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Indignación: (1) Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos.

Corrupción:  (1) Acción y efecto de corromper.  (4) En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. (5) Diarrea.

Enriquecimiento: (1) Acción y efecto de enriquecer. (1) Der. Enriquecimiento que, obtenido con injusticia y en daño de otro, se considera ilícito e ineficaz en derecho.

Hastío: (1) Repugnancia a la comida. (2) Disgusto (tedio).

Desafección:  (1) Mala voluntad.

Chantaje: (1) Extorsión. [(2) Presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido].

Ejemplaridad: (1) Cualidad de ejemplar [(1) Que da buen ejemplo y, como tal, es digno de ser propuesto como modelo. (7) Caso que sirve o debe servir de escarmiento].

Transparencia:  (1) Cualidad de transparente. (4) Claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad.

Ética: (2) Recto, conforme a la moral. (4) Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.  (5) Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.

Educación: (3) Instrucción por medio de la acción docente.

Principio: (1) Primer instante del ser de algo. (6) Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta.

Valor: (6) Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos.

Regeneración: (1) Acción y efecto de regenerar. (2) Reconstrucción que hace un organismo vivo por sí mismo de sus partes perdidas o dañadas.

La indignación se apodera de la sociedad española, próxima al hastío, por la acumulación de casos de corrupción, muchos de los cuales están relacionados con el enriquecimiento ilícito. Incluso algunos personajes acuden al chantaje para defenderse de la acción de la justicia cuando se ven acosados por los sumarios. La ejemplaridad a la inversa, el déficit de transparencia y la ausencia de valores éticos configuran un panorama desolador.

La política provoca la desafección de los ciudadanos, que reclaman una regeneración moral, en la que los principios, las ideas y las buenas conductas ocupen un espacio central. La respuesta a corto plazo contra la corrupción está en la acción de la justicia, que debería ser implacable; a largo, en la educación.

Nota: Las definiciones están tomadas del diccionario de la Real Academia Española. Los números entre paréntesis corresponden a las entradas.

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