Compartir

El título de esta columna es una frase que encontré en la reja que divide México de Estados Unidos; que separa Tijuana y San Diego. La frase, grabada con tinta negra, cuelga de un letrero en la colorada reja que a pocos metros se pierde en el Océano Pacífico. A pasos del letrero hay un obelisco blanco que dice: “Límite de la República Mexicana. La destrucción o dislocación de este monumento es un delito punible por México o los Estados Unidos”.

En este rincón frente al mar, conocido como Friendship Circle o Círculo de Convivencia, los migrantes legales e ilegales se reunían con sus familias a través de la reja. Se tomaban las manos, conversaban sobre la salud de los enfermos, comentaban cómo habían crecido los hijos e incluso instalaban quitasoles, sillas de playa y compartían tamales mientras la policía de frontera los vigilaba. Hoy, ese encuentro no es posible. En el año 2009 se terminó de construir una segunda reja, a treinta metros de distancia de la original. Además, ahora nadie puede llegar a ese punto del lado estadounidense sin un permiso. La patrulla fronteriza es la encargada de administrar el Círculo de Convivencia que funciona los sábados y domingos; 25 personas como máximo pueden compartir el espacio, una identificación oficial es requerida y no es posible permanecer por más de treinta minutos por grupo o por persona.

Lo que hace años fue un lugar de fiestas, citas románticas, ceremonias y promesas entre mexicanos, hoy es un territorio casi abandonado, donde los mensajes de padres, madres, tíos y abuelos han sido escritos a fuego en los fierros oxidados: “Las rejas están hechas para aquellos que no pueden volar”, “este muro no salvará tu economía”, “aquí termina el sueño mexicano”. Otros más amorosos como “no existen fronteras para el amor” son el testimonio de los noviazgos entre barrotes. Para entrar al Círculo de Convivencia hay una gran puerta. Arriba de ella se puede ver un letrero que dice “Guardián…aquí empezó. 18 años después, 5.800 muertes logró”. La Operación Guardián es un plan que ha implementado Estados Unidos desde el año 1994 para el control migratorio y al que se le atribuye miles de muertes. La Operación motivó que los migrantes buscaran alternativas hacía el interior, donde la reja se apropia del desierto y donde el viaje se convierte en una sentencia de muerte. No sólo para mexicanos, también para los migrantes centro americanos que llegan a la frontera mexicana luego de un viaje infernal arriba de los vagones de trenes de cargas llamados “La Bestia”.

El letrero ¿estás de mi lado? es un grito de auxilio. Es la voz desesperada de los migrantes; de los niños que asoman su cara entre los fierros sin entender lo que pasa, es el grito de angustia de las mujeres que extrañan a sus maridos, es la voz de los hombres que del otro lado buscan un mejor futuro para sus familias. El sueño se ha transformado en una pesadilla.

¿Estás de mi lado? es una frase que grita todo el mundo, en todas sus fronteras, sociedades y conversaciones. Para informarse, para opinar, interpretar, defender, apoyar o criticar una situación, primero debemos ponernos del lado de cada involucrado. No en el lugar del otro, sino a un costado para mirar las cosas desde ese punto de vista, desde el otro lado de la reja. ¿Estás de mi lado? podría preguntarle el pueblo mapuche al Estado. ¿Estás de mi lado? podrían decir los estudiantes chilenos al gobierno. ¿Estás de mi lado? podrían repetir los trabajadores a sus empleadores. Palestina a Israel, África al resto del mundo. Los enfermos a las isapres. Los discriminados, los pobres, los estafados CORFO, los niños abandonados y tantos otros sin respuestas.

Las conversaciones no tienen rejas pero estamos acostumbrados a levantar un muro entre ellas. Somos expertos en criticar al que está del otro lado, pero intenta pararte frente a esa reja, agárrate de los fierros, siente la desolación e intenta ir más allá. Estás autorizado para cruzar.

Compartir

3 Comentarios sobre “¿Estás de mi lado?

  1. Es como ver una pelea de Box, más allá si nos gusta o no, si esta bien o no el deporte, etc.. Uno siempre tiende a ir por el más “debil” en ese juego… sindo que la pelea se da por la participación de ambos.. El análisis, a mi juicio, debiera estar centrado en: porqué se pegan este par de &%$/$# o porqué permiten este deporte. Salu2

    1. Al2, muchas gracias por tu lectura y por tu tiempo para dejar un comentario. Te encuentro toda la razón, la pregunta es para qué uno podría situarse del otro lado, y más importante que eso, es intentar hacerlo, comprenderlo y vivirlo. Lo del boxeo, claro… ahí tendríamos que ahondar en por qué las personas hacemos cosas que sabemos nos hacen daño.

  2. Me parece en general bien, sin embargo, la idea de las fronteras es tenerlas o no tenerlas, no sólo ser capaz de mirar de un lado de ellas; Mapuche, Estudiantes, Trabajadores, Palestina o Africa, ya que sin duda también esta el otro lado y se debe exigir para ambos. A mi juicio la discución no debe estar centrada en el lado desde el cual se mira, sino porque se debe mirar desde un lado, a lo mejor al no exister fronteras no mirariamos a través de, sino a lo largo de …. No lo tengo muy claro, lo que si tengo claro es que el ejercicio no debe ser nacesariamente mirado desde los “menos visibles” o los “desprotegidos” que es lo que se ve en este reportaje. Siempre en una relación de pareja los dos generan condiciones, ambos participan y nunca es bueno discutir quien más quien menos, es esteril y nunca se arriba a puerto. Esto se producirá por la misma mirada de siempre.??…… esta mirada?. No lo se.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *