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El viaje del público

En el fondo se recorta el perfil iluminado de una construcción en forma de castillo y rugen los ruidosos buses del Transantiago. Arriba un cielo cubierto de nubes refleja la irradiación de la ciudad. Alrededor, la sombra del edificio del Museo de la Memoria y la enorme explanada oscura. Frente a nosotros un bosque simbólico de árboles blancos espera un teatro de cámara, intenso e íntimo, que nos invita a contemplar el vuelo del Colibrí para iniciar una travesía exquisita hacia nuestras luces y sombras, personales y colectivas.

En el viaje amable todos los elementos confluyen limpiamente en una alquimia poderosa que todo y a todos transforma. Los nudos en la garganta, los ojos húmedos, las risas y sonrisas cómplices, la empatía con el miedo, la respiración agitada de la conmoción, son señales de que cada espectador vive un trance esencial y profundo a través del brillo caleidoscópico del plumaje del Colibrí. Se abren diversas ventanas y puertas, diversas y delicadas invitaciones a observar(nos) amorosamente.

La obra se teje con discursos que surgen desde múltiples miradas y niveles: la burla y la ironía son contra el guatón, el fleto, el mecha de clavo, el de la “sh”, el negro, contra todos… porque todos somos discriminadores y discriminados en alguna situación. Gerónimo es el guía que nos invita a asumir que todos somos diferentes, especiales, extranjeros en alguna dimensión; pero en cada uno de los otros personajes también hay una parte de lo que somos. Solo juntos y aceptándonos constituimos el bosque mágico de la comunidad. Aceptarse a sí mismo y aceptarnos todos.

A partir de la diversidad y la inclusión, Malucha Pinto nos invita a preguntarnos sobre el sentido de la vida. La pregunta sobre si vale la pena vivir, guía toda la travesía. Quizás por eso nos conmueve tan profundamente.

El aplauso largo del final, las sonrisas y los abrazos son señales de que el viaje llegó a buen puerto, el público agradece la sanación transformadora. El desconcierto y la tristeza se transforman en la esperanza y el optimismo que surgen del estar juntos, todos árboles de un mismo bosque.

Estreno Colibrí Gerónimo, el Abuelo y Colibrí
Estreno Colibrí Gerónimo, el Abuelo y Colibrí

La pasión de Malucha Pinto y Aracataca

Que suceda ese momento mágico y transformador del estreno de Colibrí es excepcional. Lo he vivido en los espectáculos de las “grandes” compañías como el Théâtre du Soleil, de Ariane Mnouchkine o Mau, de Lemi Ponifasio.

Probablemente más de algún lector aquí pensará “Tolosa está fumando opio ¿cómo puede comparar Aracataca con esas gigantescas compañías”.

Pero ¿qué es lo que hace a las grandes obras y compañías, como esas que hemos podido apreciar en las diferentes versiones del Santiago a Mil? No se trata de los efectos especiales, de las pantallas y la tecnología, de la integración computacional y la iluminación, de la perfección y maestría de los cuerpos y las voces, de las partituras y orquestas. Por supuesto que todo eso suma mucho. Pero solo suma si está al servicio de la historia, de los personajes, de la emoción, de la humanidad, del teatro.

Lo primero es el teatro. Y en Colibrí hay mucho teatro. Teatro chileno, en condiciones chilenas, de precariedad. Quizás esta estrechez de recursos obligó a Malucha y su compañía a un minimalismo esencial que permite que la mágica relación creativa con el público, se despliegue transparente en todo su esplendor.

En la quijotesca producción autogestionada nada sobra, evidentemente. Pero articulados con el talento y la madurez de la propuesta de Malucha, nada falta. Todos los elementos se articulan y enfocan elegante y sensiblemente en función de la obra. La dramaturgia simple y directa, la puesta en escena potenciadora; la escenografía amable, mínima y llena de sentido; las actuaciones variadas, emotivas, graciosas e intensas; la sutil música de Anibal Pinto, acompañado por Norma Jaramillo y Manuela Carrasco; la danza unificadora de Pablo Zamorano; el lenguaje de señas de Andrea Pérez integrado en la obra.

El paseo de Gerónimo
El paseo de Gerónimo

Como en muchas de las creaciones que marcan época, los protagonistas no alcanzan a darse cuenta de la magnitud de lo realizado.

Ayer, luego del estreno, Pablo Fuentes, Carlos Martínez, Bárbara Wilson, Carolina Carrasco y todo el equipo de la obra celebraron como siempre; después de todo hacer teatro en Chile sigue siendo un desafío.

Hoy, llamé a Malucha Pinto por teléfono y le pregunté ¿cómo te sientes?

“En paz”, me contestó tranquila.

Colibrí se reconoce como un tributo a Andrés Pérez. Creo que Andrés Pérez estaría contento con este tributo que 25 años después del Gran Circo Teatro, Aracataca renueva e inaugura un espacio teatral cargado de futuro, una propuesta de cámara, de alma y esencial, que sigue siendo popular, masiva y con el corazón tendido al público.

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Del 3 al 20 de octubre en la explanada del Museo de la Memoria, a la salida de Metro Quinta Normal, funciones de jueves a domingo a las 21:00 horas.

 

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3 Comentarios sobre “Colibrí, el teatro del alma

  1. Recomiendo esta obra 100% ya que nos hace reflexionar y tomar una actitud diferente cuando terminas de verla, invita a ponerse en los zapatos de otros y a no discriminar, nadie debería creerse superior, somos iguales pero diferentes, somos y existimos porque todos tenemos algo que aportar.
    Felicitaciones por este gran trabajo, y por acercar el Teatro a la gente humilde, como las personas de la linda comuna de Cerro Navia. Humildes pero agradecidos!!!

  2. Sin duda cada día somos más los que podemos disfrutar de obras tan maravillosas como esta… estuve en dos oportunidades y las dos a teatro lleno felicitaciones por el increíble trabajo una combinación diferentes tipos de emociones Un abrazo gigante

  3. Mauricio, ¿qué decir? Quedo perpleja, emocionada hasta las lágrimas, sintiendo en lo profundo de mi alma que TIENE SENTIDO levantarse en las mañanas y enfrentar el inmenso y poderoso desafío que significa transitar todo lo despierto que uno aguanta y luchar con la pasión y el amor por hacer de esta patria/matria una comunidad amorosa para todas y todos y que esa matria/patria sea una tierra interna también. Gracias amigo querido. Que lujo caminar contigo, qué manera de sentirme acompañada. Te abrazo.

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