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Amitai Etzioni, sociólogo y filósofo germano estadounidense, nacido en 1929, uno de los grandes pensadores contemporáneos. Es activista social y sacó la sociología de los claustros académicos para ponerla al servicio público. Se considera a sí mismo un intelectual público y un pensador de izquierda que defiende el sentido familiar, orientado a la mejor educación de los hijos. Es, además, un escritor prolífico y fundador del comunitarismo.

Hay dos posiciones contrapuestas en los partidarios del liberalismo filosófico contemporáneo. Están los que critican el utilitarismo, interesados en encontrar soluciones a la relación libertad y equidad, dando prioridad a lo justicia sobre la libertad individual, como John Rawls, Dworkin, Ackermann; entre ellos se ubica Etzioni. Por otra parte están los partidarios decididos del “laissez faire”, más interesado en las virtudes teóricas del individualismo, seguidores de Von Hayek como Milton Friedman, James Buchanan, Robert Nozick y Michael Novak.

Aunque estos últimos no tengan demasiados puntos en común, se caracterizan por su visión individualista del ser humano, donde la moral y la ética son subjetivas, por lo cual no pueden  compartir una noción integrada de lo bueno y lo malo en la sociedad. Rechazan discutir sobre la “buena sociedad” de Etzioni porque lo que les importa es garantizar la máxima autonomía posible para cada individuo.

El comunitarismo de Etzioni integra lo que él denomina la “buena sociedad”, como resultado de sus ideas liberales, no neoliberales. Etzioni rechaza la posición individualista básica y la relatividad moral que genera el individualismo en nuestras sociedades. No acepta el concepto de que la mayor autonomía otorgada a una persona, dé como resultado lo mejor para todas las personas, es decir, para la sociedad.

El comunitarismo parte de la crítica a la sociedad contemporánea que por medio de la automatización y del individualismo ha generado la disolución de lazos de unión y la degradación de las normas sociales, conceptos en los cuales coincide con otros pensadores como Alasdair Macintyre, Charles Taylor, Michael Walzer, Michael Sandel y Roberta Bellah.

La sociedad para Etzioni no es un mercado donde los individuos se sirven a sí mismos, compiten con otros en el trabajo, en la política, en el romance y encarecen el bienestar general en este proceso. El comportamiento humano no es una fría racionalidad egoísta. Para la toma de decisiones se conjuga la razón con los valores sociales de los individuos, vinculados a diferentes comunidades y con un sustrato moral y emotivo que configura su identidad.

Para Etzioni las personas deben ser los fines y no los medios en el fundamento de una “buena sociedad”, en la cual se debe distinguir entre las relaciones yo-tú y yo-cosas. Esta es una premisa en la cual se deben fundamentar todas las manifestaciones de orden sociopolítico.

Según el credo comunitarista, la “buena sociedad” se equilibra con el fundamento de tres puntos de apoyo, el Estado o sector público, la comunidad y el sector privado o mercado. La coordinación de estos tres puntos de apoyo es un arte. Etzioni considera elemento indispensable de la política lo que él llama “el mínimo rico básico para todos”, resultante de poner en  práctica la “Responsabilidad de todos y para todos”, lema de su comunitarismo.  Considera que con la aplicación de esta responsabilidad sería posible eliminar uno de los mayores retos de nuestra época, la exclusión social, la cual es el factor de degradación que nos demuestra la necesidad de plantearnos el cambio de paradigma.

La “buena sociedad” comunitarista concebida por Etzioni defiende el mutualismo o ayuda para todos, en cambio del voluntarianismo o ayuda al necesitado. Él considera con optimismo el futuro, del que espera ver desaparecer la escasez como resultado de la interconexión y la nueva sociedad del conocimiento. Confía en la desregulación política de la vida social en una comunidad de comunidades, más precisa que una sociedad de naciones.

Así como están regulados los derechos humanos, Etzioni considera que deben formalizarse las responsabilidades básicas. No puede haber derechos sin responsabilidades. En cuanto a la educación, considera que ésta se debe redimensionar más allá de la ciudadanía nacional, con miras hacia la civilidad sustentada en virtudes. En esta época de cerrado individualismo se debe redescubrir la comunidad, lo que supone una verdadera revolución conceptual.

El Estado, además de atender la seguridad, la justicia, la salud y la protección medioambiental, debe controlar el mercado, ya que un mercado sin control daña las relaciones “yo-tú” hasta llevarlas a las relaciones “yo-cosas”. Tanto el Estado como el mercado no deben de perder de vista que el fin último de la sociedad es cuidar de todos los ciudadanos como si se tratase de un fin en sí mismo, resultando como la labor más importante para la sociedad ser potenciada, ya que es ahí donde se dan las relaciones de fines.

“El mapa antiguo (izquierdas y derechas) se centra en el papel del gobierno en contraposición con el del sector privado y en la autoridad del Estado en contraposición con el individuo. El eje actual es la relación entre el individuo y la comunidad, así como entre la libertad y el orden. Dado este marco diferente, tiene sentido situar a libertarios, liberales, conservadores partidarios del laissez faire, neoconservadores (de derecha) y libertarios civiles (de izquierda) en diversas posiciones del mismo lado (que no polo) del espacio político intelectual porque todos, en distinta medida, se centran en la necesidad de autonomía y prestan relativamente menos atención directa a las necesidades de orden social. Al otro lado del espacio están los social conservadores relativamente menos preocupados por la autonomía y a menudo más interesados en la necesidad de apuntalar el orden moral, que si es preciso, lo debe sostener el Estado. Entre los individualistas, defensores de la autonomía, y los social conservadores, defensores del orden social, se erige el pensamiento comunitario que caracteriza a una buena sociedad como la que puede lograr el equilibrio entre el orden social y la autonomía”.

Etzioni fue el creador y promotor de la Sociedad Mundial de Socioeconomía, la cual está activa y en crecimiento a nivel mundial y cuyos propósitos están resumidos en tres puntos:

1. Promover una mayor comprensión del comportamiento económico y sobre todo de los mecanismos de decisión a través de una amplia y variada selección de disciplinas académicas.

2. Promover el estudio y la investigación de las implicaciones políticas y culturales que se derivan de un entendimiento pluricontextual (social, psicológico, histórico, filosófico y ético) del comportamiento económico dentro de las comunidades.

3. Servir de vehículo de intercambio de ideas y experiencias a nivel global.

Se trata de un nuevo paradigma donde la Economía está inmersa en la realidad social y cultural, en vez de ser un sistema cerrado y autocontenido. Los mecanismos de decisión de la Socioeconomía son asumidos con la influencia de valores, emociones, juicios y prejuicios individuales y por afinidades culturales y otros acondicionamientos, en vez de ser cálculos precisos de interés propio. Así se da por supuesto que los sujetos económicos no actúan siempre racionalmente. Según Etzioni, “queremos conocer la realidad para contribuir a mejorarla”.

“La Socioeconomía no implica ningún compromiso ideológico y está abierta a una gran variedad de posiciones que contemplan el comportamiento económico como lugar de acción de la totalidad de la persona y de todas las facetas de la sociedad”; explica José Pérez Adán, miembro en España de SASE, Sociedad para el Avance de la Socioeconomía en España, quien continúa diciendo, “lo que esta nueva perspectiva pretende es conducir la ciencia económica al seno del contexto social y moral que la vio nacer, con una formulación rigurosa de los criterios de racionalidad o coherencia interna, en vista de los fines que persigue: la justicia, la solidaridad y la felicidad globales. No sólo la maximización de una utilidad llamada interés propio”. La Socioeconomía fue creada con una finalidad operativa, que no se queda en meros planteamientos teóricos y académicos.

Etzioni incita al cambio de la cultura actual, “donde parece que los bienes materiales son los únicos fines que interesan”. Él considera necesario generar un diálogo en busca de la contracultura que quiera llegar a constituir una “buena sociedad”.  El tema no es nuevo, pero es clara  una solución basada en la cultura de fines y no de medios. Puede no ser tan viable, dada la fuerza que ha tomado la cultura del mercado; sin embargo, debemos considerar todos los caminos posibles para mejorar nuestra civilización humana.

Las ideas de Etzioni son atractivas y por lo menos nos hacen reflexionar en los temas sociales y económicos concernientes a todos y cada uno de nosotros en forma tan directa.

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