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Karl Marx (1818-1883), filósofo alemán, el más influyente pensador social del siglo XIX. Sus ideas sirvieron de fundamento a las ciencias sociales y al movimiento comunista que se impuso en buena parte de nuestro mundo. La práctica política no cumplió los ideales de justicia, libertad e igualdad ni eliminó las clases sociales como prometía Marx, y aunque no fue él quien ejerció los poderes que ejecutaron esas políticas, el brillo de sus ideas si logró eclipsarse, y no sólo fue por este incumplimiento, sino también por sus predicciones sobre la forma cómo el Comunismo se llegaría a imponer. De todas maneras el pensamiento de Marx es perdurable, y así su grandeza no necesite de nuestro rescate, nuestra sociedad sí necesita de la grandeza de sus ideas. El Comunismo nos entusiasmó a muchos en un principio, pero en su práctica política nos decepcionó después. En los lugares dónde se impuso, la libertad fue atropellada y, en cambio de una sociedad sin clases, se creó una nueva clase privilegiada,  detentora del poder.

Considera Marx que la historia se puede comprender como una sucesión de diferentes modos de producción. Siguiendo esta indicación y adelantándonos a sus teorías de la propiedad privada, consideremos el origen de ésta. Posiblemente fue Rousseau quien dijo que la propiedad privada se había originado con el primero que cercó un terreno, dijo a los demás, “esto es mío”, y los demás le creyeron. Otro origen más razonable pudo haber ocurrido cuando se descubrió la agricultura y los grupos sociales empezaron a ser sedentarios y a construir sus viviendas cerca de sus cultivos para sembrarlos, cuidarlos y recoger sus cosechas. Esos cultivos y esas viviendas fueron la “propiedad privada” que producía un modo de vivir y por ello sus propietarios tenían que defenderla como medio de sobrevivencia. Estas dos formas de interpretar el origen de la propiedad privada nos llevan a rechazar su arbitrariedad individual y a aceptar su necesidad como propiedad colectiva, lo cual nos acerca más a Marx que el análisis de sus complicadas teorías basadas en premisas que es posible objetar.

El ser humano para Marx se define a partir de lo sociable. Dice: “La verdadera naturaleza del hombre es el conjunto de sus relaciones sociales.” En otra parte: “la esencia del hombre no es una abstracción inherente a cada individuo particular. La verdadera naturaleza del hombre es el conjunto de sus relaciones sociales”. Para él la propiedad debe pertenecer a toda la comunidad para que el Estado, libre de restricciones y discriminaciones, pueda identificarse con los intereses de todos los ciudadanos. Marx concede especial importancia a la política como instrumento para cambiar las condiciones de vida sociales. Rechaza al Estado liberal porque considera incompatible el principio de igualdad con el reconocimiento de la propiedad privada.

La vida de Marx fue un esfuerzo de desarrollo en dos actividades diferentes, como escritor intelectual y como activista social. Se destacó por su clarividente análisis de la naturaleza de la sociedad y la lucha por el progreso de nuestra civilización. Se ocupó de un tema que nadie antes  había estudiado en profundidad, la fuerza del trabajo, a la cual consideró como la intervención del hombre sobre la naturaleza y principal recurso individual del ser humano. Ofreció en detalle las consecuencias del capitalismo en las relaciones sociales de la producción, tanto en las relaciones de los trabajadores con los propietarios del capital, como en las de los trabajadores entre sí, y las relaciones que generan el manejo de los materiales en los mercados, dentro de las cuales ha quedado incluido el trabajo mismo del individuo, resultando éste denigrado, convertido en mercancía.

Marx sostuvo que la sociedad progresaba por la lucha de clases, en un conflicto entre los propietarios que controlaban la producción y los trabajadores que la realizaban. Rechazó la forma como las clases dirigentes sólo buscaban su propio beneficio. Presagió la destrucción del sistema capitalista, sustituido por una sociedad sin clases. Consideró que la entrega del trabajo a la clase poseedora del capital era la renuncia a la propia capacidad del individuo para transformar su mundo, lo que lo sometía a una pérdida espiritual que lo convertía en alienado, apartado de su propia naturaleza y cosificado, haciendo parte del “fetichismo mercantil”. La realidad que analizaba Marx y sigue siendo válida en nuestra época, es que el ser humano en un mundo capitalista se convierte en mercancía, sujeto y objeto de consumo, sometido a una pérdida espiritual que lo hace alienado de su propia naturaleza, en un mundo falseado que lo convierte en juguete de las apariencias.

Marx erró haciendo vaticinios, posiblemente por fortalecer sus argumentos. Predecir lo que ha de pasar resulta incierto hasta para grandes pensadores; los factores que determinan el futuro son demasiados e imponderables. Sin embargo, Marx fue escuchado en su tiempo y todavía hoy debe seguir siendo escuchado. Si sus presagios no se cumplieron, fue tal vez porque sus acertados análisis causaron la alarma suficiente para cambiar el escenario de sus predicciones. Se vivía en su tiempo la fase inicial de la revolución industrial con toda la crudeza del “capitalismo salvaje”.

El desarrollo de las fuerzas productivas que generan la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la propiedad, aunque no haya abierto las condiciones para un nuevo modo de producción comunista sin la propiedad privada, como lo anunció Marx; si ha servido de base para reducir la contradicción del sistema, con el resultado de que muchos países dispongan hoy de nuevos controles y prácticas de subsidios e imposiciones fiscales que antes ni se consideraban, por permitir la práctica del capitalismo sin restricciones que defendían los economistas liberales, contando con la regulación automática del mercado para el cumplimiento de los objetivos sociales.  Eran las ideas económicas de la época de  Ilustración, arraigadas de tal manera, que aún hoy las siguen defendiendo algunos economistas neoliberales.

Aunque suene como contradictorio, las ideas de Marx han penetrado el Capitalismo. Hoy sigue existiendo una clase capitalista como la que él consideró, la clase empresarial que es propietaria o administradora del capital, pero se trata de una clase que ha cambiado. Pocos son sus rezagados integrantes que se atrevan a creer que pueden explotar impunemente la “fuerza del trabajo”.  Saben muy bien que la explotación de los trabajadores resulta contraproducente, reconocen que su deber es ejercer el liderazgo para ganar la voluntad de los trabajadores en la búsqueda de los mismos objetivos que persigue la empresa. Además, dentro de los intereses de las empresas hay involucrados una serie de intereses generales de la sociedad para cuyo cumplimiento los mismos empresarios aceptan la intervención del Estado, no tanto por los beneficios sociales en sí, sino porque esta intervención iguala la competencia de las empresas en estas formas de contribución.

El activismo social de Marx tenía por objeto llevar a efecto una revolución que cambiara el capitalismo por el nuevo sistema comunista. A él no le bastaba escribir sus teorías; así lo expresó en sus escritos: “los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas maneras; sin embargo, lo que cuenta es cambiarlo”. Pero a pesar de estas declaraciones de Marx, las solas ideas también han logrado, a través tiempo, irse imponiendo hasta lograr un consenso general y producir cambios en bien de nuestra civilización. Las mismas revoluciones que antecedieron a Marx, basadas en las ideas libertarias de la Ilustración no tuvieron la eficacia inmediata que de ellas se esperaba. Sin embargo van siendo aceptadas y se van imponiendo con el tiempo, lo que también ha pasado con las mismas enseñanzas de Marx, después de que los errores han golpeado a la sociedad y el aprendizaje se ha ido asimilando.

Es injusto culpar a Marx por resultados errados en la aplicación de sus teorías. Fue un hombre de encumbrados ideales que luchó contra la injusticia que agredía a las mayorías sociales, en una época en que la incipiente revolución industrial se estaba convirtiendo en una verdadera “explotación del hombre por el hombre”. Su sentido social nunca perderá validez. No se puede contar con la certeza de todas sus teorías, pero muchos aciertos suyos fundamentan hoy nuestros conocimientos sociales y económicos. El detalle de su análisis sobre las relaciones entre capital y trabajo que agitaron las ideas y fueron un factor de cambio favorable en el pasado, hoy pueden fortalecer nuestra esperanza de crecimiento en un sentido más humano para nuestra civilización.

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