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Chile, sus gobernantes, parte de la ciudadanía, celebra, orgullosa, sus cifras crecientes, ascendentessssss,

y se fue la primerita,

tiqui, tiqui, ti,

pañuelito tricolor que gira en las manos nacionales.

Los que están en el poder hablan de empleo pleno, de listas auges superadas, nunca habíamos tenido mejor medicina, mejor atención, solo hay motivos para bailar de gusto.

Nosotros y nosotras, cada día mejores,

abran quincha, abran cancha.

Nosotros, chilenitos y chilenas, comentadas en la orbe, felicitadas por la mirada de otros mundos, ¡a ver esas palmitas! Nos miran, así dicen, así publican los diarios, así nos cuentan sobándonos el lomo.

Chile promesa, ejemplo, Chile aplaudido, clap, clap, clap,

y se fue la otra patita, clap, clapísimo,

zapateo, ¡esta es cueca, señores, señoras, señoritas buenasmozas!

Cómo nos gusta esto a nosotros, a los grandes y pequeños guatones Loyolas, a las ufanas comadres Lolas, ávidos de guenas notas, de ser los mejores, de no mostrar la huincha e la shala, de volar alto como los cóndores, ¡vuelta!

Despreciamos a peruanos, bolivianos, a los negros, a estos “extranjeros” que nos vienen a quitar el trabajo a nosotros, ellos que tienen malas costumbres, comidas raras. Esta gente que llega a molestar a los exitosos de América Latina.

Sin embargo a mi amiga, a la de los ojos de agua, se le enfermó su mamá.

Primer calvario: Su madre tenía de base un tumor cerebral y, además, atravesaba una crisis agobiante de divertículos. Llegaron angustiadas, asustadas, a la posta del Hospital Salvador, centro hospitalario enclavado en el histórico y elegante barrio de Providencia. La mamá de mi amiga estaba con fuertes y horrorosos dolores. Después de cinco horas de espera, mientras esta madre chilena, lloraba y gritaba, le dijeron que “no la podían recibir porque ella era una enferma terminal”. Y continuó el calvario. Fueron a la Clínica Las Lilas, no había cama. Diligente el personal de ésta, llamó al Hospital Salvador. Les llamaron la atención, les dijeron que se habían “condoreado”, que tenían que recibir a esta ciudadana chilena. La recibieron.

Segundo calvario: La madre de mi amiga fue llevada a la sala común de este hospital como todos los chilenos y chilenas sencillas, todos lo que no pueden acceder a las clínicas privadas. En la noche se “olvidaban” de ponerle el suero, el personal dormía. Una mañana sus hijas la encontraron con la boca sangrando de deshidratación. Como manera de remediar la pésima atención y la desidia, exigieron que uno de los hijos pudiera acompañarla en la noche.

Tercer calvario: Mi amiga y sus hermanos la acompañaban sentados. Ellos fueron testigos del abandono total en el que están los pacientes pero, sobre todo, en el abandono total en que está la ciudadanía nacional. No existe la manito santa que te da valor, la manito fresca, la mirada que te ayuda a atravesar esos instantes en que la vulnerabilidad humana necesita, a gritos, de ese otro, esa otra, que te acompañe. Los pacientes gritan de dolor en las noches y nadie se acerca a aliviarlos, entregarles una palabra de aliento, una caricia en la frente. De eso se trata la medicina. La madre de mi amiga, un par de veces, se quedó sin oxígeno, nadie llevó otro tubo, mi amiga tuvo que hacerle respiración boca a boca o correr a otro piso a ver si encontraba uno.  A nadie le importa nada, al sistema menos.

Cuarto calvario: La madre de mi amiga falleció. Como todos los que parten en un hospital, ella fue conducida la morgue. Mi amiga la fue a ver y la encontró tirada en una camilla en medio de la mugre acumulada por mucho tiempo, en medio del desorden.

La dignidad está en fuga. La mala vida y la mala muerte se instalan pierna arriba sin mirar a nadie. El alma nacional, desnutrida y enferma de muerte por tanto abandono, vaga entre nosotros como un viento gélido que nos pone tristes mientras afirmamos que somos felices.

Sin embargo el Chile que se ve, es otro. No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera, la cueca feroz se vuelve a bailar con tacones agujas que clavan hasta sacar sangre.

¿A quién le importa? ¿Quién mira? ¿Quién quiere mirar? Nos gusta más mirarnos en lindo espejo mentiroso.

Es triste perder a la madre… peor es saber que vivió este horror en sus últimos días como lo hacen miles de nuestros compatriotas a diario y nadie se inmuta. Vuelta. Combo que se perdía lo recibía el guatón Loyola que sigue sonriendo cuando le dicen que somos un país top ten. En la intimidad de su pieza, abraza a la comadre Lola y le susurra al oído: “Que suerte ser chilenos en este mundo que se cae a pedazos. Estamos a salvo.”

 

¡Vuelta y zapateo!

 

 

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9 Comentarios sobre “Un hospital en el país de campeones

  1. Uffff… Me dio pena leer todo. Y la verdad es que he visto en los hospitales lo que acá mencionan y es angustiante. Este es el gran desafío que tenemos los profesionales que estamos saliendo. Si bien esto me apena, me da fuerzas para creer que esto puede ser distinto. Me da fuerzas para ser parte del cambio. Saludos y muy lindo todo

  2. Es nuestra realidad país…
    Coincido en que no es suficiente con la infraestructura ni equipos de ultima generación, esto va mas allá de si es público o privado tiene que ver con los egos, valores, conciencia, la vocación de servicio, el amor por lo que hacen sin olvidar por cierto la experiencia que debieran tener en cada especialidad.
    Siento que la salud hoy se ha transformado en un negocio y a veces pienso que entre mas enfermo estés mejor es para ellos ”mas ganancias”.
    Nuestra experiencia la vivimos en una clínica privada mi hermana llego de urgencia pero por una operación de rutina la que repentinamente se transformó el algo mas, cada día fue empeorando, los errores descuidos y mal manejo de su complicación la fueron deteriorando, finalmente perdió la vida a sus 23 años, de una manera que nadie merece… lástima que nada de lo que se haga judicialmente o públicamente nos hará recuperar la gran perdida y el dolor causado.

    1. Muchas gracias Ingrid por tu comentario. Efectivamente el tema de la salud es un tema complejo que tienen muchas aristas que hay que abordar y todas son importantes y forman parte de un todo. El cambio debe ser a todos los niveles. La salud es un espacio sentido y central en la posibilidad de desarrollo profundo de un país. Olvidamos permanentemente que ES UN DERECHO HUMANO.
      Un abrazo

  3. Es verdad, me tocó “padecer” del sistema público cuando a mi madre le detectaron un cáncer fulminante pulmonar. Aún recuerdo el modo en que me enteré que a mi madre le quedaba poco tiempo de vida. El lugar de los hechos fue el hospital del torax, en el mes de agosto del 2006. Mi madre se había hecho unos exámenes porque tenía muchas molestias respiratorias, fui a buscar los resultados y me costó encontrar a su médico porque había huelga de la salud por mejora salarial, el sujeto en cuestión por esos tiempos era el director de dicho recinto. Finalmente lo pillé en uno de los pasillos; necesitaba que leyera los exámenes y me interpretara los resultados. Los miró, después con voz seca me increpó diciendo: ¿y para esto usted me ha buscado y me hace perder el tiempo? Le dije que no entendía lo que decía, y me respondió… “NO hay nada más que hacer, tiene cáncer”. Acto seguido, me desmallé de la impresión y del dolor. Después supe que él siguió caminando y me dejó botada en medio de un pasillo. Me atendió una secretaria quien me llevó a una oficina e intentó explicar lo inexplicable: la falta de sensibilidad humana del la “famosa eminencia”. Nunca más vi a dicho médico, mi madre fue derivada a cuidados paliativos del dolor. Di vueltas por el sistema buscando explicaciones de por qué a mi madre no le haría alguna intervención para erradicar su tumor. Finalmente, supe que el Estado no invierte en enfermedades costosas, especialmente si el ser humano enfermo es alguien de la tercera edad. Yo no tuve los recursos para acudir al sistema privado, y finalmente mi madre murió en mis brazos en enero del 2007, y para que se fuera con oxigeno y sin dolor tuve que engañar al sistema. Esto es más que falta de recursos, es haber perdido la calidad de “ser humano”.

  4. Muchas gracias Malucha Pinto y a todos los que se unen en este grito denunciando la precariedad de los Hospitales Públicos de Chile…conversaba hace unos días atrás con la Dra Carolina Asela acerca de como los gobiernos de la Concertación potenciaron la Atención Primaria a costa de olvidar la deuda infinita con los Hospitales Públicos…y como la derecha esta privilegiando los Hospitales a costa de la Atención Primaria…osea…se desviste a un santo para vestir a otro….La solución parece obvia…hay que invertir en ambos sectores…pero claro…no hay dinero…mientras tanto las trasnacionales siguen extrayendo nuestros recursos naturales sin dejar nada o muy poco a cambio…se soluciona el problema aumentando la carga tributaria a estas empresas?…si…en parte…pero mientras los Hospitales y la Atención Primaria esté siendo admnistrada por burócratas sin visión…y los equipos de salud…mal pagados y con alta rotación (nadie quiere trabajar mal pagado y en condiciones precarias)…sigan haciendo la pega en condiciones cada vez más negligentes….el asunto se ve oscuro…Más recursos…Carrera funcionaria…Recuperar la mística…Mejorar la gestión y el compromiso…se necesita todo esto y más…

  5. Es un tema candente e inadmisible en este país con tasas de crecimiento que se publicitan profusamente.
    estamos llenos de teatros preciosos pero no hay políticas culturales que permitan nutrirlos con espectáculos, difusión de ellos, planes, que beneficien a las comunidades, hospitales bellos que no sanan a la gente y la atienden horrible, ya sí sucesivamente. es la política de lo que luce y “prestigia” y no la política de lo profundo, de lo que cuida, ampara, escucha y dignifica a una ciudadanía que tiene poco acceso a la buena educación en el sentido más amplio.
    Gracias por los comentarios…

  6. Excelente artículo de Malucha, una postal impecable de este Chile que se pone en vitrina y ese otro Chile de la trastienda.

    Mi experiencia con el sistema público de salud fue parecida a la que cuenta Malucha. A mediados del 2012, mi padre viajaba en un Tur Bus desde Copiapó y despertó en el Hospital de Coquimbo, con fractura múltiple de cadera, 5 costillas fracturadas y perforación de un pulmón, consecuencia de un brutal accidente de esos a los que TB nos tiene acostumbrados.
    El hospital de Coquimbo es moderno, fue construido en 2010, nada que reclamar respecto de la infraestructura. Otro cuento es lo que pasa a su interior. Para hacerla corta, después de cinco días plagados de errores, “incidentes” y descuidos, que iban deteriorando la salud del paciente, y que nos obligaron a convertirnos en sus enfermeros de día y de noche, a no despegarle un ojo, decidimos trasladarlo al hospital de la U. de Chile, contra la recomendación del hospital de Coquimbo, que consideraba muy peligroso moverlo en su condición (para nosotros era más peligroso dejarlo allá en esas condiciones), y amparados en la Ley de derechos y deberes del paciente, que nos autorizaba a hacerlo.
    Después de firmar papeles en los que asumíamos toda la responsabilidad del caso, y tras un traslado muy doloroso pero finalmente exitoso, mi padre fue internado en el JJ, donde recibió una muy buena atención y hoy está en proceso de recuperación.

    Lo que queda en evidencia es que no es suficiente con construir nuevos hospitales ni adquirir equipos de última generación, si las personas que hacen funcionar estas instituciones no cambian radicalmente su forma de trabajar, el trato hacia las personas. Ese será siempre el primer paso de un proceso de modernización de la salud.

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