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En estos tiempos en los que las crisis económicas, la desintegración social y las amenazas pseudo apocalípticas van minando las certezas, muchas personas en todo el mundo están buscando la manera de recuperar una espiritualidad que les otorgue seguridades.   Es una reacción por completa natural y esperable.  La gente quiere tener algunas certezas mínimas y, si no cuenta con ellas, busca la manera de hallarlas.

Como meiga celta -la palabra puede traducirse como “bruja”, pero no es del todo exacta, ya que se suele asociar a la bruja con la magia negra y nosotros tenemos estrictamente prohibido ejercer esas artes por nuestra ética-, no me corresponde decir nada respecto de las religiones tradicionales, pero sí que resulta claro el acercamiento a las milenarias, como la celta, que estando circunscrita por siglos a algunas zonas de España, Francia e Irlanda ha comenzado nuevamente a llamar la atención.

Los ritos celtas se realizan preferentemente en la espesura de los bosques, en molinos y sobre piedras milenarias.

Cualquier creencia que ha sobrevivido a tantas persecuciones merece ser tomada en serio, y más si parece estar dando respuesta a las necesidades de la gente. Para ser claro, la religión celta es más que una religión: Es una forma de vida, una cultura y quien visite las religiones en las que está especialmente presente podrá ver que la gente se relaciona con ella con toda normalidad, sin las acusaciones de herejía o brujería.

En estos tiempos se hace necesario develar los prejuicios y explicar qué es lo que se puede esperar de una religión que pudo vencer los intentos por eliminarla desde los tiempos de los romanos y pasando por la inquisición.   Con rastros que vienen desde el S. XII A.C., se debería considerar a la celta como una religión más que capaz de aportar respuestas, o por lo menos las orientaciones que se precisan en estos tiempos.

¿Y por qué ocurre esto?  Se podrán elaborar muchas teorías pero creo que la esencia está en que la religión celta, así como muchas otras, representa un regreso a las raíces, se relaciona muy estrechamente con la naturaleza y permite a las personas presentarse tal como son, sin los artificios propios de la vida moderna.   Si se traslada el lugar de celebración del rito de un templo al bosque, ya se produce un cambio de paradigma que encanta a muchos.   Si se le habla al aire, al agua o a la luna, las personas sienten que se trata de elementos cercanos y reales.   Si se logra aceptar que las fuerzas de la naturaleza pueden recibir nuestras órdenes en lugar de quedarnos expuestos a la voluntad del azar, se siente que la relación de las personas con el mundo es distinta por completo y que es posible recuperar el control de nuestras vidas.   Para los celtas, esas diferencias hacen una cultura distinta y siempre estamos dispuestos a recibir a quienes quieran compartir nuestras creencias.

La gente reconoce esos lugares y mantiene una respetuosa distancia de las meigas y de los dioses

*Rosa María Alonso Ferragud es meiga celta.

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