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“Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y que trabajan por la paz.” Nelson Mandela

Entonces es la lluvia de flores que emerge de los ojos del cielo. ¡Mandela, Mandela! cantan los artistas que partieron, ¡Mandela! cantan bellos niños descalzos que se fueron, ¡Mandela! sonríen las partículas de la luz sintiendo tu energía ascendiendo hacia tu propio origen azul. ¡Mandela! canta tu África en un coro ancestral que evoca las estepas eternas por las que corre libre y contenta. Su canto se escucha a lo largo y ancho de este planeta. Me detengo, escucho y todo es asombro y agua en la laguna de los ojos.

Y sandías coloradas, melones, duraznos en flor para ti, bello Mandela que te despides este atardecer de la tierra. El sol dormirá, se recogerá a soñar con tu coraje.

Madiba se abren caminos y mariposas, luceros, luciérnagas, colibríes girando por tu melena ensortijada, riendo, riendo con el viento en la boca. A-Dios dicen en su idioma de aire.

Es la catarata que canta y por ella vas bailando Mandela, derramando agua cristalina entre las manos y ellas y la Inmaculada van sembrando el mundo de infinitas esperanzas (las de tu corazón). Tu danza levanta la tierra que forma figuras que contienen las buenas historias de la especie humana, la huella del secreto que redime y transforma y trasmuta y encanta.

Mandela hermoso conocedor de hormigas laboriosas y caminos, de iras contenidas y balas y ogros y gigantes egoístas, conocedor de asesinos y asesinados, de encierros brutales. Mandela sonriente conocedor de las coreografías fúnebres de elefantes y rugidos de leones cuando cae el sol y entramos a la oscura. Tú, gran porción del universo melódico llevas el mañana de la humanidad en las alas. Llevas, en tus manos, grandes mapas sin fronteras, nuestros sueños en el plumaje azabache, tú lustroso, tú océano pacífico, tus alas se abren para llevarnos a los mejores mundos conjugando la paz.

Los seres que no conocemos, los que alguna vez presentimos, van iluminando el pozo profundo de tus ojos, deslumbrando en tu risa todas las posibilidades del despertar de la bondad fundamental de cada uno, de cada una. Mandela, eterno, infinito, amado hombre sencillo, tejedor de mundos, diagramador de mándalas que descifran el misterio de la no-muerte/ a-mor. Guerrero infatigable de la luz, te nace la alegría de estar vivo, inclaudicable dignidad del que jamás es vencido. Mi alma te ve en ese viaje… Me desojo y recojo las piedras que dejas como señales.

Madiba quedo con tu cuerpo en mi árbol que da sombra, quedo con tu risa en la intención de mis acciones, quedo con tu tierra amanecida sembrada por tu dulzura feroz, quedo, grabada a sangre y fuego, por tu con-movimiento por la dureza humana. Tomo tu africanía, tu negrura de dientes blancos, tu rebeldía, tu amor sin límites, tu lucha mansa y feroz, tu tejido con hilos de plata y oro, tu dignidad, tu danza y me siembro con ellas para ir por mi mundo y transitar mi camino al ritmo poderoso de tu corazón encarnado. Gracias por estar, por la estela de luz y la fragancia de haber sido y ser aquí en la tierra, quien fuiste: Mandela Madiba el que abrió el mundo e inició la ruta del hombre/mujer tras su humanidad.

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