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Durante un frío día de abril,  el profesor Sergio Carihuentro conduce una jornada de introducción a la cosmogonía mapuche, para alumnos y alumnas de primero medio del Liceo Intercultural Guacolda de Cholchol. Una chica del grupo pregunta si las mujeres pueden jugar Palín (juego tradicional mapuche  donde se utilizan chuecas de madera y una pelota del mismo material). El maestro medita y luego responde que podrían, pero separadas de los hombres. La adolescente insiste y quiere saber por qué. El contesta que tradicionalmente el rol de las mujeres frente ese ritual ha sido de animar a los jugadores, no llevar la pelota.

La sala está en semipenunbra para facilitar la proyección de las diapositivas con las que el profesor explica conceptos fundamentales de la cultura mapuche. La noche anterior llovió profusamente y todavía hay nubes cargadas de agua sobre el cielo, pero los chicos y chicas sentados en semicírculo no parecen sentirlo. El Liceo depende del Arzobispado de Temuco tiene más de 400 alumnos y Carihuentro está  cargo de la Unidad Técnica Pedagógica que acompaña a los alumnos en su formación en la cultura y lengua mapuche. Entre los propósitos del colegio está establecer un puente entre el currículo chileno y el conocimiento  de la cultura ancestral y en eso están desde hace más de 20 años.

El profesor habla sobre los cuatro elementos que definen a un ser armònico: Norche, palabra que se aplica a alguien que actúa correctamente; newuenche, persona con desplante y fortaleza espiritual y psicológica; kumeche, el ser solidario y kimche, persona que valora el saber. El cuatro es un número simbólico en la cultura mapuche y por eso fueron dos las parejas- una de jóvenes y la otra de ancianos- que se salvaron en el duelo de Kai- kai y Treng- treng, el mítico enfrentamiento de dos grandes serpientes, una del mar y otra de la tierra, por el restablecimiento del orden en una sociedad sacudida por desequilibrio, según cuenta el maestro. Cada presentación va acompañada de preguntas y aunque al comienzo los alumnos y alumnas, la mayoría procedente de comunidades indígenas,  responden tímidamente a las preguntas formuladas por el relator al rato se integran y comienzan a recordar las historias que cuentan sus padres o  abuelos sobre wekufes  (malas energías) kimches,  o weichafes,  los jóvenes que combaten contra fuerza negativa a los que muchos  aspiran  emular, y se entusiasman con la futura celebración del Wiñoy Tripantv  (vuelta del año) donde jugarán un rol fundamental

Sueños

Esta jornada con alumnos mapuche hablando de los espíritus que custodian a las familias y a los animales,anchimallén, y de otros temas que denotan una cultura armónica y amante de la paz contrasta fuertemente con la otra realidad que conocemos a diario:  aquella que habla de largas guerras, de allanamientos, de bosques nativos arrasados, de camiones quemados, de dirigentes encarcelados, de carabineros y de civiles muertos en enfrentamientos.  Pero, como dice el poeta Elicura Chihuailaf  ya es materia aceptada que no hay una sola historia sino diversas. Sin embargo, entre todas esas historias hay coincidencias y a estas alturas no he escuchado a ningún  mapuche o huinca relacionado con el estudio de los pueblos originarios que acepte la historia oficial de la llamada  Guerra de Pacificación de la Araucanía, a fines del XIX durante la cual el Estado chileno redujo a las comunidades mapuches que habitaban entre los ríos  Maule y Toltén. Más bien, todos los relatos coinciden en el tema del despojo de las tierras y el avasallamiento de la cultura, producto de lo cual solamente algunas comunidades lograron no ser asimiladas (fue el caso de familias habitantes en Lumaco, Carahue, Cholchol).

Conmueven los testimonios recogidos en primera persona sobre cómo la generación de los antiguos decidió que sus hijos hablaran el castellano y no el mapudungun,  para evitar que ellos sufrieran lo que habían sufrido (desde maltratos físicos hasta pérdidas de tierras) . Pero esos padres y abuelos se las arreglaron para transmitir la esencia de la cultura a través de relatos (epew)  cantos y el cultivo de los sueños.  A partir de esos conocimientos básicos y de la elaboración de alfabetos (hay tres )  se ha ido reconstruyendo la lengua, sostenida por una sonoridad que ha permanecido en los pueblos, pero atravesada por los acontecimientos, donde además influye la inmigración del campo a la ciudad. Elicura Chihuailaf  recoge esta historia en su “Recado confidencial a los chilenos”.

El poeta y traductor que habita en Kecherewue, en la comunidad de sus antepasados, es de los que se ha preocupado de salvaguardar la lengua y la cultura y durante tres años trabajó en Tirúa con estudiantes de los últimos cursos de enseñanza básica y media. Con ellos desarrolló Diálogos poéticos, donde los chicos y chicas  debían recoger loscuentos de sus mayores para luego hacer su propia creación. “Sus relatos estaban permeados por la tensión” dice “porque para ellos y sus familias el centro de la atención pasa a ser la sobrevivencia como personas  y como comunidad. Hay familias que debieron dejar sus tierras, su producción, por la llegada de las forestales ya que eso alteró de tal manera el ecosistema que fue imposible seguir cultivando”.

Otras visiones

La  Ley indígena, promulgada en 1993,  señala que “es  deber de la sociedad en general y del Estado en particular,  a través de sus instituciones, respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas, sus culturas, familias y comunidades, adoptando las medidas adecuadas para tales fines”.  Hay quienes, como la gestora cultural , Isolde Reuque  reconocen que efectivamente mediante esa ley se han logrado avances y hoy ha despertado el orgullo de ser indígena, han surgido dirigentes públicos y se ha valorado la cultura. Pero, agrega, no hay la voluntad suficiente para reconocer y llevar adelante políticas fundamentales y si no hay un efectivo asentamiento del conocimiento se corre el riesgo de que las actividades impulsadas  se transformen en mero folclorismo.

Chihuailaf cree que mediante su trabajo ha podido permear el sistema educativo, pero es crítico: “El sistema educacional chileno habla de multiculturalidad e incluso a veces se habla de bilingüismo, pero no crea las posibilidades para que los profesores utilicen los libros traducidos al mapudungun, porque deben cumplir con un programa y no les queda tiempo. Entonces se trata de una actitud eufemística”.

Para explicar la multiculturalidad Elicura apela a un pensamiento de sus antepasados mapuche, que hablaban del jardín de todas las tierras. “ Ellos hacen la metáfora con las flores y dicen, ¿Qué sería de nuestro jardín si solo hubiera flores azules, que son nuestras predilectas, porque es el color que nos habita, desde donde venimos, el azul del oriente. Todos los mundos indígenas consideran que el pensamiento, la cultura, es como una flor y el jardín está conformado por muchas flores, de todos los colores, y formas, que a veces se parecen, pero son únicas. Y tiene que ver con la identidad, porque uno solo puede amar lo que conoce, lo que le ha tocado, pero para aceptar de manera profunda el que haya otras flores, otras visiones que enriquezcan nuestra conversación, hay que conocer de la manera más profunda lo que nos ha tocado”.

 

Fotografía Nguillatun (foto principal) de Diana Duhalde

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2 Comentarios sobre “Diversidad cultural: El jardín de todas las tierras

  1. Mi querida Patricia, hermoso relato, cargado de información vital. Enlaza ese pasado ancestral que durante tanto tiempo estuvo olvidado en nuestra patria grande. Cuanto nos desconocemos!!!!! y cuanto se parece nuestra historia. También aquí en Venezuela la cultura aborigen se encontraba en lo desconocido o lo contado por los relatos de los conquistadores, algunas cosas están cambiando pero hace falta continuar urgando , hasta reivindicar la cultura autóctona de nuestro pueblos.
    Aprendí mucho con tu artículo. Mil gracias

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