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Se creen vivos – lo son, la verdad- y están convencidos que nos engañan, pero los resultados de credibilidad de las encuestas demuestran que no…  que es una ilusión el engaño, que hace ratito ya dejamos de creer en el viejo pascuero y -como dice Luz Casals-: “Tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que te creo…”

 Ilusión, elusión… evasión

Es muy fina la línea que separa la ilusión, la elusión y la evasión. No es casualidad que suenen parecido: lo son. O más bien, pueden estar íntimamente vinculados.

Los políticos, autoridades  y empresarios de nuestro país se mueven y juegan permanente y peligrosamente entre las tres.

De eso se tratan la magia y el ilusionismo, de que creamos que vemos algo que en realidad no existe. De que veamos sólo lo que quieren que veamos. De que jamás descubramos cuál es el truco. Y de que nos mantengamos entretenidos con el espectáculo. Porque cuando lo descubrimos, como sucedió con La Polar o con el lucro en las universidades privadas… (me “faltan” ejemplos) se les ponen difíciles las cosas. Y lo que quieren es que veamos honestidad, rectitud y buenas intenciones donde lo único que en verdad hay es ambición, codicia e inmoralidad. Y ahí entonces nos venden ilusiones y humo, sueños y esperanzas y eluden y evaden, una y otra vez.

La ilusión está definida como la esperanza de algo especialmente atractivo, lo que hace que muchos  estén dispuestos a todo para tener ese “algo” que tanto quieren, sea un cargo de representación popular, aumentar sus fortunas o simplemente tener poder. Y ahí entran a tallar  la elusión (de “Eludir: Evitar con astucia una dificultad o una obligación”, según indica la RAE) que siempre está rozando la inmoralidad y los límites de la ética. Y cuando esa astucia no es suficiente para conseguir el objetivo, se cae derechamente en la evasión, definida -también por la RAE- como: “Eludir con arte o astucia una dificultad prevista”. O sea, la evasión es una elusión perfeccionada, un peldaño más que hay que subir para llegar a la meta. Un límite que hay que traspasar en esta carrera por el objetivo deseado.

La evasión se constituye entonces en una elusión más consciente, más planeada,  que normalmente está muy cerca del delito o derechamente lo es.

La hipocresía siempre es un ingrediente importante en esta trivia. Es obvio, hay que tratar que no se rompa la ilusión (la nuestra, claro). Que sigamos pensando que van tras el poder porque les importa el pueblo. Que creamos que son empresarios serios, preocupados sólo de “generar riqueza para el país”, como les gusta tanto decir a los prohombres. Aunque la verdad es que la codicia los gobierna.

La cadena más grande de supermercados de Chile tiene un Rut diferente para cada local, así evitan que todos sus empleados tengan sindicatos fuertes que  puedan negociar en mejores condiciones. Hace poco vimos cómo Agrosuper elude los  estudios  de impacto ambiental de manera tan simple que llega a ser ridículo. O como se las arreglan para pagar patentes irrisorias a pesar de las grandes utilidades que sus negocios les generan. Nada de eso es ilegal, pero aunque no les guste que se los digan, es derechamente inmoral. Como lo son los intereses usureros de los bancos, las comisiones desmedidas de las AFP y en general todo el sistema económico que rige en nuestro país  Como lo es también eludir las responsabilidades políticas.

Manejando por Santiago “sin campaña”

Pensaba en todo esto mientras manejaba por Santiago y veía lleno de propaganda electoral por todos lados. La ley no lo permite, está prohibido, pero como bien dice el dicho: “hecha la ley, hecha la trampa”… ¿y qué podemos esperar para nuestro país si son los que debieran dar el ejemplo, las autoridades en ejercicio y los mismos legisladores que crean las leyes, quienes las evaden? ¿No les da vergüenza, ni siquiera un poco de pudor?

Vi por ejemplo, en el centro, unas gigantografías con una gran Z y  un “vamos por más”. En ninguna parte decía Zalaquett – que es lo que hace la diferencia entre permitido y prohibido- y no era sólo un letrero, eran muchos y aunque no es ilegal, sí es poco ético;  es un resquicio, una manera de evadir la ley, y si no tiene una sanción legal, debiera al menos tener una moral. Porque habla del poco respeto que tienen los políticos por la institucionalidad de la que debieran ser  guardianes  y -lo más grave- habla de la manera que tiene el señor Z  y la mayoría de los políticos de hacer las cosas. Si las personas que dirigen este país, o los que legislan, que debieran ser especialmente rigurosos consigo mismos, buscan y encuentran la manera de eludir la ley, ¿qué podemos esperar para el resto de los mortales?

Grave es cuando se erosiona la institucionalidad de un país por sus propias autoridades. Cuando se relativiza y minimiza la importancia de gobernar y emprender con corrección. Cuando actúan como el cura Gatica. Y cuando no se actúa con respeto.

Señores: no le pidan al pueblo que actúe de la manera que ustedes no lo hacen. No exijan de los ciudadanos lo que ustedes no son capaces de hacer. Porque a veces lo único que hace la diferencia entre un delincuente y una “respetada autoridad” o un “respetado empresario” es la calidad de los abogados que asesoran a cada cual.

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Alguien comentó sobre “Mantener el manto de ilusión

  1. Ay¡ Tanta cosa cierta que dices. Una pena que entre por un oído y salga por el otro de aquellos que no nos predican con el ejemplo.
    Están sufriendo la indignación de los “hijos” que pierden el respeto por sus padres porque hacen todo lo contrario a lo que dicen que tenemos que hacer.
    Ojalá cumplamos la mayoría de edad antes de las próximas elecciones y los castiguemos como se metecen. Sin darles el voto.
    Buena columna.

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