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Se viene el otoño, me abraza, amoroso.

Mi jardín da cuenta de la invitación al desnudo,

a soltar amarras,

a convertir tantas hojas envejecidas y resecas en bello

abono para nuevas creaciones.

Capas y capas de hojas dispuestas a alimentar semillas que laten en el misterio de tierras olorosas.

 El cuesco escondido del durazno se sumerge y descansa en cama de piedras y napas subterráneas, promesa de otro durazno que gozará mi boca.  

Aquí la sinfonía es en naranjos y dorados, es roja y cruje y sueño en amarillo y niebla y quiero años de silencio que me permitan escuchar mientras caen las hojas una tras otra dejando huellas tenues en el espacio.

 Los árboles bailan porque vienen vientos desde el sur profundo invitando a todas las muertes posibles e imposibles.

 Le doy la bienvenida a esa vieja de ojos hueros.

Me asomo por las diez ventanas de la casa mientras mi cuerpo añora días largos de caverna y permanencia en la cama barco,

en el secreto,

en el oculto navegar de otoño expandiéndose por los ríos de

mi sangre.

Soy osa parda que busca la oscuridad de su cueva.

Hoy todo se viste de calaca y calavera.

Siento mis huesos.

La esteparia me conduce hacia el territorio de las frialdades.

La montaña se pondrá blanca, el magnolio botará hasta la última hoja, la puesta de sol me recordará a mi madre que vive en el cielo, a mi padre y a toda la parentela que hizo la maleta, se puso sombrero de plumas y se fue.

Todo parecerá ido irremediablemente.

Tendré tanto frío.

Estaré tan quieta que pareceré muerta.  

Me dejaré coger por el invierno un día y otro y otro más.

Estaré a punto de perder toda esperanza.

Me cobijaré,

me haré un nudo,

me doblaré sobre mi misma

y de pronto,

de un día para otro,

la semilla alzará su brote fresco.

Se abrirá paso con la fuerza de los truenos y volcanes,

se abrirá paso con la fuerza de los cachorros humanos y animales al cruzar el túnel.

Aparecerá nuevamente, se alzará, pequeña y tremenda, trayendo en su núcleo toda la vida reunida en largos días de silencio.

Se alzará majestuosa, orgásmica, fogosa.

Y todo partirá de nuevo.

Y partiré de nuevo con otros bríos, hogueras, novedades que fueron preñadas en el letargo del blanco, en el doradocarmesí de este otoño.

Y como es para mi… es para todo… solo que olvidamos de mirar la tierra y sus ciclos que se suceden unos tras otros.

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