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Uno podría entender que las elecciones son un evento importante en un país que se vuelve día a día más político, acercándose a un punto de inflexión que irónicamente parece desarrollarse lejos de la moneda.

Es cierto que la concertación, ahora nueva mayoría intenta adueñarse de la “nueva forma de hacer política en Chile”, que históricamente hablando, no tiene nada de nuevo. A mayor descontento social, mayor alzamiento; mientras la derecha trata de asumir que debe dejar atrás su lealtad pinochetista para avanzar y poder sumar a sus filas a los jóvenes de la nueva derecha. Pero lo que es aún más cierto es que ambas coaliciones han sabido entender que deben apuntar a un mismo objetivo, aumentar la credibilidad de sus partidos políticos, de otra forma cómo podrían gobernar y ser oposición.

Cualquier crisis en la concerta, es una crisis en la alianza y viceversa. De esta forma que la candidata Bachelet se alce como ganadora es un buen pronóstico para el dupolio político imperante.  De esta forma la supuesta izquierdización de la Nueva Mayoría supone un nuevo horizonte político para la derecha tradicional : “La defensa del país”. Claro está desde el parlamento, y los medios de comunicación, como tradicionalmente han hecho. Pero desde la cabeza de ambos líderes políticos ya sean estos los Escalonas, y los Larraines saben que ni la Nueva Mayoría es tan izquierda como ellos quieren hacer creer, o la Alianza se está expiando de sus pecados, como creen los más ingenuos, simplemente desde ambos bandos, tratan de mantener la paz y comodidad que les dio la vuelta a la democracia, es cierto Chile es un país mejor, pero cuánto ha mejorado desde que particularmente esa frase se hizo valida, y más importante todavía cuánto más será valida, sí es que sigue vigente.

¿Pero y luego de las elecciones qué ocurre en Chile? aún cumpliendo los grandes ejes de su programa de gobierno no se cumplirán las expectativas de la verdadera mayoría del país, que aún extirpada de su conciencia social, asoma instintos de rebelión. Desde los más alejados de la institucionalidad, como son los secundarios, hasta los mismos funcionarios públicos, la forma de gobernar de los que hoy se repostulan, simplemente no convence. Y aunque sus intenciones son admirables; las vueltas de carnero de la presidenciable Michele o las contradicciones de Evelyn; no deja de ser triste que le sigan hablando a su electorado más tradicional que es el que se encuentra actualmente decepcionado, el otro porcentaje simplemente está esperando su momento para gobernar. Haciendo política en la calle, en los centros educacionales, en los municipios, en los barrios, internet y demasiados lugares que no entran en la lógica del duopolio,

La paciencia se acaba y ya no basta estar mejor que en dictadura, urge una democracia participativa, una refundación institucional y sinceramente no alcanza con el voto voluntario por los mismos de siempre. Sí la gente no lo sabe, lo sabrá, se organizará y nuevamente se alzará. Bachelet no podrá salvar los vestigios de una transición eterna, la juventud se alza sobre viejas aspiraciones no alcanzadas, la polarización es inevitable y nuevos líderes se alzarán, sobra decir que ninguno de ellos podrá nacer bajo las viejas cúpulas, dentro del gobierno ni bajo esta institucionalidad herida de muerte.

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