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Para la época del posible origen de Jesús, Judea estaba ubicada al sur de Siria. Los judíos practicaban un monoteísmo heredado del patriarca Abraham hacía casi dos mil años. Su independencia había sido lograda por el rey David en el año 1000 antes de nuestra Era. Tuvo su apogeo y una decadencia gradual que concluyó en el año 586 antes de nuestra Era, con la conquista por parte de los babilonios, quienes trasladaron muchos judíos a Babilonia. Casi un siglo después Babilonia fue conquistada por los persas, quienes permitieron el regreso de los judíos y la reconstrucción de su capital, Jerusalén, aunque sin libertad para ejercer poderes políticos y militares, los cuales quedaron bajo el dominio persa. No todos los judíos quisieron regresar, iniciando desde entonces el caso de que vivan en Judea menos judíos que en otros lugares de la tierra.

Con el triunfo de Alejandro Magno sobre los persas, Judea pasó a depender del Imperio Seléucida, creado por los griegos. En el año 168 antes de nuestra Era, el monarca seléucida Antíoco IV, declaró ilegal el judaísmo y amenazó a los judíos con la destrucción si no se convertían a la cultura y modo de vida griegos, lo cual causó una rebelión liderada por Judas Macabeo y sus hermanos, quienes lograron nuevamente una independencia que duró casi un siglo.

En el año 63 antes de nuestra Era y con motivo de una lucha interna por el poder, el bando perdedor de la familia macabea apeló a los romanos y éstos aprovecharon para poner el reino bajo la dependencia de Roma, y nombraron rey a Antípatro, un pro romano que no era de Judea sino de una región al sur, llamada Idumea o Edo, que había sido conquistada por los Macabeos, obligando a sus nuevos súbditos a convertirse al judaísmo. Así el odio mutuo entre judíos e idumeos fue utilizado por Roma para asegurar la dependencia del Judea.

El año 37 antes de nuestra Era fue la probable fecha del nacimiento de Jesús. Herodes, segundo hijo de Antípatro era rey de Judea, un monarca tan cruel, sanguinario y detestado por los judíos, como lo había sido su padre. La fecha que da la Iglesia contradice su propia historia al afirmar que ocurrió en el año 753 de la fundación de Roma, fecha del primer año de nuestra Era; pero, si así fuera, Herodes ya habría estado muerto, ya que murió el año 749 de la fundación de Roma que correspondería al año 4 de nuestra era y no podría haber ordenado la matanza que la Iglesia le atribuye. Un error común, resultante de querer confirmar la veracidad de sus historias.

Por aquel tiempo los judíos tenían la esperanza de que un descendiente de David les devolviera la independencia, esperanza que los judíos griegos interpretaron dando al esperado los nombres de “mesías”, o “cristo”, palabras que se derivan del Griego y de donde proviene el nombre de Jesucristo. Algunos consideraban al esperado como a un segundo Judas Macabeo; otros, más realistas, atendiendo la magnitud del poderío romano, lo consideraban un mesías místico, cuyo advenimiento traería un nuevo reino de justicia y santidad para la tierra. Fueron muchos quienes pretendieron ser los salvadores para encontrar seguidores y provocar revueltas, pero Herodes y los romanos estaban siempre alerta.

Al querer tomar a “los cuatro evangelios” o el “nuevo testamento” como testimonio de la existencia de Jesucristo, lo que encontramos es textos escritos más de un siglo después de la vida de Jesús, los cuales abundan en incoherencias y contradicciones, entremezclados de leyendas procedentes de antiguas religiones, todo lo cual los priva de credibilidad. El único historiador de aquella época que escribió sobre Judea y como testigo presencial fue Flavio Josefo. La mención a Jesús que aparece en sus libros ha sido comprobada como una falsificación de la Iglesia. Sin embargo, tampoco se podría negar que haya existido un judío llamado Jesús, el cual pudo dar origen a Jesucristo.

Lo que hoy existe es una religión cristiana cuyo origen no fue sólo Judea, se originó en Jerusalén, en Antioquía, en Éfeso, en Constantinopla. Nació durante el imperio romano, principalmente en las regiones de lengua griega que estaban bajo el dominio romano y se oficializó como religión del imperio en Constantinopla, bajo el  poder y el amparo del emperador Constantino I, el Grande, en el año 313 de nuestra era.

Antes de la cristiandad, los habitantes de las ciudades y colonias de la antigua Grecia y Roma iban asimilando con el tiempo los mitos y religiones de los pueblos que conquistaban, los cuales se trasmitían, generalmente en forma verbal y se iban integrando para formar las religiones y tradiciones de la cultura que compartían. Las campañas de conquista de Alejandro Magno agregaron más religiones y leyendas a la ya abundante riqueza mítica de Grecia. Igualmente las diferentes religiones de la gente que se iba integrando al imperio, cambiaban con el tiempo, intervenidas por las nuevas creencias que en él encontraban.

En estas circunstancias transcurrieron en el imperio romano los primeros siglos de la formación del Cristianismo. Era común en aquella época la práctica de sermones y lecturas de  narraciones escritas por muchos de los judíos griegos que tenían diferentes creencias en relación con Jesucristo, de donde resultaron muchos documentos escritos en griego y en latín, los cuales posteriormente, cuando se inició el poder de la Iglesia en Constantinopla, bajo el auspicio de Constantino, algunos de ellos fueron considerados inspirados por Dios y otros fueron rechazados como apócrifos o falsos.

Tanto en las creencias como en las ceremonias del cristianismo es notoria la permeabilización de religiones más antiguas como el Mitraísmo, ampliamente difundido en el imperio romano. Ambas religiones tuvieron mucho en común: la iniciación con el bautismo; la idea del sacrificio de un dios que muere para borrar los pecados de los hombres; la creencia en una trinidad, que para los mitraístas estaba formada por el padre Zeus Ormazd, por Mitra y por una tercera persona simbolizada como un toro;  el grado supremo del dios padre y el hijo como objeto de la religión; el joven dios valiente, bello y puro, que enseñaba una moral austera, la cual él mismo practicaba; los doce discípulos; la resurrección a los tres días; la idea del dios salvador y sufriente; el banquete ritual de los fieles, muy semejante en la eucaristía cristiana, la que los mitraístas celebraban con agua y vino; los domingos como días festivos; la fecha de la navidad que se celebraba también para Mitra el 25 de diciembre, y la semejanza en los símbolos de un gorro, una vara y un anillo que diferenciaban tanto a los paters mitraístas como a los obispos cristianos.

El padre de la Iglesia, Justino Martir, que vivió en el siglo I, decía en relación con la eucaristía, que los malvados demonios la había imitado en los misterios de Mitra, en cuyos ritos místicos se coloca un pan y una copa de agua delante los iniciados mientras se dicen ciertos conjuros. Esta afirmación no tiene sentido, dado que el imitador era el cristianismo, ya que el mitraísmo tenía muchos más siglos de antigüedad. Ello demuestra la ignorancia de la gente y la confusión de mitos en que se vivía por aquella época.

Muchas son también las semejanzas entre Jesucristo y Krishna, deidad hindú que aparece en la historia muchos siglos antes, y que consideraba que Krishna era hijo de un carpintero y de una virgen. Su nacimiento se creía también anunciado por una estrella en el oriente y esperado por pastores que le llevaron especias como regalo. Tuvo también doce discípulos, también fue llamado buen pastor e identificado con el cordero, también se le llamó redentor, también hizo milagros, también resucitó muertos, curó leprosos, sordos y ciegos. Murió también por la salvación de la humanidad, resucitó, ascendió al cielo y fue también la segunda persona de una trinidad.

Hay también semejanzas de Jesucristo con Zoroastro o Zaratustra, quien parece haber sido un personaje histórico nacido en el siglo VI antes de nuestra Era, a quien también se consideró Dios. Fue bautizado en un río con agua, fuego y viento santo, fue también tentado en el desierto por el demonio, empezó su ministerio a los 30 años, expulsó demonios, le devolvió la vista a un ciego, fue también un predicador y anunció la salvación y el apocalipsis.

Otras semejanzas hay también de Jesucristo con Atis, una divinidad de la mitología griega, cuyo culto se inició en el año 1200 antes de nuestra Era y fue también hijo de una virgen. También nació un 25 de diciembre, fue bautizado en el Río Muerto por la salvación de la humanidad, fue crucificado a un árbol y también resucitó al tercer día.

Otras semejanzas se dan con Horus, una de las más viejas deidades del antiguo Egipto, ellas fueron  haber nacido un 25 de diciembre, ser hijo de una virgen, haber sido bautizado en el río Eridanus por Anup el Bautista, siendo este Bautista también decapitado como Juan el Bautista.

Tantas similitudes no pueden ser meras coincidencias. Se trata de mitos, por su antigüedad más auténticos que los del Cristianismo. Todas estas similitudes, antes de ser consideradas engaños, sería más realista tratarlas como confusiones de una época que mezclaba en su cultura los mitos de las religiones compartidas. Aunque no se haya tratado de engaños maliciosos en su época; en nuestra época sí es un engaño ocultar estas verdades históricas.

Los cuatro evangelios, el mayor testimonio sobre la existencia de Jesucristo, citan datos históricos y profecías para dar una mayor credibilidad a sus historias; pero, confunden las citas, fueron judíos griegos quienes los escribieron, ellos ni conocieron a Jesucristo ni a la lengua que hablaba, la época en que escribieron su historia es en siglo y medio posterior a su muerte. Además presentan tales similitudes con religiones más antiguas, que hace aún menos creíble esas historias.

Desde un principio hubo diversidad de creencias entre los diferentes grupos cristianos. No podía Constantino dar al imperio una religión contradictoria, lo que solucionó solicitando una reunión de los miembros más destacados del Cristianismo para que se pusieran de acuerdo en lo que se debía creer. Fue así como se reunió en el año 325, el Primer Concilio de Nicea, donde efectivamente se resumió en el Credo, el mismo que se reza hoy en las ceremonias cristianas, lo que se debía creer. Este fue el principio del poder de la Iglesia, el cual ha logrado imponerse durante muchos siglos.

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Alguien comentó sobre “Velado origen del Cristianismo

  1. Muy bueno el articulo. la investigación de las diferentes culturas dela historia universal ha derrumbado el castillo de creencia que tenia formado del cristianismo como una verdad absoluta, el cual fue muy bien diseñado por el imperio Romano para el control de las masas, sin obviar su religión mitraica sino bajo el nuevo camuflaje cristianismo, traspasar ese sancocho a través del tiempo para los fines deseados del pode mundial restablecido desde tiempos remotos.

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