Compartir

Hubo un tiempo de grandes líderes. Luego fuimos descartando a los que asumían ese rol, movidos por su interés individual o partidista y se mostraban lejanos a la realidad y necesidades de la gente. Hoy comienzan a surgir nuevos liderazgos.

Recientemente,  Sakyong Mipham Rinpoche, líder de la visión Shambhala que plantea una espiritualidad integrada y comprometida en la vida cotidiana, se reunió con una centena de líderes de comunidades locales.  Extraigo de su conversación lo que me parece aportar a una reflexión sobre liderazgo.

Declara su determinación de mantener una relación cercana con todos ellos para expresarles directamente “sus pensamientos y sentimientos”. Esta cualidad de un líder  completamente disponible, al servicio de los otros, es poco común, aunque hemos conocido algunos. Además de dar confianza a las personas que los siguen, esa actitud inspira nuevas formas de relación humana, más francas y valientes.

Invita a los líderes a reunirse entre ellos para profundizar la comunicación y enriquecer su reflexión. Esto me hacer recordar mi experiencia de estudiante. Sin ninguna duda, los momentos de reflexión o incluso los retiros que organizábamos en esa época para estar juntos, discutiendo de nuestra visión y nuestras propuestas, ejercían un gran poder de comunión entre nosotros. De este modo, los líderes no están en competencia entre ellos sino se refuerzan unos a los otros, como amigos.

Habla de la importancia de tener principios y manifestarlos con el ejemplo. Es difícil tener conciencia acerca de la manera en que actuamos, obnubilados por nuestras propias afirmaciones.  Para deshacer esa tendencia se necesita el auto-examen y también buscar personas-espejos que puedan reflejarnos.

Expresa preocupación por el nivel de información y la formación de los líderes intermedios. Esto crea el riesgo de la proliferación de activistas que se mueven sin visión y difunden ideas que pueden ser confusas o incluso autoritarias. Sin una buena formación, es difícil participar con ecuanimidad en los intercambios de ideas. Recuerda que las transformaciones son personales y sociales. El camino personal, que se une a lo social, desde una práctica espiritual, es mantener la disciplina de mirar nuestra propia mente. Lo esencial es ser genuinos y ayudarse unos a los otros.

Llama la atención sobre lo penoso de asumir roles de liderazgo y pide mirar estas situaciones y cambiar las formas de trabajo. Invita a no tener miedo de los errores, y a no ser arrogantes ni imprudentes. Muchos líderes ponen tanto esfuerzo en querer cumplir lo que creen se espera de ellos, que terminan agotados y desencantados.

Al terminar esta conversación, proclama su convicción en la bondad fundamental de los seres humanos, diciendo que esta es la fuente de la amabilidad, la energía y el coraje. Y que esa visión es lo que permite avanzar hacia el objetivo de manifestar una sociedad humana despierta y compasiva.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *