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A Franz Kafka, Walter Benjamin; Hanna Arendt

¿Cómo se ha tejido la terrible aparente paradoja de que escribir sobre uno mismo en el tiempo del individualismo más absoluto, pueda aparecer como un pecado de egolatría?

A mi parecer la respuesta es simple, pues lo escrito se sitúa en la historia, es decir no escribimos y no escribo sino para responder las preguntas inmemoriales que no han sido respondidas. Y todas ellas son sobre uno mismo y el lugar que ocupamos en el mundo de las palabras y las cosas.

Así nos lo plantea Kafka en sus Diarios: “Cualquiera que no pueda enfrentarse con la vida, mientras aliente necesitará de una mano que desvíe un tanto su desesperación sobre su destino (…) pero con la otra mano puede apuntar a lo que ve entre ruinas, porque ve más cosas, y diferentes, que los otros, después de todo está muerto en su propia vida y es el verdadero superviviente”. (1)

Y también por ello Walter Benjamin tiene toda la razón cuando rescata el pasado a través de las citas: “En mis trabajos, las citas son como ladrones apostados en el camino que atacan armados y desposeen de sus convicciones al ocioso”. (2)

Por lo anterior y por todo, este breve artículo junto a los textos “Ser escritor” y “De arte, la política y las comunidades” completa la tríada sobre el hombre de letras.

La egolatría suprema de los tiempos que corren no es el uno mismo, sino el individuo que no se sitúa entre sus antepasados y sus coetáneos. Aquel o aquella que cree profundamente que no hay historia ni comunidad alguna, que su “esfuerzo” es fruto de sí mismo como un Robinson Crusoe y que sus resultados se vuelven a su estómago y mente como vómito del suelo a la boca.

El hombre y la mujer, situados entre todos los hombres y mujeres que buscan no sólo sus determinaciones sociales e históricas, sino que escudriñan en los detalles de su conformación biológica, de lenguaje e ideológica, y en el cómo los detalles de otros y otras se han encarnado y se refieren a un Yo perpetuo, son el hombre y la mujer social, socialista, comunitaria, el ser humano en su conformación humana, si es que se puede explicar tautológicamente el asunto.

Este texto no es sino un comentario del artículo de Hanna Arendt sobre Walter Benjamin y las citas son las citas que Arendt elije de Benjamin y de Kafka, y a su vez son mis citas de la propia Hanna. Un artículo fragmentado justamente para cumplir “la doble tarea de interrumpir el flujo de la presentación con fuerza trascendente y de concentrar al mismo tiempo dentro de sí mismas lo que se presenta”. (3)

Yo, nieto de palestino musulmán e hijo por parte de padre de palestino al menos agnóstico, llevo como Benjamín y los de su generación “la versión secularizada de la vieja creencia judía, de que aquellos que saben – La Torah o el Talmud, o sea la Ley de Dios– forman la verdadera elite del pueblo y no se les debe molestar en una ocupación tan vulgar como la de hacer dinero o trabajar para conseguirlo”. (4)

Pues y si se me permite seguir con las citas y con sus paráfrasis, soy un hombre de letras, que vivo en el mundo de la palabra escrita e impresa y rodeado de libros, pero no me obligo a escribir ni a leer profesionalmente para ganarme la vida. Ciertamente me la gano, pero no a través de las letras. “A diferencia de la clase intelectual que ofrece sus servicios bien al Estado como expertos, especialistas y oficiales, bien a la sociedad para diversión e instrucción”, me esfuerzo efectivamente por mantenerme aparte tanto del Estado como de la sociedad (respecto de esta última al menos como entretenedor o instructor). (5)

Pero ¿a quién le puede importar esta reflexión a partir de mi Yo perpetuo? Bien, en términos de mi existencia particular, a nadie. Pero en términos de la situación de cada uno respecto del mundo, a muchos y muchas.

Se trata en suma, de leer a este escribidor, para mirarte al espejo de las preguntas inmemoriales que no han sido respondidas, sobre ti mismo y tu lugar en el mundo de las palabras y las cosas, para salir de la ociosidad individualista del consumo, de la egolatría suprema de los tiempos. Es decir, para escudriñar en la importancia de quién eres o no eres, de dónde vienes y para adónde vas (esas preguntas casi escolares pero no por ello menos importantes, acaso por lo mismo las más importantes) y dentro de lo posible buscar en ti, depositario de la encarnación del cuerpo social, al ser humano en su conformación humana.

(1) Kafka, Franz Diarios 1921 en  “Walter Benjamin; Bertold Brecht; Hermann Brocht; Rosa Luxemburgo” Arendt, Hanna.  Anagrama Ediciones de Bolsillo
(2) Benjamin, Walter Carta a Gerhard Scholem 1931 en “Walter Benjamin; Bertold Brecht; Hermann Brocht; Rosa Luxemburgo” Arendt, Hanna.  Anagrama Ediciones de Bolsillo.
(3) Arendt, Hanna en “Walter Benjamin; Bertold Brecht; Hermann Brocht; Rosa Luxemburgo” Arendt, Hanna.  Anagrama Ediciones de Bolsillo.
(4) ídem  3.
(5) ídem  3.
 
 

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