Compartir

Solo hace falta salir a la calle para asistir al despliegue de una realidad diversa y colorida.  Es algo extraordinario pues nos muestra la riqueza de la existencia.  Es similar a la experiencia de ver imágenes ignoradas de mariposas, o seres unicelulares o de estrellas. Todo eso convive con nosotros,  nos asombra descubrirlo y nos re- encanta con el mundo.

¿Por qué no nos alegra entonces la diversidad humana? Simplemente porque entre ella y nuestra percepción están anclados nuestros prejuicios: los cuerpos que no se ajustan a nuestra idea de belleza o de “normalidad” nos provocan rechazo o temor, las diferencias raciales y culturales nos suscitan menosprecio; la pobreza y sus atuendos nos inspiran desconfianza. Considerado todo esto desde una visión amplia y consciente de lo que significa la existencia humana en la tierra, es una forma de ignorancia.

Si hacemos el simple ejercicio de examinar los casos de discriminación, vemos que siempre van acompañados de violencia y ella, innegablemente nos afecta –a los ejecutores, víctimas y testigos directos e indirectos- y nos refuerza en espiral el miedo y la inseguridad. Necesitamos recuperar la cordura y mirar la realidad con otros ojos

Todo ser vivo es un don de bondad y gracia. Acercarnos a su ser esencial nos permite conectar la energía de la vida. .  En pueblos originarios del norte de América, los niños con síndrome de Down son considerados una bendición: son los niños que sonríen. Esa es una muestra de sabiduría, de saber establecer verdaderas jerarquías de valores.

Sakyong Mipham Rinpoche dice que nuestra desconexión viene de no sentir y que eso influye en nuestra situación actual y futura. Por tanto, se trata de usar nuestra atención y conciencia en sentir nuestro estado actual: nuestro cuerpo, emociones, mente. ¿Qué me está pasando? Es una exploración directa, sin conceptos. Entonces surge la confianza de que merecemos vivir en este mundo. Esa mirada está presente en la obra Colibrí de Malucha Pinto, donde el amor es el camino para este descubrimiento. La madre toca el corazón de su hijo y lo hace sentir.

Estreno Obra Colibrí

Cuando aprendemos a conectarnos con nosotros y entendemos quiénes somos cada uno, en tanto seres humanos, podemos empezar a ver el mundo radiante y mágico que nos rodea y nuestra interdependencia con todo lo demás. Esta interconectividad es nuestro sustento y la condición de nuestra felicidad, individual y colectiva.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *