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La Unesco nos dice que “La cultura da al hombre la capacidad de reflexión sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. Por ella es como discernimos los valores y realizamos nuestras opciones”.

Concepción, es en Chile, conocida por su importancia no sólo histórica, sino que durante años ha sido cuna cultural del país junto a toda la Región del Bío-Bio.

Albergó a los hermanos Parra, especialmente destacados son Nicanor y Violeta; el pianista Claudio Arrau; actores como Tennyson Ferrada, Delfina Guzmán, Jaime Vadell; Conjuntos musicales como Los Tres y los Bunkers. Sólo por nombrar a algunos.

Instituciones tan importantes como el Teatro de la Universidad de Concepción, compañía y escuela de teatro que comenzó a ser un referente para las tablas nacionales especialmente entre 1945 y 1973; la Orquesta Sinfónica de la Universidad de  Concepción, fundada en 1952, que aún hoy continua dando conciertos por todo el país, recorriendo las canciones de diversos artistas; y la Pinacoteca de la misma Universidad que mantiene en perfecto estado el mural “Presencia de América Latina”, realizado en los años 60’ por González Camarena. Además posee dos salas para muestras de obras artísticas permanentes y tres para exhibiciones transitorias.

Todos estos escenarios y personajes han influenciado para que en todo Chile se reconozca a la ciudad de Concepción como plataforma cultural por excelencia del país.

Hace pocos días, asistí a la puesta en escena de una obra de teatro llamada “Comedia que no acaba” de Max Aub en un pequeño emprendimiento cultural de Concepción, pero las condiciones no eran las mejores para exponer una obra de teatro. Me hicieron pasar a una pieza ni muy grande ni muy pequeña: no habían sillas adecuadas para el evento (ni la cantidad necesaria), ni una distancia prudente entre las filas donde se sentaban los espectadores (habían personas que no sabían cómo ubicar sus piernas), existía un pilar dentro de la habitación que cortaba en dos el escenario.

Pese a lo plausible que es la intención de esta pequeña organización cultural nacida recién en el año 2010, me dejó la duda de la calidad actual de los espacios para el teatro y para la mayoría de las otras manifestaciones artísticas.

Hace muchos años que no se construyen salas o espacios acondicionados, son muy pocos los lugares para la cultura. Las salas cobran sobre $400.000 pesos por ocupar sus instalaciones anulando la posibilidad de obtener ganancias para las compañías y/o agrupaciones culturales.

Se ha dejado de lado el potencial cultural de la ciudad y nos hemos quedado dormidos en seguir ayudando a surgir a las agrupaciones, en especial las de teatro.

¿Cómo es posible que recién el 9 de abril del año 2013, luego de 3 votaciones, el Consejo Regional haya dado luz verde al financiamiento de un teatro regional?

“Los políticos suelen dar  por supuesto que la sociedad tiene problemas más apremiantes, sobre todo en tiempos de austeridad, de modo que prefieren dejar que las demandas culturales de sectores tan pequeños, cuyas actividades,  que interesan a minorías y repercuten poco en los movimientos del electorado, se resuelvan en la competencia entre grupos, tendencias y organismos privados”, nos dice Néstor García Canclini.

Sin duda nos hemos quedado atrás como ciudad, si bien se agradecen los esfuerzos por las pequeñas agrupaciones culturales, gestores e instituciones consolidadas por darle aire a una ciudad agónica, es necesario redoblar las noches sin dormir para revivir la cultura en la región, sabemos que no es sustentable prácticamente en ningún lugar el arte sin  financiamiento estatal, pero en ese problema hemos sido también nosotros, espectadores y creadores los que no hemos sido capaces de apreciar los trabajos realizados, informarnos al respecto, motivarnos en asistir para financiar todas las prácticas culturales que esta región ofrece, tanto en una pequeña sala mal acondicionada para el teatro, como en otros lugares aptos y recomendados para hacerlo.

Las manifestaciones culturales están en coma, de nosotros depende reanimarlas y darle la vitalidad e importancia que esta se merece en la vida humana. No sólo en Concepción, sino que también en todo Chile y América Latina, que por lo que he leído (ya que no he viajado por todo el continente) poseemos problemas similares.

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