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La filosofía ante todo se interroga sobre las preguntas trascendentales de la vida. Crea una forma de pensamiento razonable en relación al conocimiento y al desarrollo científico, y aunque éste no resulta necesariamente como respuesta a los interrogantes filosóficos, sí da respuesta a muchos de ellos.

Los sistemas filosóficos del mundo Occidental tuvieron su auge con el desarrollo del pensamiento en la antigua Grecia y sus colonias, cubriendo con su influencia la antigua república e imperio romano. Para la Edad Media, el pensamiento el pensamiento de Aristóteles tuvo su auge y fue el estancamiento junto con las creencias dogmáticas impuestas a sangre y fuego por la Iglesia, lo que dio origen al oscurantismo científico y filosófico de Occidente. Así transcurrieron más de diez siglos durante los cuales toda la diversidad del pensamiento de la antigua Grecia se habría olvidado, de no ser por los árabes, quienes conservaron esta herencia cultural y la retornaron a Occidente durante el auge de su conquista de la Península Ibérica. Después de la época aciaga de la Edad Media renacieron los brotes culturales en Europa. Ya en del siglo XVII, la revolución intelectual que provocó la renovación del pensamiento con la Filosofía Moderna, desafió los sistemas tradicionales impuestos por la Iglesia, los cuales fueron desafiados y posteriormente superados.

Descartes fue entonces la figura más importante en el desarrollo posterior de la Filosofía Moderna, con sus tratados del conocimiento, de la certeza y de la naturaleza de la mente humana. La Filosofía Moderna dio preeminencia a la teoría del conocimiento o gnoseología, sobre los principios fundamentales de la verdad o metafísica, que tradicionalmente se han basado en la existencia de un dios. Para poder tratar algunos de estos temas filosóficos y científicos sin acarrear el castigo de la Iglesia, la Filosofía Moderna los apartó de las prohibiciones eclesiásticas con el argumento de que antes de conocer lo que hay, se debe conocer lo que es posible saber.

Aún esta separación no dio toda la confianza a los grandes pensadores, quienes temían desafiar el poder de la Iglesia. Así Descartes, quien en 1633 tenía ya terminado un tratado de cosmología y física, titulado “Le Monde”, se abstuvo de publicarlo al saber de la condena de Galileo por el rechazo a la creencia sostenida por la Iglesia de que la Tierra era el centro del universo. Descartes, esperó hasta 1637 para autorizar publicaciones parciales de las ideas expresadas en “Le Monde”. Dentro de éstas figuraba su famoso “Discurso del método”.

La filosofía no sólo plantea preguntas sino que también  ofrece respuestas y, hoy ya liberada de las creencias dogmáticas, da explicaciones basadas en comparaciones razonables, crea posibilidades para constituir hipótesis que sustituyen las creencias infundadas, y puede ofrecer puntos de partida a las investigaciones científicas. Mientras la ciencia no se pronuncie a favor o en contra de las hipótesis, el conocimiento puede quedar en entredicho, pero con un soporte de bases lógicas, siempre más razonables que las revelaciones divinas. Así la filosofía hace su aproximación al conocimiento, permite reconocer vacíos y suplirlos con hipótesis, a la vez que plantea nuevos desafíos a la investigación científica.

Otras funciones de la filosofía, son resultado de los desarrollos científicos y técnicos, cuyos avances crean nuevos cambios que revolucionan nuestro mundo. Mario Bunge en el prólogo de su obra, “Ser, saber, hacer”, dice que los nuevos cambios que causarán los conocimientos teóricos en el futuro son impredecibles; pero, dentro de los que ya se han producido, corresponde a la filosofía atender una serie de objetivos y responsabilidades, entre los cuales podemos citar los siguientes:

-Defender a la investigación científica de quienes solo pretenden la inmediatez utilitarista, aunque aparentemente no tenga aplicaciones prácticas, así sólo sea por enriquecer la cultura, el arte y las humanidades.

-Defender la libertad de investigación, en particular la relacionada a biología y cosmología evolucionista, contra los dogmas ideológicos y las creencias religiosas.

-Proponer la caracterización exacta de la función mental, o concepto de mente, como parte corporal.

-Criticar las seudociencias  y seudotécnicas, tales como parasicología, homeopatía y astrología, por afirmar falsedades y ser motivo de estafas.

-Propiciar el acercamiento mutuo de las ciencias, uniendo disciplinas de referentes comunes.

-Desarrollar la filosofía práctica a la luz de las ciencias sociales para precisar conceptos y acercarla a la vida, lo que conlleva a elaborar principios éticos que respondan a las necesidades y aspiraciones de la gente común y no a normas que parecen creadas para ángeles.

-Propiciar enfoques científicos a los problemas sociales de actualidad, como subdesarrollo y violencia, descuidados por los especialistas o sólo abordados de forma unilateral, para que se ofrezcan alternativas racionales y eficientes en cambio de improvisación y demagogia.

Para la filosofía es más importante buscar una mayor claridad intelectual para comprender las posibilidades que tienen las cosas de ser diferentes, que disponer de un concepto acordado de lo que son. Theodor Adorno explica que a la filosofía le basta lo que quiere ser, sin tener que galopar puerilmente detrás de la historia y de lo real, porque tiene su nervio vital en la resistencia a lo que sirve de justificación actual a lo que ya es.

Aun cuando la filosofía no nos ofrezca las respuestas concretas a los problemas planteados, sí amplía la concepción de lo posible para enriquecer la imagen intelectual y eliminar la seguridad dogmática que se cierra al espíritu de investigación.

Para concluir, podemos decir que la filosofía es guía y fuente de conocimiento,  espíritu de redención que libera al hombre de su encadenamiento a prejuicios, creencias infundadas, temores e injustificada dependencia de los demás. La filosofía es luz que ilumina el origen de los obstáculos interpuestos en la realización humana. Es maestra del pensamiento y del lenguaje que le da su expresión.

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