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Como muchos, creo que el discurso del Presidente Sebastián Piñera ayer 21 de mayo, generó mucha controversia. Muchos argumentos y números que dan cuenta de una realidad alejada de los diálogos sociales que han sucedido los últimos dos años. Mostraron lo que, a sus ojos han hecho bien, la economía es “robusta” comparada con el resto del mundo, los logros han generado crecimiento y solidez de inversión para ciertas clases sociales, sin embargo, eso no se ve reflejado en el clima, ni en la realidad general de la población. Hay un problema de comunicación importante, en el fondo y la forma, un problema de convicciones ideológicas, donde no hay introspección, ni proyección cultural, que es la base de la vida en comunidad, tampoco análisis de los cambios culturales, ni profundidad de argumentos.

Se hablaron muchas cosas, pero quiero dar mi parecer respecto al bono de 100 mil pesos para el tercer hijo. Si las autoridades están preocupadas por el envejecimiento de la población, la pregunta debe ser ¿Por qué estamos teniendo menos hijos? Creo que más allá del bono, la acción refleja el absoluto desconocimiento de la realidad de la mayoría del país. De la brecha cultural que genera el problema de la educación. ¿Para qué traer al mundo hijos si no podemos asegurarles un buen futuro, o una salud de calidad si llegan a enfermarse?

Creo que, independiente de la posición política (que puede usar los argumentos para sus propias conveniencias), estas medidas y los diálogos políticos que vemos en los medios, hieren profundamente la dignidad de las personas, y de aquellos que con mucho esfuerzo sacan sus familias adelante, contra la adversidad de una sociedad exitista y segregadora, enfocada en los índices económicos y no en el bienestar integral, donde los niños “deben ser” de cierta manera, si no son discriminados por los mismos adultos, exigiéndoles y evaluándolos desde pequeños para que no se queden atrás en este sistema, donde si no encajas, eres un fracasado, y flojo. Para qué decir, de las expectativas de las familias respecto a los bienes de consumo, incorporándoles necesidades, abriendo acceso a créditos, sin medir ni educar sobre endeudamiento.

¿Por qué las personas necesitan salir a la calle a pedir ser escuchados y considerados?

El discurso de ayer da respuesta a eso, simplemente no hay cómo lograr que esta vieja clase política, de derecha y de izquierda, guarde silencio un momento, y escuche, para lograr entender las necesidades, miedos, sueños, visiones y esperanzas de aquellas personas que tratan de convencer con sus argumentos del medioevo, y así conciliar un país que necesita creer en un futuro mejor.

*Fotografía por Guillermo Galindo.

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Alguien comentó sobre “Escuchar, el gran don que le falta al político

  1. No basta con escuchar, si no te transformas en una pared, debes entender y aplicar cambios
    La política escucha, lo que no hace, es aplicar lo escuchado. Lamentablemente toda política se ha basado de como nos ven y como mejorar esa imagen, no importando el alma, que es todo Chile, que incluso son ellos mismos, el alma esta saliendo a la calle a gritar sus reales necesidades, que son necesidades de alma, y no dejara de manifestarse.

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