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Cuando las cuentas ya están sacadas, las interpretaciones sobre estas elecciones municipales se amplían, al igual que el número de votantes que ejerció su derecho ayer y también de los millones que se abstuvieron. Que el voto voluntario no sirve, que hay crisis de representatividad, que la política está viciada, que son los mismos de siempre, que un voto no cambia las cosas… las miradas se multiplican y los análisis se toman los espacios de conversación.

Hubo importantes vuelcos ayer. Las victorias de Josefa Errázuriz, Carolina Tohá y Maya Fernández en Providencia, Santiago y Ñuñoa, respectivamente, tienen un factor común: una lógica de hacer campaña que les permitió generar el cambio que muchas personas esperaban. En cada caso, se instaló una lógica de conversar con los vecinos, de escuchar sus necesidades, de generar instancias de participación, de generar comunidad.

Estas tres mujeres son un ejemplo para muchos que se han quedado en una forma de hacer política desde arriba, sin contacto directo con la gente, llenos de soberbia y con una excesiva confianza que los hizo desconocer lo que estaba pasando enfrente de sus ojos.

Labberdadera soberbia

Mucho antes que comenzaran las campañas, Cristián Labbé comenzó a dar muestras de una falta de sintonía con lo que estaban demandando los vecinos de la comuna. E incluso más. Desafortunadas fueron sus declaraciones en medio del conflicto estudiantil y la orden de cancelación de matrículas a alumnos de algunos colegios de Providencia; también cuando tildó de “endemoniada” a Camila Vallejo y su rol en el movimiento estudiantil o cuando dijo, sin tapujos y lleno de displicencia, que “esto (Providencia) es como en una empresa. Si quieren cambiar a un gerente que está haciendo las cosas bien por una dueña de casa, es cosa de ellos”.

Sin embargo, la muestra final de su verdadera soberbia fue la que vimos ayer, de noche, luego de que la ciudadanía había expresado su opinión y los números eran arrolladores. Empapado de rabia y carente de humildad, puso la responsabilidad de su derrota en el poder de la comunicación (y claro, en el fondo  ¡así es!, pero da para otro texto), los medios y el odio. Pero fue más allá al decir que todo esto era como la “serpiente del paraíso”, aludiendo a un electorado engañado por una candidata sin peso, es, simplemente, añejo, desajustado a la realidad actual y muy en su línea argumental del último tiempo. Y ni hablar de su nula disposición a saludar y reconocer el triunfo de su oponente. Quedaba poco por lo que sorprenderse a esas alturas.

A pesar del gusto amargo que dejó el hoy ex alcalde, el día después de la elección nos muestra no sólo que los supuestos políticos “imbatibles” pueden perder frente a la organización, al sentido de comunidad y al trabajo participativo. Para muchos, la carrera presidencial comenzó hoy y sería muy beneficioso para los posibles candidatos que aprendan de estos ejemplos, que creen espacios de encuentro entre con los electores para saber cómo responder ante sus demandas. Ya aprendimos que desde la soberbia, poco y nada se puede avanzar.

 

 

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Alguien comentó sobre “Una elección, millones de miradas y la serpiente del Paraíso

  1. Excelente análisis de un día que realmente marcó un precedente que hace mucho tiempo no se veía, quisieron hacer las cosas para ganar, pero se les dio vuelta la tortilla.
    Deben aprender a aprender y no creer que, porque ganaron una vez y por un descontento generalizado, lo seguirán haciendo eternamente.
    Los ciudadanos aprendemos de nuestros errores y que los grandes partidos ganadores en las municipales no se confíen y elijan a un buen candidato o candidata para las presidenciales.

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