscando rutas, imperfectas a ratos, pero busca su camino de creación de un mundo a escala humana donde el ser humano pueda extender sus alas y nombrarse a si misma: comunidad humana. Aquí hay un proceso al que hay que atender, un proceso inserto en cambios anhelados en el mundo entero. La “nueva forma de gobernar, no tiene oídos, corazón, ojos, inteligencia emocional. En Aysén parecieran estar haciendo una suerte de programa piloto, de castigo ejemplar para que a toda la población nos quede claro el cómo, donde y cuando podemos manifestarnos, mostrar nuestro descontento, organizarnos, ir tras nuestros sueños de humanidad.

Vienen nuevos levantamientos: Calama, Magallanes, los estudiantes, las hidroeléctricas y suma y suma y suma. Este sistema hace agua frente a nuestros ojos.  Este tema  debiera debatirse en el colectivo y mucho mas adentro. Él pertenece al universo de lo trascendente.

Hoy ha entrado un fuerte viento por todas las ventanas.   Salen los ciudadanos y ciudadanas, nuestra sociedad se remece profundamente, reclama cambios, se manifiesta cansada de un sistema abusivo, que segrega, discrimina y no da respuestas a los legítimos anhelos y derechos humanos: Salud, educación, libertad, respeto, cariño, contención. Y en este cansancio también hay rabia, ira legítima, despropósitos y propósitos y creaciones luminosas. Toda explosión quiebra el orden establecido porque ese orden deja de ser orden y se convierte en opresión.

De este lado tenemos que cuidar con esmero y belleza que lo que viene debe ser tan, pero tan distinto a lo que hay. Eso se construye hoy, en cada gesto, en cada inhalación y exhalación. Ese mundo nuevo que intuimos las noches en que la piel que nos habita se abre a anuncios y llegan las luciérnagas a iluminar los rincones oscuros, debemos construirlo adentro con delicadeza y el mejor telar. No ceder a la tentación de la violencia y la rabia, a la tentación del poder. Tenemos ejemplos históricos de que eso es posible y desde la no violencia activa se generan cambios profundos.

 

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo

¿Por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?

Queremos mirar las nubes,

Queremos tomar el sol,  oler la sal…

 …¿Por qué andan tan furiosos?

¿A quien andan buscando con revolver?…

 …No me gusta en el viaje

hallar, en los rincones, la tristeza,

los ojos sin amor o la boca con hambre…

Después el mar es duro

Y llueve sangre

Pablo Neruda

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3 Comentarios sobre “Aysén también es Chile

  1. Gracias Malucha por el llamado a reflexionar sobre lo que nos está pasando como país, que a estas alturas es una necesidad urgente. Porque en la historia de Chile republicano hay demasiados episodios en los que frente al conflicto social en vez del diálogo se recurre a la fuerza bruta. Meditar lo que ocurre en Aysén es también pensar en el territorio en su totalidad . .Aysén fue para muchos de nosotros una postal de ensueño, la imagen vendida por Sernatur y las agencias de viajes (que ahora deplora las pérdidas para el turismo, no las víctimas de la violencia) y que se ha transformado en estos días en una foto sanguinolenta, una imagen que nos recuerda Sarajevo, o la frontera palestino-israelí. ¿Exagero? Los compatriotas de Puerto Aysén, Chacabuco, Coyhaique pueden contarnos su historia de este mes de resistencia más allá de los fragmentados testimonios que escuchamos aquí y allá .

  2. Me preocupa la violencia, el acostumbrase a ver esas escenas en la tele, de que ya no sorprenda y que de a poco vayamos viendo el mundo como una suma de actos que atentan contra la libertad y la capacidad de expresión del otro. Tolerancia y respeto. “Ponerse en los zapatos del otro”. Ser sensibles porque hay personas que sufren, desde enfermedades hasta injusticias sociales y que debemos ser capaces de mirar al otro con compasión, de esa compasión generosa y amorosa que moviliza y comprende.

    Dispuesta a construir ese mundo, a transformar el actual y a observar a las luciérnagas como iluminan y van mostrando las hebras para construir nuestro nuevo telar.

  3. Duela la violencia, la indolencia y ceguera que vive hoy la gente de Aysén, justificaciones de los que viven en su metro cuadrado con egoísmo a cuestas. Duele la represión de una comunidad que ya ha sufrido bastante muchos años de excusas, de falta de atención de políticos de derecha, de centro y de izquierda apernados en el poder, de los medios de comunicación, de nosotros mismos que hoy abrimos los ojos. Duele profundamente ver en qué nos hemos convertido y en la poca compasión que sentimos por el otro.
    Muy emotivas palabras Malucha, muy ciertas.

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